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GUERRA O PAZ

AUNQUE LOS CANDIDATOS PRESENTAN MENSAJES SEMEJANTES, LAS ELECCIONES ISRAELIES SON UN REFERENDUM

17 de junio de 1996

Hay quienes dicen que las elecciones israelíes se parecen a una apuesta a cara o sello. Si la moneda cae en el lado laborista del primer ministro Shimon Peres, continuador del gobierno del asesinado Yhitzak Rabin, el proceso de paz con la comunidad palestina seguirá su curso como hasta ahora. Si cae en el lado Likud del candidato conservador Benyamin Netanyahu, las negociaciones cambiarían de curso y probablemente llegarían a un punto muerto.Pero con las encuestas señalando una escasa ventaja de cinco puntos a favor de Peres, lo que en realidad es un empate, ambos líderes hacen todos los esfuerzos posibles para difuminar esa caracterización de paloma y halcón. Del lado de Netanyahu, su vocero, Michael Stoltz, dijo que su partido proseguirá las negociaciones "en busca de una paz duradera" y que ofrecerán "autonomía" para Cisjordania y Gaza, aunque Israel mantendrá el monopolio de la seguridad. Por el lado laborista, Peres ha suspendido las conversaciones para evitar que cualquier concesión dé la apariencia de debilidad ante los electores.Esa cautela se basa en la evidencia, señalada por la mayoría de los observadores, de que la elección será definida por una gran masa de indecisos que quieren la paz pero que han sido afectados por la última ola de atentados suicidas perpetrada por palestinos enemigos de la paz con Israel.Por eso la estrategia del Likud ofrece un concepto alternativo de paz, basado en lemas como "Con Netanyahu una paz segura", y "No hay seguridad, no hay paz, por eso no hay razón para votar por Peres". Lo que no está claro es si esa paz planteada por Netanyahu es posible realmente. Porque lo cierto es que si las conversaciones con los palestinos se basaran en la plataforma de Netanyahu, el proceso quedaría en ceros. Porque el Likud propendería por el incremento de los asentamientos de colonos israelíes en Cisjordania, el compromiso de mantener a Jerusalén bajo control de Israel y el rechazo a la creación de un estado palestino.Pero, por el otro extremo, si un nuevo atentado terrorista afectara a Israel, lo más probable es que la masa indecisa se inclinaría hacia los conservadores del Likud, que critican la pérdida de seguridad atribuida a que Peres ha "entregado el país a Yasser Arafat". Este, por su parte, no ha ocultado que tiene puestas todas sus esperanzas en la reelección de Peres, y por eso sus fuerzas de seguridad están, como las israelíes, en alerta máxima para evitar que un bombazo decida las elecciones.Entre tanto las miradas se dirigen hacia los grupos independientes que podrían decidir las elecciones. Estos son, en primer lugar, los árabes israelíes, quienes tienen ciudadanía del país por haber nacido allí, pero son en el fondo palestinos. Esa es una comunidad nada despreciable _uno de cada cinco israelíes es árabe_, que podría inclinarse por Peres. Pero los árabes israelíes están furiosos con éste por la ofensiva militar contra el sur del Líbano, por lo cual Peres, en el esfuerzo por atraerlos, ha prometido el nombramiento de un ministro árabe por primera vez en la historia.Netanyahu coquetea sobre todo con la comunidad de origen ruso y con los partidos religiosos, que poco son medidos por las encuestas. Por lo que parece, y en ausencia de un eventual atentado que incline las cargas, es en estas comunidades independientes donde podría residir la llave para decidir el futuro próximo de Israel.