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GUERRA O SAINETE

En qué consiste realmente el conflicto que está llevando al matadero a cientos de jóvenes ecuatorianos y peruanos.

6 de marzo de 1995

DESDE EL 26 DE ENERO PASADO EL CONTInente americano está en vilo por un anacrónico amago de guerra que parece desafiar cualquier clase de lógica. Ecuador y Perú, dos países pobres que apenas intentan salir del atolladero del subdesarrollo, se encuentran de nuevo enfrascados en un conflicto a bala -costoso en vidas y riqueza- por la interpretación del tratado que rige la delimitación de su frontera, el Protocolo de Rio. Al cierre de esta edición se esperaban definiciones diplomáticas por la presión de los llamados garantes de ese pacto, Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, pero continuaban los combates en el sector no demarcado de la frontera, en las inmediaciones de la cordillera del Cóndor y la cabecera del río Cenepa.
Esos enfrentamientos, con todo y lo insólitos que parecen hoy en día, han marcado la historia de Perú y Ecuador. Pero, desde siempre, sus motivaciones han tenido que ver más con asuntos de políticos que con el sentimiento real de los pueblos.
Lo cierto es que en Ecuador desde hace muchos años se maneja, como estímulo del nacionalismo, un sentimiento de víctima por la pérdida, a través de los años, del 55 por ciento del territorio que habría hecho de Ecuador un país con ribera sobre el Amazonas. En ese país los niños estudian en la escuela mapas que ignoran el Protocolo y muestran como zona en disputa una enorme parte de lo que hoy es, sin lugar a dudas, parte del Perú. La brecha de 78 kilómetros sin demarcar se convirtió en el campo natural para ventilar, casi siempre cerca del aniversario de la firma de Rio, un diferendo que tiene sabor reivindicatorio para Quito.

LA HISTORIA
Como una de las ironías de la historia, el mismo mariscal Antonio José de Sucre, a quien los presidentes bolivarianos rendían homenaje la semana pasada a tiempo que clamaban por la paz entre Ecuador y Perú, fue a su pesar protagonista del primer estallido de ese conflicto en 1829, en los albores de la historia republicana de América. El 27 de febrero de ese año, cuando todavía existía la Gran Colombia, Sucre comandó las tropas grancolombianas que derrotaron a las peruanas en la batalla de Tarqui.
En el fondo de todo está el choque entre la pretensión ecuatoriana de acceder al río Amazonas y la posición peruana de que Ecuador nunca tuvo ni títulos ni posesión histórica que fundamente esa llamada 'ilusión'. La raíz del asunto se remonta mucho más atrás. Los ecuatorianos sostienen que cuando se creó la Real Audiencia de Quito el rey de España expidió la Cédula Real de 1563, la cual recogió expresamente una doctrina según la cual las entidades territoriales tendrían derecho a la posesión de las extensiones descubiertas por expediciones salidas de su seno. Con esa base, Quito pretendió hacerse a la posesión de todo el territorio descubierto por Francisco de Orellana, quien según los ecuatorianos había salido de Quito en 1546 hacia el oriente para descubrir el río Amazonas.
Para los peruanos, sin embargo, la historia es diferente. Por una parte sostienen que en 1546, cuando se descubrió el Amazonas, Quito no era entidad colonial autónoma, y, por otro lado, Orellana hacía parte de una expedición enviada por Francisco Pizarro desde Cuzco, comandada por su hermano Gonzalo, la cual hizo escala en Quito. Pero además, sostienen en Lima, aun aceptando el argumento de los ecuatorianos, el descubrimiento como forma de adquisición territorial tiene que venir acompañado de la posesión territorial, algo que Ecuador nunca tuvo efectivamente.
El enredo se complicó con la aparición de la Real Cédula del 15 de julio de 1802, que para los peruanos, al atribuirle a Lima la Comandancia General de Maynas, se convirtió en el eje troncal del título del Perú sobre el río Marañón, el Amazonas y sus afluentes por el norte. Según los ecuatorianos, esa Cédula hace una distribución de los territorios para efectos de las jurisdicciones exclusivamente eclesiásticas y no para la distribución administrativa de la región. Pero los peruanos pudieron probar, mediante documentos del archivo de Indias, que la Cédula de 1802 se ejecutó cabalmente.
Los Estados sucesores del antiguo Imperio Español adoptaron el principio del uti possidetis juris, según el cual cada República asumiría como sus límites los de la organización colonial que le antecedió. Pero ese principio no sería tan útil en este caso. Fue en desarrollo de esa confusión, que nunca ha podido se dilucidada plenamente, que una vez llegada la independencia comenzaron los problemas en Tarqui en 1829.

EL SIGLO XX
La derrota de los peruanos en Tarqui dio lugar al tratado de Guayaquil de 1829, una de las bases de la pretensión ecuatoriana, desconocido por Perú con el argumento de que se firmó con la Gran Colombia, cuando Ecuador aún no existía. Según los peruanos, el primer acuerdo entre los dos países actuales es el 'Tratado de amistad y paz' de 1832, que dejó pendiente el tema de la definición de límites y constituyó el statu quo vigente hasta bien entrado el siglo XX.
Como las pretensiones ecuatorianas siguieron en pie, se firmó un convenio el primero de agosto de 1887, en el cual se sometió el litigio al fallo del rey de España, en la consideración de que era el árbitro más adecuado por tener en sus archivos una documentación completa sobre las jurisdicciones territoriales de sus antiguas colonias. Pero la guerra estuvo a punto de estallar cuando Quito se adelantó a asegurar que no reconocería el fallo. Para los peruanos, eso sucedió porque los expertos españoles se disponían a fallar a favor de su país.
En 1936, por el Acta de Lima, ambos países declararon que mantendrían el "statu quo de sus actuales posiciones territoriales". Esa situación se rompería en forma violenta en 1941, cuando se trenzaron en una cruenta guerra por la posesión del territorio (ver mapas). Según los ecuatorianos, Perú invadió su territorio con fines de conquista. Según Lima, sus soldados simplemente respondieron a reiteradas provocaciones de los ecuatorianos y alcanzaron a ocupar la provincia ecuatoriana de El Oro, supuestamente para prevenir nuevas acciones en su contra.
La guerra de 1941 terminó en esas condiciones, y la III reunión de consulta de ministros de Relaciones Exteriores americanos, reunida en Rio de Janeiro a comienzos del año siguiente, presionó a las partes para que llegaran a un acuerdo, que se convirtió en el 'Protocolo de Amistad y Límites', el cual fue suscrito el 29 de enero de 1942.
Los ecuatorianos señalan con énfasis que ese instrumento fue firmado con gran parte de su territorio nacional ocupado por tropas peruanas, y que si fue ratificado por su Congreso, lo fue en la esperanza de que sería ejecutado de buena fe, cosa que nunca ocurrió por la parte peruana. Esta, por el contrario, sostiene que un tratado de esa naturaleza no se ejecuta inmediatamente y que el proceso de ratificación se completó un mes mas tarde, cuando ya no había presión alguna y sus fuerzas se habían retirado a la línea de frontera señalada en el mismo pacto.

EL PROBLEMA ACTUAL
Sea como fuere, ese Protocolo fue debidamente suscrito y se convirtió, por virtud de las ratificaciones correspondientes, en el instrumento legal vigente y aceptado internacionalmente para regir las cuestiones limítrofes entre los dos países. Como garantes del Pacto quedaron Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile.
Aunque para Lima el Protocolo zanjó definitivamente los temas fronterizos, Quito siguió insistiendo en la injusticia cometida con sus aspiraciones, al punto que aún hoy todos los documentos oficiales del gobierno tienen el epígrafe "Ecuador ha sido, es y será país amazónico". Pero lo cierto es que ese país nunca tuvo una posesión real sobre territorios colindantes con el gigantesco río, ni el Protocolo de Rio cambió en gran medida el statu quo vigente desde el siglo pasado.
La demarcación que siguió al Protocolo se convirtió en una nueva fuente de conflictos, algunos de los cuales fueron resueltos por el árbitro brasileño Braz Dias de Aguiar en 1945. Pero quedaron otros puntos contenciosos, sobre todo en el área comprendida entre los ríos Zamora y Santiago. En ese sector el Protocolo no se limitó a señalar los puntos de referencia que deberían unirse con la línea limìtrofe, sino que señaló además que ésta se trazaría por el divortium aquarum entre los ríos Zamora y Santiago. Ese límite natural de las dos cuencas hidrográficas es, para los peruanos, la línea de frontera definida incluso por Aguiar. Pero para los ecuatorianos esa divisoria de aguas no existe porque en 1947, durante la demarcación, los aerofotógrafos de Estados Unidos descubrieron en el medio que el río Cenepa tenía un curso más largo e importante de lo que se creía. A partir de entonces se supo que había por lo menos dos divisorias de aguas: la que se interponía entre el Cenepa y el Zamora y la que corría entre el Cenepa y el Santiago.
Esa imprecisión hizo que Ecuador se negara a partir de noviembre de 1950 -cuando ya estaban demarcados 1.600 kilómetros de fronteras y sólo faltaban 78- a continuar el proceso demarcatorio y más bien enfilara sus baterías contra el Protocolo en su conjunto, hasta llegar a 1960, cuando el presidente José María Velasco Ibarra lanzó la tesis de la nulidad del mismo. Una tesis que fue evolucionando hasta la que hoy sostiene Quito, que es la de la inejecutabilidad.

LAS SALIDAS
Todo lo anterior configura una situación compleja, porque si bien Ecuador sostiene que el derecho de los tratados le da la razón, en cuanto a que un error de hecho afecta el consentimiento, Perú afirma que el propio Protocolo de Rio tiene los mecanismos necesarios para resolver las diferencias de interpretación. Lo cierto es que Ecuador busca el desconocimiento internacional del Protocolo y para Quito sería un triunfo que el tema llegara a la Organización de Estados Americanos porque desconocería a Rio.
De esa manera, Quito considera inexistente la frontera y, por tanto, plantea que lo determinante es el status, es decir, las posiciones lográdas por cada cual, mientras Lima mantiene que la frontera del Cóndor -que deja la cuenca del Cenepa íntegramente del lado peruano- es inamovible.
De ahí que el gobierno peruano no acepte ninguna solución que no implique el repliegue de las avanzadas ecuatorianas hacia el otro lado de la cordillera, mientras sus adversarios sostienen que, según su derecho, están en pleno territorio ecuatoriano.
Esa parece una repetición sin gracia del mismo sainete seudonacionalista, en el cual las únicas víctimas son los jóvenes ecuatorianos y peruanos enviados al matadero por la intemperancia de sus gobernantes. Sólo que esta vez las circunstancias políticas de cada país complican la solución. Sixto Durán Ballén ha visto multiplicarse su popularidad desde que está arengando a su población con frases como "nos mantendremos en nuestras posiciones hasta la muerte", o "la historia de 1941 no se repetirá", y los mismos estudiantes que una semana antes protestaban por su política, ahora se reúnen para cantar consignas nacionalistas. Fujimori, por su parte, espera las elecciones presidenciales y, aunque su popularidad del 52 por ciento no tiene rival, un traspiés internacional podría hacerle mucho daño.
Por eso, en ausencia de un acuerdo rápido, lo que esperan los observadores es que el conflicto continúe hasta que, como pasó en la breve guerra de 1981, se desmilitarice la cadena montañosa y ambas tropas se retiren a su lado respectivo. Eso podría suceder, y las cosas volverían a su estado anterior, en espera de que algún nuevo presidente ecuatoriano resuelva revolver el avispero.

EMBAJADOR DEL PERU: ALBERTO MONTAGNE
* ¿Quien es el agresor?
El conflicto surge por el desconocimiento de un acuerdo internacional válido, el Protocolo de Rio de Janeiro, suscrito en 1942, aprobado, ratificado y ejecutado en un 95 por ciento a lo largo de casi 10 años después de suscrito.
No podría decirse que el Perú es el agresor cuando lo que está haciendo es ejercer su legitimo derecho de defensa propia en su territorio.
* ¿Cuál es un desenlace favorable para el Perù en esta situación?
El único desenlace para el Perú es el respeto de los tratados, es una solución jurídica. Y que las tropas ecuatorianas vuelvan a estar dentro del territorio que es ecuatoriano.
* ¿Còmo surge el conflicto?
Ecuador tiene una política de desconocimiento del Protocolo de muchos años y realmente ellos han venido envenenando a su población. Cada año, cerca del aniversario del Protocolo, que es el día 29, se suceden este tipo de provocacion es y todo este clima de revancha.
* Hay gente que dice que el Perú tiene vocación expansionista, usted qué dice de eso?
Por el contrario, el Perú siempre ha sido conciliador y ha logrado con todos los demás países, aun a costa de pérdidas de territorios evidentes, lograr la paz, y buscar además mecanismos de integración que permitan que toda la región en su conjunto progrese. Nosotros, en el 91, con el ánimo de terminar con la situación, propusimos 34 proyectos de integración fronteriza, cosa que no registra el otro lado. Incluido un tratado adicional de navegación similar al que tenemos con Colombia y con Brasil.


EMBAJADOR DEL ECUADOR: DOMINGO CORDOVEZ
* ¿Quien es el agresor?
Las acciones bélicas han sido ataques peruanos. Los destacamentos fronterizos del Ecuador han asumido la defensa de sus posiciones.
* ¿A qué atribuye que los peruanos afirmen que el Ecuador es el agresor?
A demostrar que esos destacamentos militares ecuatorianos están en territorio peruano, lo cual es una equivocación enorme.
* ¿Eso quiere decir que los destacamentos ecuatorianos no se han movido de donde han estado ùltimamente?
Se puede comprobar que no hubo un avance de tropas ecuatorianas en lo que podría considerarse territorio peruano dentro de la indefinición que existe. Hemos estado por años en las zonas que ocupan esos destacamentos, y algunos de los atacados han sido instalados en 1988.
* ¿Cuàl sería una salida que resultara favorable para el Ecuador?
El Ecuador no está buscando la salida más favorable sino la más justa.
Ecuador abrió todas las puertas internacionales para que las partes puedan llegar a una solución definitiva. En esto sí hay una diferencia respecto a la posición peruana, que limita la instancia internacional a los países garantes y cierra las puertas a otras, como la OEA o la ONU. De otro lado, el 29 de enero se cumplieron 53 años del Protocolo de Rio de Janeiro y de la conformación del grupo de países garantes para su cumplimiento y completa ejecución. Durante los 53 años no se ha podido llegar a una verdadera solución. Lo que se debe buscar son instancias paralelas o adicionales como mecanismos para una solución pacífica.


SOCIOS EN PROBLEMAS

AUNQUE TODAVIA las escaramuzas entre Ecuador y Perú no han dejado daños materiales mayores en ninguno de los dos países, desde ya se prevén bajas mayores en otro campo: el de la integración económica latinoamericana. En efecto, la disputa fronteriza dá al traste con años de esfuerzo para normalizar el intercambio de bienes entre ambos países en el marco del Pacto Andino.
Y es esta institución la que puede resultar más gravemente afectada precisamente cuando celebra sus 25 años de existencia. A pesar de que todavía es demasiado temprano para prever el desenlace de la crisis, es muy posible que lo ocurrido le caiga como anillo al dedo al presidente Alberto Fujimori, quien desde hace meses desea sacar a su país del acuerdo subregional, cuya sede operativa está precisamente en Lima.
Para Colombia lo sucedido se convierte en un eslabòn màs de una cadena de malas noticias que han afectado a sus principales socios comerciales en el continente. El primer traspiés fue el de Venezuela, que el año pasado tuvo un desempeño negro, incluidas fuertes restricciones cambiarias, que a su vez obstruyeron el desarrollo del comercio exterior del país vecino. Como resultado de esta y otras circunstancias, las exportaciones nacionales a Venezuela habían caído en 25 por ciento en los primeros nueve meses de 1994.
Frente a ese tropezón, las industrias colombianas se concentraron en otras naciones del área. De tal manera que los mayores crecimientos de las exportaciones, hasta septiembre dél año pasado, se habían registrado en México (44 por ciento de aumento), Ecuador (44 por ciento) y Perú (43 por ciento). Ahora todos esos socios están en problemas. El país azteca es víctima de la descolgada de su moneda y sólo hasta que pase la conmoción actual se verá si es posible hacer algo. A su vez, las ventas de Colombia a Ecuador y Perú fueron equivalentes a las hechas a Venezuela en el perìodo ya mencionado. En caso de que el conflicto actual se extienda es innegable que ambos mercados se verán seriamente afectados. Ahora a Colombia sólo le queda el mercado chileno, que por su volumen y posibilidades ofrece perspectivas interesantes. Sólo queda rezar para que el país austral no tenga problemas internos ni externos para que no se diga que comerciar con Colombia acaba atrayendo la mala suerte.