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GRIETAS EN SUIZA

El país multinacional por excelencia no está exento de las tendencias secesionistas de Europa.

1 de junio de 1992


PARECE SER QUE EN LA era de los nacionalismos europeos, ni siquiera Suiza. modelo de convivencia entre nacionalidades, logra escapar. Las rivalidades internas desmiembran a Yugoslavia, la Federación Rusa e incluso Checoslovaquia, para no mencionar los fermentos regionalistas en muchos países oesteeuropeos. En semejante ambiente, no es raro que los suizos comiencen a inquietarse por su confederación.
La razón es que en ese país multinacional se observa una divergencia creciente entre los puntos de vista de los suizos de habla alemana y los de francesa (romandos). La mayoría suiza germana, más rica, menos instruída y francamente antieuropea, tiene condiciones de vida superiores a los suizos-romandos en particular y los latinos en general, quienes sufren especialmente la recesión, el desempleo, miran hacia Europa y tienen un nivel de estudios superior. Muchos se preguntan si aún queda algo en común entre las dos nacionalidades, y si, paradójicamente, la integración europea no va a ser un factor más contra su propia unidad.
A fuerza de ignorarlos y no tomar en cuenta su situación, los germanos han visto nacer entre sus vecinos un resentimiento sin precedentes. Todo esto sucede en el momento en el cual la parte económica no es la más favorable. El desempleo, que afecta principalmente a los romandos, les recuerda que la gran mayoría de las empresas que ahora constituyen la gloria de los suizos fueron creadas por los latinos pero luego compradas por los germanos. Todas las grandes compañías de seguros están en sus manos, así como las de chocolates y los servicios.
La reestructuración de la economía, con su consecuente estela de despidos y cierre de fábricas, ha afectado sobre todo la Suiza latina. Por otro lado, la convivencia linguística y cultural, que básicamente consistía en ignorarse mutuamente, parece haber llegado a su fin. En el Parlamento, gran parte de los diputados son incapaces de leer un documento escrito en suizo-alemán, si son latinos, o en suizo-francés, si se trata de representantes de la Suiza germana. Del mismo modo las mayorías parlamentarias conforman bloques regionales y cada día se acentúan las fricciones en el ámbito político y cultural. En un reciente debate sobre la posibilidad de prohibir la venta de inmuebles a los extranjeros, el político francófono Dominique Ducret resumió las quejas cuando aseguró que "es indudable que los germanos no tienen el menor interés por lo que sucede en la Suiza Romanda, mucho menos desarrollada que su región ".
La orientación en momentos en los cuales Europa se une en un mercado único parece ser otra de las grandes divergencias entre romandos y germanos. Mientras los romandos avanzan tecnológicamente a grandes pasos y difícilmente se privarían de integrarse al gran bloque europeo, los germanos se han convertido en grandes inversionistas en los países del Este. Mientras tanto la mayoría germana, convencida de las dificultades qué conllevaría la integración a la Comunidad Europea, tacha de ingenua a la contraparte, pues asegura que el primer requisito para la integración sería la solidez, talón de Aquiles de la Suiza latina.
Las razones económicas, sin embargo, no son necesariamente las que podrían determinar una secesión a la suiza. También juegan factores culturales y sobre todo linguísticos, que hacen que, por ejemplo, la comunidad romanda de Marly haya reaccionado negativamente a la "invasión" de suizos germanos contratados por la firma CIBA, y temas como el uso de las escuelas estén en manos del tribunal federal.
No se trata a mediano plazo de que Suiza esté al borde de la disolución. Pero temas como la integración con la Comunidad Europea son apenas la muestra de que ni siquiera un país de 700 años es indisoluble. -