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FUJIMORI SI, FUJIMORI NO

El reconocimiento de Estados Unidos es el mayor espaldarazo para el presidente peruano.

25 de mayo de 1992

ALBERTO FUJIMORI NO TEnía experiencia política antes de su campaña de 1990, y el manejo de sus relaciones con el Congreso es una prueba. Pero desde que protagonizó, un "autogolpe" el 5 de abril, le han salido aptitudes inesperadas. Tanto, que el "presidente constitucional" Máximo San Román, investido por el disuelto Parlamento, parece irremediablemente a la zaga de su adversario.
Si desde el principio su acción fue caracterizada como un golpe militar vestido de civil, Fujimori se encargó de desdibujar esa imagen. Los periódicos no están sujetos a censura, ni los opositores están presos, ni se ha dificultado el trabajo de los periodistas extranjeros. Salvo una investigación por supuesta presencia de armas en su sede política, el ex presidente Alan García está en la clandestinidad, según dice el gobierno, por su propia decisión.
Quien recibió inicialmente la investidura parlamentaria, el segundo vicepresidente Carlos García y García, amagó primero con solicitar asilo en la embajada argentina para encabezar desde ese país un gobierno en el exilio. Pero cuando se convenció de que no había persecución oficial en su contra, terminó "despachando" desde su casa. Más tarde, el primer vicepresidente Máximo San Román resolvió (tras cinco días de dudas) aceptar la "presidencia", y anunció su regreso desde Washington, donde se encontraba para asistir a la reunión en que la OEA examinó el caso peruano. El sábado de camino a Lima fue bajado del vuelo de American Airlines y cuando todo el mundo especulaba sobre la prohibición oficial de su regreso todo resultó en un arranque de celo de la aerolínea. El político cuzqueño pudo viajar más tarde, y cuando se esperaba que lo detuvieran, su entrada al país no tuvo inconvenientes.
Como tampoco tuvieron problemas los parlamentarios para reunirse el martes siguiente en el Colegio de Abogados y proclamar a San Román como "Presidente Constitucional".
De inmediato el país presenció el espectáculo de la clase política en disputa por los puestos de un gabinete fantasma, en medio de una indiferencia oficial que subrayó su irrelevancia.
Todo lo anterior pareció confirmar las razones que tuvo Fujimori para desbandar las instituciones democráticas del país y opacó lo que parece ser un serio revés para el gobierno de Fujimori, la renuncia de su ministro de Finanzas Carlos Boloña -de regreso de un viaje a Estados Unidos en que intentó sin éxito conseguir el apoyo de los organismos internacionales de crédito- y de su embajador en Washington Roberto McLean, a quienes se unió más tarde el superintendente bancario Hugo García.
Esas renuncias no impidieron sin embargo que Fujimori disfrutara de su cuarto de hora en una concentración popular en Lima, y que desplegara un populismo desconocido al prometer toda clase de prebendas para los barrios de la capital. La manifestación tuvo lugar la víspera de que la comisión designada por la SEA regresara a Washington con una sensación de fracaso.
El organismo continental había expedido la semana anterior una resolución en que se limitó a "deplorar" la situación del Perú y a recomendar el pronto restablecimiento de la democracia. A tiempo que la comisión compuesta por el secretario general Joao Baena Soares y el canciller uruguayo Héctor Gros Espiell se encontraba en Lima, Fujimori convocó a los partidos a un diálogo nacional para el primero de mayo.
El llamado no fue bien recibido por los políticos opositores, y dejó la sensación de que los enviados de la OEA, lejos de acercar a las partes, las habían polarizado aún más.
Cuando aún estaban los comisionados en el país, Fujimori anunció su plan para el restablecimiento de la democracia. Las fases incluyen un referéndum el 5 de julio para determinar si el pueblo respalda sus medidas, la publicación del nuevo proyecto constitucional el 31 de agosto, un nuevo referéndum sobre éste el 8 de noviembre y elecciones parlamentarias a fines de febrero. El anuncio produjo escepticismo en el gobierno norteamericano, lo que no evitó que Fujimori recibiera el mayor espaldarazo cuando a regañadientes, Washington anunció que lo seguía reconociendo como único presidente del Perú.
En medio de la confusión continental sobre qué hacer con el proceso peruano, la decisión unilateral de suspender los acuerdos arancelarios del Pacto Andino produjo revuelo en las autoridades del área. La decisión, sin embargo, no fue sorpresiva, por cuanto ya se conocían las quejas de algunos sectores peruanos. La oportunidad con que el gobierno de Lima tomó la medida dejó sin embargo la sensación de que se trata de una nueva actitud populista, porque Fujimori tiene enemigos en frentes como la subversión, el narcotráfico, y la oposición y necesita mejorar a como dé lugar sus acciones entre los círculos productivos del país.