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V E N E Z U E L A

Guerra sindical

La nueva batalla de Chávez, esta vez por el control de los sindicatos, será larga y podría salirle cara.

8 de enero de 2001

Con su típico estilo militar el presidente venezolano Hugo Chávez se aprestó a aplastar al movimiento sindical de su país, último bastión de los partidos tradicionales. Para ello orquestó un referéndum para destituir a la cúpula de la Confederación de Trabajadores de Venezuela e imponer su propia organización de base. Pero una abstención histórica del 90 por ciento, según datos extraoficiales, lejos de consolidar su poder, no sólo debilitó la hegemonía que pretendía alcanzar sino resucitó al alicaído sector sindical. En otras palabras, el tiro le salió por la culata.

Sólo un 20 por ciento de 11,7 millones de electores registrados acudió el domingo 3 de diciembre a elegir a los 5.500 concejales y juntas parroquiales y un 10 por ciento aceptó marcar las boletas sindicales. En ambas consultas el gobierno ganó por encima del 60 por ciento pero la escuálida participación de dos millones de votantes para los concejales refleja que el poder de convocatoria de Chávez ha caído a casi la mitad en apenas cinco meses si se tiene en cuenta que el 30 de julio votaron por él tres millones de personas.

El mandatario reconoció que “esperábamos una abstención de 80 por ciento. Si quieren tomarla como una derrota para el gobierno tómenla así. Con el referéndum hemos cerrado un ciclo. Ya tenemos el mapa político completo. En marzo próximo habrá elecciones para terminar con la dictadura sindical. El proceso revolucionario sigue avanzando”, dijo al invitar a las cúpulas sindicales a renunciar a sus cargos.

El constitucionalista Hermán Escarrá dijo a SEMANA que el referéndum sindical “carece de legitimidad porque ni siquiera obtuvo el 25 por ciento de participación. Los referéndums consultivos se fundamentan en la legitimidad democrática y no en la legalidad constitucional. Nos estamos deslizando hacia una monocracia plebiscitaria en la cual se utiliza el prestigio de un líder o un presidente, lo que le resta legitimidad. Si esto es así Chávez empeñó su prestigio plebiscitario y ha deslegitimado el referéndum. Es grave porque no puede intervenir en la vida interna y privada de las organizaciones ni en la libertad de asociación y sindical. Ese método es autoritario y no democrático”.

Para Manuel Cova, presidente de Fetraconstrucción, considera que el gobierno debería abrir espacios para el diálogo y participación democrática “y si no es así habrá confrontación”. En declaraciones a SEMANA dijo que “el gobierno quiere controlar los sindicatos por su pretensión hegemónica de copar todos los espacios públicos y privados. Hoy son los sindicatos y mañana los gremios profesionales. Chávez pretende imponer un movimiento sindical incondicional al estilo de Cuba o de la era soviética, donde los sindicatos eran apéndices de una supuesta revolución. Su objetivo es que los sindicatos no obstaculicen los planes del gobierno para tener una sociedad controlada sin disidencia”.

Pero los chavistas piensan distinto. Para los diputados del partido gubernamental MVR, Nicolás Maduro y José Khan, líderes del Frente Bolivariano de Trabajadores, la intención del gobierno es “reorganizar, reestructurar y democratizar el movimiento sindical”. Dijeron a SEMANA que no serán “interventores” los que reemplacen a las directivas sindicales sino unos delegados provisionales que serán elegidos en asambleas de trabajadores para luego ir a las elecciones definitivas en los próximos seis meses.

Los dirigentes sindicales no piensan entregar sus cabezas tan fácilmente. Y menos ahora cuando los resultados del referéndum los animan a iniciar una campaña de resistencia y a enfrentar con todos los hierros la intervención oficial. La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), máxima central obrera, declaró su desacato al referéndum. Y para esperar la batalla nombró una interina ‘junta de conducción sindical’ que se encargará de resguardar el patrimonio y la administración de la institución, elaborar un cronograma interno de elecciones y servir de interlocutora ante el Consejo Nacional Electoral de cara a las elecciones abiertas de los próximos seis meses.

Federico Ramírez León, ahora ex presidente de la CTV, dijo a SEMANA que “no permitiremos que el gobierno invada y confisque los espacios sindicales. El referéndum es un atentado a la libertad sindical y carece de legitimidad y representatividad”. Si la fórmula de dejar su cargo en manos de otros ‘cetevistas’ no gusta al gobierno y empiezan los enfrentamientos, pues “los confrontaremos y nos encontraremos en el camino”. Con al anunciado apoyo de las confederaciones internacionales, que amenazan boicotear los productos venezolanos, la pelea está como para alquilar balcón.