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Los precandidatos republicanos son un desastre de tales dimensiones, que tienen casi asegurada la reelección de Barack Obama, a pesar de su baja popularidad. Estos son los más opcionados a enfrentársele.

19 de noviembre de 2011

Suena paradójico. A menos de un año de las elecciones presidenciales del 6 de noviembre de 2012, tanto la situación económica como el pesimismo de la gente harían pensar que Barack Obama no va a lograr ser reelegido y que el candidato republicano, cualquiera que sea, va a vencer. Pero el asunto pinta al revés. Porque la verdad es que a estas alturas pasaría por loco el que apostara a que Obama no está prácticamente elegido.

Lo absurdo es que las encuestas dicen lo contrario. El sondeo más reciente de la CNN advierte que mientras el 46 por ciento de los consultados aprueba la gestión del presidente, el 52 por ciento lo raja. La última encuesta Rasmussen es aún más grave. En ella, solo el 18 por ciento de los ciudadanos creen que el país va bien, en tanto que tres de cada cuatro personas, aseguran que Estados Unidos va por mal camino.

La estadística más dramática se centra en el desempleo. El 9,1 por ciento de la población en condiciones de trabajar carece de ocupación, y desde Franklin Delano Roosevelt ningún presidente ha sido reelegido con un desempleo superior al 7,3 por ciento. Para rematar, la principal bandera del presidente, la reforma al sistema de salud, está en veremos. A mediados del año entrante, la Corte Suprema de Justicia determinará si se ajusta a la ley o no.

El listado de fallas de Obama incluye que no ha cerrado, como prometió, el centro de detenciones de Guantánamo y que le ha faltado liderazgo en varios temas. ¿Qué puede mostrar él a su favor? Algo en lo que jamás pensaron que iba a ser fuerte: la lucha contra el terrorismo. El presidente estuvo al frente del operativo que dio de baja a Osama Bin Laden en Pakistán el pasado 2 de mayo.

Entonces, ¿cómo es posible que Obama tenga posibilidades de ser reelegido? Hay dos razones. La primera es que ha conseguido que el Partido Republicano sea visto como una colectividad que solo pone palos en la rueda. Lo logró cuando ese grupo se negó una y otra vez a votar en el Congreso los planes para sacar al país del déficit. La segunda es que los precandidatos de la oposición han hecho una campaña realmente lamentable.

Quien se ha mantenido a la cabeza las encuestas entre ellos, ahora con un 22 por ciento, es el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney. Todos los analistas apuntan a que va a ser nominado para competir contra Obama, pero su perfil no convence, y eso explica por qué cada semana sube en las encuestas un nuevo candidato. Según el director de The New York Times, Bill Keller, es una especie de “presidente de empresa y no muy de derechas”. Romney es un hombre gris y flip-flopper (que cambia de parecer como una veleta). Además, nadie duda de que en un debate público puede ser vapuleado por Obama.

Le sigue Newt Gingrich, que supera el 23 por ciento. Pero ahora que está en la cima, este buen orador, que ya pasó por su mejor época, va a ser el blanco de todos los ataques. Y Gingrich tiene demasiados flancos débiles.

Herman Cain, aparece de tercero entre los republicanos, con un 21 por ciento. Pero es imposible que resista el desgaste de la campaña, pues sus propuestas son poco serias, lo salpicó un escánalo sexual y sus metidas de pata son legendarias. Hace poco, en referencia a Uzbekistán, dijo en broma que no le importa dónde queda “Uzbeki, beki, beki, bekistán”. Y este jueves demostró en Miami que no sabe en qué consiste la política de “pies secos y pies húmedos”, con referencia a los derechos que tienen quienes huyen de Cuba según pisen o no la costa nortemericana. No solo eso. Tras probar comida típica de la isla en un restaurante, hizo, con el ánimo de elogiarla, una pregunta ridícula: “How do you say ‘delicious’ in Cuban?” (“¿Cómo se dice ‘delicioso’ en cubano?”).

Otro precandidato republicano que arrancó con fuerza y que había recaudado millones es el gobernador de Texas, Rick Perry. Pero su embarradón en el debate del 9 de noviembre, cuando olvidó dos veces el nombre de una de las tres dependencias del gobierno que eliminaría desde el poder (todo lo cual finalizó con un “Ooops!”), lo dejó liquidado. Ahora solo tiene el 6 por ciento en los sondeos del partido. Y en cuanto a la representante Michele Bachmann, del Tea Party (grupo radical que ha dividido a los republicanos), mejor no hablar. Han sido tantos sus errores públicos que Sarah Palin, experta en estos gaffes, parecería hoy una filósofa griega.

Semejante situación es la que lleva a concluir que Obama, por descarte, camina a paso firme hacia cuatro años más en la Casa Blanca. Más todavía si reúne los más de mil millones de dólares que ha previsto para su campaña. Pero falta mucho.

Rick Perry
 
Era uno de los favoritos. Desde 2000 es gobernador de Texas, donde equilibró el presupuesto y creó empleos con una agresiva política neoliberal. Estuvo cinco años en el Ejército, es un metodista ferviente que dijo que “quienes no aceptan a Jesús como su salvador van al infierno”. Autorizó más de 200 ejecuciones capitales en su estado, y con sus orígenes humildes en una familia de rancheros tiene una historia de vida seductora. Un perfil ideal que apela a los ultraconservadores del Tea Party, la clase empresarial y la dirigencia republicana. Pero su campaña es un desastre, no brilla en los debates y parece muy inseguro.

Michele Bachmann

Es la consentida del Tea Party. Representante de Minnesota y abogada de 55 años, pasó buena parte de su vida criando a sus cinco hijos. Dice representar a los Estados Unidos que los políticos de Washington no ven, su iglesia considera que el papa es el anticristo, tiene un hospital psiquiátrico donde hay una terapia para “curar” a los homosexuales. También cree que el calentamiento global es un engaño, rechaza la teoría de la evolución y cree que suprimir el salario mínimo acabaría con el desempleo. Posiciones extremistas que la han vuelto el blanco de parte de la opinión pública y de los republicanos moderados.

Mitt Romney

Lo tiene todo para ganar. Creó una exitosa firma de inversión, es multimillonario, rescató los Juegos Olímpicos de Salt Lake City del desastre financiero, fue un excelente gobernador de Massachusetts y aún le quedan muchos simpatizantes de la campaña de 2008, cuando perdió contra John McCain. Pero Romney, de 64 años, es moderado en el aborto o los derechos homosexuales, es mormón, una agrupación religiosa descrita por los cristianos fundamentalistas como un “culto”. Implementó en Massachusetts un plan universal de cobertura de salud, una herejía para los más conservadores. Por eso es atacado, por tibio, parco y liberal. Defectos graves en tiempos en los que el Tea Party, de extrema derecha, es el faro ideológico republicano.
 
Newt Gingrich

Con 40 años de experiencia, ha sido uno de los políticos conservadores más poderosos. Fue representante de Georgia desde 1979 y en 1995 fue presidente de la Cámara de Representantes, donde lideró el impeachment contra Bill Clinton por mentir sobre su aventura con Monica Lewinsky. Pero salió por la puerta trasera, pues bajo su liderazgo los republicanos perdieron la mayoría y se descubrió que mientras atacaba a Clinton, tenía un affaire con una practicante. Aunque conoce como pocos la política en Washington, pueden hundirlo sus tres matrimonios, sus fiascos políticos y su trabajo como ‘lobbista’ para Freddie Mac y Fannie Mae, entidades culpables de la crisis de las hipotecas.
 
Herman Cain

Es la gran sorpresa. Sin experiencia política, nació en una familia pobre en el sur segregado y escaló hasta ser dueño de la cadena de comida Godfather Pizza. Se presenta como producto del sueño americano, emprendedor y capaz de resolver la crisis económica, es pastor, rechaza el matrimonio homosexual y el aborto, incluso en casos de violación. Sus propuestas populistas y su estilo divertido convencen. Propuso construir un muro electrificado en la frontera con México para detener la inmigración y su programa económico se reduce a bajar los impuestos. Pero sufre por denuncias de que acosó sexualmente a cuatro mujeres y por su ignorancia en política exterior, algo que, según él, “no se supone que tenga que conocer”.
 
Calendario electoral

A partir del 3 de enero, con las votaciones en Iowa, empiezan las primarias republicanas. Por más de seis meses, los candidatos se van a enfrentar en los 50 estados del país, y en cada uno de estos se van a elegir delegados.

En las elecciones primarias en Estados Unidos los votantes no escogen directamente un candidato presidencial, sino representantes que, en el caso de este partido, el 27 de agosto irán a la Convención Nacional Republicana en Tampa, Florida. Allí se escogerá la fórmula de presidente y vicepresidente que se enfrentará a Barack Obama para llegar a la Casa Blanca.

Por lo menos 20 millones de estadounidenses participarán en las primarias republicanas. Se calcula que en las primarias de 2008, los republicanos se gastaron más de 216 millones de dólares.