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Grande entre los grandes

Con el funeral más grande de la historia, el mundo despidió a Juan Pablo II.

10 de abril de 2005

Nunca antes la humanidad había presenciado un despliegue de unidad y devoción como el que vivió Roma el viernes 8 de abril de 2005. A las 10 de la mañana el cardenal Joseph Ratzinger dio comienzo al funeral de Juan Pablo II, el Papa más reverenciado de los tiempos modernos. La atmósfera que imperaba en la inmensa multitud que lo acompañaba era de silencio, misticismo y recogimiento.

Fueron cifras impresionantes. En la Plaza de San Pedro se reunieron 600.000 personas, mientras otros tres millones se repartieron por las calles ante decenas de pantallas gigantes, tristes por no haber presenciado personalmente la solemne ceremonia. Entre ellos estaban representadas todas las nacionalidades imaginables, encabezadas por los paisanos polacos de Karol Wojtyla, con medio millón de almas.

Y en los estrados reservados a los gobernantes se dio cita la mayor concentración de presidentes, primeros ministros, reyes y líderes religiosos de las más diversas confesiones, que permitieron tomar imágenes históricas impensables en otras circunstancias. Enemigos acérrimos como el norteamericano George W. Bush y el iraní Mohammed Khatami nunca hubieran estado en el mismo sitio de no haber sido por la despedida del hombre a quien los asistentes corearon una y otra vez, siempre que se pronunciaba su nombre, como "¡¡¡santo, santo, santo!!!".