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GASES DEL OFICIO

El mundo se opone al uso de las armas químicas, pero nadie hace nada.

13 de febrero de 1989

Cuando el proyectil estalla, librendo su mortal carga de gas mostaza, lo primero que la víctima observaes la p[resencia de un humillo, amarillento que se disemina rápidamente en todas las direcciones. Luego, lentamente, el veneno comienza su tarea letal. Las quemaduras de la piel son seguidas por las de los pulmones.
La muerte suele sobrevenir a los cuatro minutos, en una forma calificada de "horrible". La anterior escena describe un episodio del uso de armas quimicas y podría haber sucedido en la primera Guerra Mundial, en la Etiopía que invadió Mussolini, en la invasión de Nasser al Yemen, o mas recientemente en la guerra Irán-Irak. Esos son solo unos pocos acontecimientos de los muchos en los que el uso bélico de gases venenosos le dio a la tragedia de las víctimas el dolor especial de morir como insectos.

La reaparición en el escenario mundial de las armas químicas de sus hijastras infernales, las bilógicas, se ha convertido en la preocupación dominante para el débil equilibriode la paz. Desde septiembre del año pasado, el Presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan, comenzó a promover la realización de una conferencia internacional destinada a reencauchar la prohibición moral y política del uso de armas químicas (que se basa en un viejo tratado de años 20), para que el asunto estuviera lo suficientemente caliente en la conferencia sobre desarme a celebrarse desde el 17 de enero en Ginebra. Francia lo secundó en el proyecto, y el sábado 7 sin que se dispararan aun los ecos del incidente aéreo libio-norteaméricano que fue vinculado por los observadores con el tema se produjo la primera cesión en parís, con la presencia de 146 paises.

Sin embargo pronto se vino un asunto como el de las arma químicas, que es capaz de horrorizar el más indeferente, no era, ni mucho menos, "pan comido" La condena absoluta, que era buscado por los paises convocantes, pronto fue descartada. Sólo tras arduas negociaciones, en las que el articulado de la declaración final fue sometido a una minuciosa negociación, logró conseguirse un texto aprobado por consenso de todos los paises participantes. Pero el texto, que no tiene carácter obligatorio, resulta apenas poco más que un manifiesto de buenas intenciones, en el que no se condenó a país alguno por violaciones ni logró recomendar la prohibición de exportar materias primas relacionadas con las armas químicas. Nada en la declaración supone impedimento para que Libia produzca los gases mortales en su nueva planta ni impone sanción, siquiera moral, a Irak por su uso profuso del gas mostaza contra las tropas iraníes y los civiles curdos.

Un resultado tan tibio sólo puede explicarse en dos causas fundamentales: por una parte, porque en materia de armas quimicas, muy pocos pueden tirar la primera piedra, y por la otra, porque las armas quimicas son vistas por los paises del Tercer Mundo como la auténtica "bomba atómica de los pobres".

En cuanto a lo primero, lo cierto es que los países nucleares también disponen de armas químicas. Los Estados Unidos, que habían cesado de producirlas por orden de Nixon en 1969, se pusieron al dia en 1987 con productos más avanzados. Pero además de que sólo suscribieron el tratado de 1925, 50 años más tarde, los Estados Unidos usaron en Vietnam el poderoso herbicida conocido como "agente naranja", demoledor también para los humanos. La Unión Soviética, que dispone de grandes cantidades almacenadas, hizo el gesto de iniciar su destrucción, lo que se considera técnicamente dificil a corto plazo, pero también tiene en su contra que, según parece, habría atacado a los rebeldes afganos con las últimas invenciones de sus laboratorios. En esas condiciones, resultaba muy difícil imponer a terceros países obligaciones que ellos mismos no habían demostrado querer asumir.
Por el otro lado, los países árabes defendieron a capa y espada su derecho a mantener una capacidad de disuasión suficiente como para equilibrar la presencia de la bomba atómica en manos de Israel. Aunque ese punto de vista no quedó reflejado en el texto final, el asunto marcó fuertemente el curso de las negociaciones.

Al final, se vio que ni siquiera algo tan aterrador como las armas químicas logra evadirse de las consideraciones políticas o estratégicas. Ello quedó claro en el detalle de que Irak el mayor usuario del veneno. salió idemne, entre otras cosas, porque tiene muchos más amigos que su enemigo Irán, cuya victoria en su guerra de nueve años preocupaba mucho a Occidente. Pero además, en París se demostró que las palabras, ni siquiera las escritas, tienen mucho éxito cuando se trata de detener la violencia.
Ante la incapacidad de impedir en la práctica la producción por parte de cualquier país de los gases venenosos, el mundo quedó evidentemente a la merced absoluta de sus dirigentes, en medio del volátil equilibrio que sostiene la paz.-

COLOMBIA EN LA ONU El voto controvertido
Para los desprevenidos, el voto resultó sorpresivo y hasta indignante. En su primera intervención en el recién reconstituido Consejo de Seguridad de la ONU, la delegación colombiana, presidida por el embajador Enrique Peñalosa, no sólo votó, sin que promovió, en colaboración con los otros seis países No Alineado miembros del Consejo -integrado el total por 15-, una resolución que deploró el derribo por aviones norteamericanos de dos Migs-23 libios frente a las costas del país del ex céntrico coronel Muamar Kadafi, la semana antepasada.

La historia había comenzado principios de año, cuando EE.UU acusó a Libia de tener una fábrica de armas químicas. A partir de ese momento, en Naciones Unidas fue creciendo un ambiente de expectativa pues todo el mundo esperaba un bombardeo norteamericano contra la fábrica libia. Por esa razón, el 3 de enero, el bloque de los No Alineados incluida a Colombia, emitió una declaración en la que alertaba a la opinión mundial sobre ese peligro. Al día siguiente se produjo el incidente de los aviones y, horas después, Libia pidió la convocatoria del Consejo de Seguridad. Los libios hicieron circular entonces un proyecto de resolución que "condenaba" "el ataque armado de los Estados Unidos (...) en clara violación de la carta de las Naciones Unidas y de las normas internacionales".

Con el documento libio sobre la mesa, comenzó el juego de las negociaciones. El grupo de los No Alineados, cuyos representantes presentaron el año pasado el 95% de las resoluciones que estudió el Consejo, llevó a cabo numerosos contactos, en búsqueda de una fórmula que lograra mayor consenso que el proyecto de los libios. Se trataba de suavizar el documento, en lo que Colombia jugó un papel muy importante. El resultado de esta gestión se pudo ver al final, con el proyecto de resolucion que ya no "condenaba" el ataque norteamericano, sino que "deploraba" el incidente. De todos modos, y como era obvio, el documento no podía ser del agrado de la delegación de EE.UU. que en compañía de sus aliados de la OTAN, Francia y Gran Bretaña, velaron en bloque la resolución, que por ello, y a pesar de contar en la mayoría de los votos, murió en ese punto.

El veto de Colombia causa malestar en algunos sectores de opinión del país, porque fue interpretado como un voto pro Kadafi y en contra de los Estados Unídos. El sentimiento detrás de esta protesta era el de que ni Senegal, ni Etiopía, ni Nepal jamás le servirían de nada a Colombia, mientras que los Estados Unidos, mal que bien, es el mayor comprador de café, flores, etc., y, por consiguiente, los intereses de Colombia estaban de ese lado.

La verdad es que aunque el texto final del proyecto de resolución era neutral ("deplora" el incidenle), el espíritu original era antiyanqui, porque la iniciativa había sido promovida por Libia. Curiosamente, el controvertido voto se volvió obligatorio para el pais, pues fue el embajador colombiano ante la ONU, Enrique Peñalosa, la figura clave para moderar el texto original. Mal podría lograr esa modificación y luego abstenerse de volarla, como sí lo hicieron Brasil y Finlandia.

Lo que es indudable es que detrás del protagonismo de Peñálosa, estaba el deseo colombiano de dejar claro que, contrario a lo que podría preverse, Virgilio Barco no iba a ser, ni mucho menos, un aliado incondicional de los Estados Unidos. Por el contrario, que iba a continuar la política internacional independiente que Colombia ha venido practicando en los últimos años, particularmente desde su ingreso al: grupo de: los No Alineados.

Es una lástima que una reafirmación de independencia de esta naturaleza haya podido ser interpretada como un discreto respaldo a Kadafi, considerado como uno de 105 principales patrocinadores del terrorismo internacional. -