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FLOR DE UN DIA

El reciente remezón político en Gran Bretaña favorece al actual primer ministro, pero su situación a mediano y largo plazo depende de la solidez de su partido.

7 de agosto de 1995

CONTRA LOS PRONOSTICOS de varios observadores políticos ingleses, la victoria del 4 de julio en las elecciones internas del partido conservador permitieron a John Major afianzar su posición de primer ministro de Gran Bretaña. Tras una jugada estratégica peligrosa, destinada a obligar a su partido a aceptar o rechazar su labor, Major logró darle una semblanza de unificación al partido tory, profundamente dividido por el tema de la Unión Europea. Con 218 votos, contra los 89 de John Redwood -su contendor y antiguo ministro para Gales-, Major obtuvo una victoria clara. Sin embargo, con cerca de un tercio de los conservadores en contra, compuestos esencialmente por un ala derecha del partido profundamente antieuropea, llegar unidos a las elecciones generales de mediados de 1997 no será fácil.
En los ajustes de gabinete Major recompensó principalmente a sus seguidores, reunificando de esta manera a su partido hacia el centro y centroizquierda del conservatismo. Kenneth Clarke, gran defensor de la moneda única, fue mantenido en el Ministerio de Hacienda, mientras que Malcolm Rifkind, antiguo ministro de Defensa, fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores. Adicionalmente, Michael Heseltine -el hombre que ocasionó la caída de Margaret Thatcher en 1990 fue nombrado viceprimer ministro y primer secretario. De este modo, Major espera quitarle a los miembros 'eurorrebeldes' del partido conservador parte de la capacidad de decidir sobre la orientación política del partido.
El nombramiento de Heseltine y el giro general hacia la centroizquierda del gobierno son el resultado de las maniobras políticas que tuvieron lugar durante las últimas semanas. El nuevo primer secretario renunció a presentarse como posible contendor de Major, asegurándose así un cargo de gran importancia en el partido y probablemente su liderazgo en el futuro. Adicionalmente Heseltine -quien siempre ha dado a conocer su ambición de ser primer ministro- probablemente se aseguró una carrera política a más largo plazo, en vez de convertirse en primer ministro para eventualmente ser derrotado por los laboristas en 1997.
Todas estas maniobras dejaron a dos grandes perdedores: John Redwood, quien no sólo perdió contra Major sino que no obtuvo ningún cargo en el nuevo gobierno, y Michael Portillo, hijo político de Margaret Thatcher, quien estará a la cabeza del Ministerio de Defensa, organismo con poca libertad de acción. Thatcher, por su parte, dejó pasar la oportunidad de controlar de cerca al gobierno al negarle a Major su apoyo, el cual habría podido ser recompensado con un mayor número de ministerios.
Sin embargo, aunque el remezón político que sufrió Gran Bretaña en las últimas semanas resultó claramente favorable para Major, el partido laborista sigue estando cerca de 30 puntos por encima del partido conservador en las encuestas de popularidad. Y la situación económica globalmente mediocre no ayudará a cambiar la percepción que tiene la gente de un partido desgastado por 16 años de poder y de un primer ministro gris e impopular.