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Franquicia terrorista

La respuesta de Al Qaeda a la guerra contra el terrorismo fue reforzar la creación de grupos islámicos locales alrededor del mundo que comparten su fundamentalismo.

Catalina Gómez Ángel*
19 de diciembre de 2004

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la guerra en Afganistán trajeron como consecuencia que el grupo terrorista Al Qaeda, liderado por el saudí Osama Ben Laden, se transformara a una velocidad récord. Rápidamente dejó ser de una organización para convertirse en un movimiento ideológico que funciona como una franquicia terrorista. La ejecución de atentados ahora está a cargo de varias decenas de grupos islámicos nacionales que actúan por su propia cuenta, con la consecuencia de que el número de ataques terroristas aumentó en los dos últimos años. Por su parte, Ben Laden, según el analista

Jonathan Schanzer, pasó de ser el estratega para convertirse en un líder ideológico cuyo pensamiento es seguido por cientos de musulmanes en el mundo.

Después de la guerra de Afganistán, Al Qaeda no sólo quedó incomunicada sino que perdió a más de 1.000 combatientes, y dos terceras partes de sus cabecillas fueron dados de baja o capturados. Ben Laden tuvo que esconderse en las montañas que separan Pakistán y Afganistán, y su paradero es un misterio. Según la revista Newsweek, hace unos meses el ejército estadounidense estuvo "a dos hombres" de capturarlo, pero logró escapar. Lo único que se sabe, a juzgar por el mensaje en video que publicó cinco días antes de las elecciones norteamericanas, es que está bien.

En las imágenes se vio a un hombre que parecía ser más un príncipe saudí que el principal terrorista del mundo. Y aunque muchos analistas sostienen que grabó el video para influenciar las elecciones presidenciales -algo que está lejos de confimarse-, Jason Burke, uno de los principales expertos en terrorismo islámico, asegura que lo que buscaba Ben Laden era ser escuchado.

Esto es consecuencia de la clandestinidad a que Ben Laden ha quedado reducido. Aunque sigue siendo la gran figura terrorista, los analistas aseguran que tiene poco poder de ejecución y que se ha convertido en un símbolo. "En la nueva estructura de Al Qaeda, sus líderes sólo proveen una inspiración ideológica o pequeñas sumas de dinero a grupos o individuos que quieren llevar a cabo atentados por su cuenta", dice Schanzer en su libro Los ejércitos de Al Qaeda.

La respuesta de este grupo a la guerra contra el terrorismo fue adaptar su estructura y estrategia de combate. De tener campos de entrenamiento -como los de Afganistán y el suroriente asiático- pasó a reforzar la creación de grupos islámicos locales con la misma ideología. Al Qaeda se convirtió en una especie de fundación que da dinero a grupos que realizan ataques en su nombre y que son conocidos como sus afiliados.

La clave de estos grupos es que siguen los modelos, preceptos y métodos de Al Qaeda pero toman sus propias decisiones, funcionan en forma aislada y atacan con mayor frecuencia. Si antes Al Qaeda realizaba un golpe al año, hoy el número se ha triplicado. Para poner un ejemplo, el gran atentado del 11 de marzo en Madrid estuvo a cargo de un grupo islamista marroquí. Y de modo similar sucedió en decenas de ataques en Arabia Saudí, Egipto, entre otros. En la actualidad, estos grupos yihadistas operan en más de 68 países, pero tienen sus base principal en Irak, donde se ha desplazado la mayor parte de su lucha. En este país el grupo liderado por el jordano Abu Musab Al Zarqawi ha sido el principal instigador de los ataques contra el ejército estadounidense y el responsable de gran parte de los secuestros y consecuentes asesinatos de extranjeros.

A pesar de la fuerza que han adquirido los afiliados dentro del movimiento, las células siguen activas y representan un gran peligro en Europa y Estados Unidos, principalmente. Estas células son pequeñas, autónomas y están ubicadas en más de 80 países. Sin embargo, en esta nueva época de Al Qaeda, las células tienen características diferentes a las que existían antes del 11 de septiembre. Están conformadas por jóvenes que rondan los 30 años, tienen pasaporte europeo, saben inglés, no llevan barba y tienen una postura extremadamente antinorteamericana, entre otras características. Han sido llamados la tercera generación de mujaidines.

El gran reto que presenta Al Qaeda para la seguridad internacional está relacionado hoy con dos aspectos: la adquisición de armas de destrucción masiva y el traslado del escenario de los ataques a los mares. Se dice que Al Qaeda y sus filiales tienen en su poder 12 barcos y que podrían estar planeando un ataque contra uno de los grandes puertos del mundo. Esto, sin embargo, son sólo rumores sin confirmar.

Lo que sí se sabe es que habrá terrorismo islámico por muchos años. La creciente discriminación sobre los musulmanes en los países occidentales y ataques arbitrarios como el de Irak son las principales causas para que la amenaza islamista siga creciendo. Como lo explica el analista Rohan Gunaratna: "Así Al Qaeda sea completamente destruida, la amenaza terrorista continuará. Porque en muchas formas, ha cumplido su misión de ser la vanguardia o la cabeza de los movimientos islamistas en el mundo".

*Periodista de SEMANA