Home

Mundo

Artículo

Chile

Heridas abiertas

Al cumplirse 30 años del golpe de Pinochet es claro que la sociedad chilena no ha logrado curar las heridas que dejó.

7 de septiembre de 2003

nes al Pacífico o a lagos. Nunca se sabrá cuántos fueron torturados. Unas 200.000 personas lograron huir al exilio.

Sin oposición, ni sindicalismo, ni libertad de prensa y con el respaldo de Estados Unidos, Pinochet logró imponer un modelo neoliberal de tal impacto en las cifras macroeconómicas que ha sido llamado el 'milagro chileno'. Para los hombres de negocios, la derecha y los grupos tradicionalistas, Pinochet salvó a Chile del comunismo. Para sus víctimas, se trató de un monstruo que le dio un golpe mortal a la democracia chilena. Como resultado, la sociedad de ese país sufrió un proceso de división que se siente todavía.

Hoy, 30 años después, la revisión de la historia pone sobre la mesa, nuevamente, a esos dos hombres que se juntan en la tragedia, Allende y Pinochet. Y para eso las grandes cadenas de televisión, igual que hace 30 años, exhibirán el Palacio de La Moneda en llamas y el discurso que revela a un Allende soñador y a un Pinochet, escondido tras unas gafas oscuras, pidiendo a voces la rendición del presidente a quien había jurado lealtad.

El fenómeno desatado por el aniversario tiene su explicación para el sociólogo Tomás Moulian. "A 30 años de ocurrido el golpe, dijo a SEMANA, la muerte del presidente Allende y el inicio de las violaciones a los derechos humanos, todos nos damos cuenta de que los actores comienzan a morir y todos quieren dejar su testimonio a la historia. Por esa razón este año parece que se revivieran con mayor fuerza los recuerdos, los dolores".

El destape de la memoria ha dejado a más de un herido y ha revivido disputas entre partidos que en los 70 estuvieron en trincheras antagónicas y hoy son aliados en el gobierno, socialistas y demócrata cristianos. Los primeros son herederos del legado de Allende y los segundos fueron partícipes del golpe.

Es el caso del fallecido presidente Eduardo Frei Montalva, quien ha sido recordado como cercano a la política de Richard Nixon y miembro activo de la conspiración golpista, a pesar de que años más tarde se opondría a la dictadura. Ante esta mención su hijo, el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, criticó a sus aliados socialistas por haberse opuesto a una salida negociada de Allende.

El senador socialista Carlos Ominami, hijo de un general de la Fuerza Aérea que fue detenido tras el golpe y torturado por sus propios compañeros, dijo en respuesta a las críticas del demócrata cristiano presidente del Senado, Andrés Zaldívar: "Creo que hay un cierto nerviosismo, creo que hay una cierta incomodidad con el curso que han ido tomando las cosas. Creo que ha provocado incomodidad en la derecha y en la gente que estuvo en la línea del golpe militar hace 30 años, la envergadura que ha adquirido la figura de Allende. Creo que eso molesta".

El presidente Ricardo Lagos, hábilmente, se hizo a un lado para no herir sensibilidades en su coalición a menos de un año de elecciones. Sin embargo, en un acto que simboliza su cercanía con Allende, hizo que se reabriera la puerta de La Moneda por donde éste salió muerto esa tarde, puerta que la dictadura hizo clausurar en su reconstrucción del Palacio; además programó dos actos solemnes.

Los políticos de la derecha no quisieron quedarse al margen y debieron responder por su participación en el golpe de Estado que terminó con la democracia y amparó las violaciones a los derechos humanos. Pero una cosa es clara: a medida que el calor de los recuerdos de los actores políticos de hace 30 años irrumpía a través de diarios, revistas y entrevistas televisadas, la imagen de Allende comenzaba a crecer ante los reconocimientos a su vocación democrática.

Tanto, que el general en retiro de Carabineros y actual senador designado Fernando Cordero, quien participó en el golpe, dijo: "Tengo para el presidente Allende dos reconocimientos, que a veces la gente no le gusta que los haga: fue un presidente absolutamente honrado y, además de haber sido valiente, fue consecuente. Esos valores tienen importancia en la vida de una persona".

Sin embargo, para Tomás Moulian, estos mea culpa y reconocimientos de los responsables no son gratuitos, corresponden a un intento por ocultar las violaciones a los derechos humanos al centrar el drama del golpe en la persona de Salvador Allende para demostrar que son capaces de reconciliarse con quienes fueron sus adversarios. Se trataría de una estrategia para conseguir un punto final a la búsqueda de verdad y justicia.

Efectivamente, en mayo la bancada de la derecha anunció que presentaría un proyecto al gobierno para poner término al "problema de los derechos humanos", que en esa fecha significaba el procesamiento de 11 generales y cerca de 300 miembros de las Fuerzas Armadas por crímenes de lesa humanidad cometidos hace 30 años.

La propuesta, que consistía en reparar económicamente los daños causados por el Estado a los familiares de víctimas de violaciones a los derechos humanos a cambio de cerrar los procesos judiciales, causó indignación entre grupos de derechos humanos, la que rápidamente se extendió a los sectores políticos.

Lagos debió salir a criticar el oportunismo de la derecha, que tras haber sido parte de la dictadura intenta proponer un punto final a cambio de dinero. Sin embargo en agosto entregó al país una propuesta en derechos humanos que, según dijo el ministro Francisco Vidal a SEMANA, "contiene un conjunto de leyes que buscan avanzar en verdad, justicia y reparación para que nunca más ocurran violaciones a los derechos humanos. No buscan un punto final, porque eso no podrá haberlo mientras sigan vivas las generaciones que vivieron los hechos".

Recuadros

nes al Pacífico o a lagos. Nunca se sabrá cuántos fueron torturados. Unas 200.000 personas lograron huir al exilio.

Sin oposición, ni sindicalismo, ni libertad de prensa y con el respaldo de Estados Unidos, Pinochet logró imponer un modelo neoliberal de tal impacto en las cifras macroeconómicas que ha sido llamado el 'milagro chileno'. Para los hombres de negocios, la derecha y los grupos tradicionalistas, Pinochet salvó a Chile del comunismo. Para sus víctimas, se trató de un monstruo que le dio un golpe mortal a la democracia chilena. Como resultado, la sociedad de ese país sufrió un proceso de división que se siente todavía.

Hoy, 30 años después, la revisión de la historia pone sobre la mesa, nuevamente, a esos dos hombres que se juntan en la tragedia, Allende y Pinochet. Y para eso las grandes cadenas de televisión, igual que hace 30 años, exhibirán el Palacio de La Moneda en llamas y el discurso que revela a un Allende soñador y a un Pinochet, escondido tras unas gafas oscuras, pidiendo a voces la rendición del presidente a quien había jurado lealtad.

El fenómeno desatado por el aniversario tiene su explicación para el sociólogo Tomás Moulian. "A 30 años de ocurrido el golpe, dijo a SEMANA, la muerte del presidente Allende y el inicio de las violaciones a los derechos humanos, todos nos damos cuenta de que los actores comienzan a morir y todos quieren dejar su testimonio a la historia. Por esa razón este año parece que se revivieran con mayor fuerza los recuerdos, los dolores".

El destape de la memoria ha dejado a más de un herido y ha revivido disputas entre partidos que en los 70 estuvieron en trincheras antagónicas y hoy son aliados en el gobierno, socialistas y demócrata cristianos. Los primeros son herederos del legado de Allende y los segundos fueron partícipes del golpe.

Es el caso del fallecido presidente Eduardo Frei Montalva, quien ha sido recordado como cercano a la política de Richard Nixon y miembro activo de la conspiración golpista, a pesar de que años más tarde se opondría a la dictadura. Ante esta mención su hijo, el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, criticó a sus aliados socialistas por haberse opuesto a una salida negociada de Allende.

El senador socialista Carlos Ominami, hijo de un general de la Fuerza Aérea que fue detenido tras el golpe y torturado por sus propios compañeros, dijo en respuesta a las críticas del demócrata cristiano presidente del Senado, Andrés Zaldívar: "Creo que hay un cierto nerviosismo, creo que hay una cierta incomodidad con el curso que han ido tomando las cosas. Creo que ha provocado incomodidad en la derecha y en la gente que estuvo en la línea del golpe militar hace 30 años, la envergadura que ha adquirido la figura de Allende. Creo que eso molesta".

El presidente Ricardo Lagos, hábilmente, se hizo a un lado para no herir sensibilidades en su coalición a menos de un año de elecciones. Sin embargo, en un acto que simboliza su cercanía con Allende, hizo que se reabriera la puerta de La Moneda por donde éste salió muerto esa tarde, puerta que la dictadura hizo clausurar en su reconstrucción del Palacio; además programó dos actos solemnes.

Los políticos de la derecha no quisieron quedarse al margen y debieron responder por su participación en el golpe de Estado que terminó con la democracia y amparó las violaciones a los derechos humanos. Pero una cosa es clara: a medida que el calor de los recuerdos de los actores políticos de hace 30 años irrumpía a través de diarios, revistas y entrevistas televisadas, la imagen de Allende comenzaba a crecer ante los reconocimientos a su vocación democrática.

Tanto, que el general en retiro de Carabineros y actual senador designado Fernando Cordero, quien participó en el golpe, dijo: "Tengo para el presidente Allende dos reconocimientos, que a veces la gente no le gusta que los haga: fue un presidente absolutamente honrado y, además de haber sido valiente, fue consecuente. Esos valores tienen importancia en la vida de una persona".

Sin embargo, para Tomás Moulian, estos mea culpa y reconocimientos de los responsables no son gratuitos, corresponden a un intento por ocultar las violaciones a los derechos humanos al centrar el drama del golpe en la persona de Salvador Allende para demostrar que son capaces de reconciliarse con quienes fueron sus adversarios. Se trataría de una estrategia para conseguir un punto final a la búsqueda de verdad y justicia.

Efectivamente, en mayo la bancada de la derecha anunció que presentaría un proyecto al gobierno para poner término al "problema de los derechos humanos", que en esa fecha significaba el procesamiento de 11 generales y cerca de 300 miembros de las Fuerzas Armadas por crímenes de lesa humanidad cometidos hace 30 años.

La propuesta, que consistía en reparar económicamente los daños causados por el Estado a los familiares de víctimas de violaciones a los derechos humanos a cambio de cerrar los procesos judiciales, causó indignación entre grupos de derechos humanos, la que rápidamente se extendió a los sectores políticos.

Lagos debió salir a criticar el oportunismo de la derecha, que tras haber sido parte de la dictadura intenta proponer un punto final a cambio de dinero. Sin embargo en agosto entregó al país una propuesta en derechos humanos que, según dijo el ministro Francisco Vidal a SEMANA, "contiene un conjunto de leyes que buscan avanzar en verdad, justicia y reparación para que nunca más ocurran violaciones a los derechos humanos. No buscan un punto final, porque eso no podrá haberlo mientras sigan vivas las generaciones que vivieron los hechos".

Recuadros

“Nunca pensé salir vivo”