Home

Mundo

Artículo

¿HACIA EL FIN DEL EMBARGO?

La decisión del gobierno de Estados Unidos de negar asilo político a los balseros y recibir 20.000 cubanos al año es sin duda una victoria de Castro.

5 de junio de 1995

HACE MAS DE UN AÑO, EN medio de la crisis de los balseros cubanos, el escritor Carlos Fuentes le decía al presidente Bill Clinton que se animara a perder los votantes del sur de la Florida y a ganarse el resto del mundo con una política de apertura hacía Cuba.
"A Clinton, un llamado: pierda Florida, señor presidente, pero gane el mundo", escribió Fuentes.
A Castro, otro llamado: "Pierda a Marx, señor presidente, pero salve la revolución".
A juzgar por las nuevas medidas anunciadas la semana pasada por la fiscal general Janet Reno, Clinton parece haber aceptado el consejo del escritor aunque, al otro lado, en Cuba, Castro al parecer no ha perdido ni un centímetro de Marx. Una vez más, el mandatario cubano se salió con la suya sin hacer una sola concesión. Castro logró que Estados Unidos acepte a más de 20.000 balseros que se encuentran desde hace casi un año en la base naval de Guantánamo y que los gringos se comprometan a expedir por lo menos 20.000 visas al año de ingreso a Estados Unidos, una cifra que no era nueva y que jamás ha cumplido hasta ahora.
Una nueva política de Estados Unidos, considerada por muchos como una antesala del levantamiento gradual del embargo, establece que de ahora en adelante el cubano que quiera irse a Estados Unidos tiene que pasar primero por los canales diplomáticos, y no por el estrecho de la Florida en frágiles embarcaciones que han dejado miles de muertos. El que lo haga por esta segunda vía será regresado de inmediato a la isla por los guardacostas estadounidenses.
Más allá de las consideraciones técnicas, lo que esta nueva medida significa en términos políticos para muchos analistas es que Estados Unidos está reconociendo, sin decirlo, que Cuba es un país como cualquier otro, sin represión política ni limitaciones democráticas, donde se puede vivir tranquilamente. El asilo político concedido automáticamente en altamar a los cientos de balseros que cruzaban el estrecho en forma ilegal, es cosa del pasado. Ahora los cubanos que intenten llegar a las costas de Estados Unidos por vías ilegales serán tratados como cualquier otro latinoamericano que trate de colarse por el hueco del Río Grande.
Si su intención es pedir asilo, tendrán que presentarse en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana y explicar sus motivos.
La furia del exilio en Miami no ha terminado de escucharse. Jorge Mas Canosa, directivo de la Fundación Nacional Cubanoamericana, calificó de deplorable la decisión de eliminar un derecho que había sido reconocido por nueve presidentes de Estados Unidos durante 36 años. Aunque no están muy claros los dividendos políticos que pueda sacar Clinton de esta decisión, hay una tendencia que le augura que serán buenos, y es la creciente ola antimigratoria que se extiende por todo el país. Por ahora el diario The New York Times lo respaldó en un editorial en el que se afirma que el presidente ha logrado "un balance humanitario". Un día después de que el editorial invitara al gobierno a continuar en el camino de la normalización de relaciones, el Departamento de Estado se pronunció en contra de gran parte del proyecto del senador Jesse Helms de hacer más riguroso el embargo.
El gobierno sostiene que en su decisión no pesaron los motivos políticos. Hay quienes afirman que el Pentágono jugó un papel muy importante en las negociaciones secretas con Cuba, bajo el temor de que en Guantánamo ocurriera una tragedia como resultado de un levantamiento suicida de los refugiados.
Si Clinton puso en la balanza los votos que perdía y los que ganaría con la medida, lo más seguro es que no quedó intimidado por las pérdidas pues la rabia de los cubanoamericanos sólo está poniendo en riesgo un 2 por ciento de los votos en la Florida, y con un tema que dentro de un año no estará tan caliente como ahora.
"Honremos la realidad", escribió el periodista Andres Reynaldo en el diario El Nuevo Herald de Miami al comentar la decisión de Clinton "Castro ya no será una baja de la guerra fría".-