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HOY EN LIBIA, ¿MAÑANA...?

La ONU exige a Libia la extradición de terroristas, sopena de sanciones. ¿Se sienta un precedente para los narcotraficantes?

2 de marzo de 1992

LA COMUNIDAD INTERNAcional ha sido testigo, una vez más,en el curso de la semana pasada, del resurgimiento de la Organización de las Naciones Unidas, como actor principal en la toma de decisiones políticas en el escenario internacional, y en especial la importancia del papel del Consejo de Seguridad en esta nueva coyuntura. En una acción sin precedentes, el Consejo de Seguridad aprobó unanimemente una resolución que sugiere que Libia es responsable de terrorismo de estado, y exhorta a dicho gobierno a que proporcione una respuesta efectiva a peticiones formuladas por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido que, en resumen, exigen la extradición de nacionales de ese país. Con esta resolución, el Consejo de Seguridad pone de manifiesto que el ejercicio de sus responsabilidades para con la paz y la seguridad internacionales en esta época de la posguerra fría, se extiende más allá del campo puramente intenacional y penetra en asuntos de jurisdicción intena de los países miembros de la Organización, lo que conlleva, evidentemente, consecuencias sustantivas para la soberanía nacional.
La resolución 731 de 1992 del Consejo de Seguridad, promovida por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido,fue objeto de de consultas intensas y de negociaciones prolongadas en el seno del Consejo. Su texto no tiene precedentes en la historia de la Organización. Se constituye, por el contrario, en un precedente que representa un punto de ruptura con el "Viejo Orden" y un punto de partida en el "Nuevo Orden", con implicaciones de carácter externo e interno, de naturaleza política y jurídica. La resolución tiene dos objetivos principales. De un lado, envía un mensaje claro que el Consejo de Seguridad ésta decidido a condenar actos contra la seguridad de la aviación civil y a fortalecer la cooperación entre todos los estados de la comunidad internacional para prevenir o castigar los actos de terrorismo internacional, incluido el terrorismo de estado. De otro, trata de garantizar el enjuiciamiento de los acusados. Con base en esta última finalidad, la resolución solicita que Libia coopere con estos tres países en relación con las actuaciones judiciales vinculadas con los ataques perpetrados contra el vuelo 103 de Pan Am sobre Lockerbie, Escocia, en diciembre de 1988, y el vuelo 772 de UTA sobre Niger un año más tarde, incluidos, sin que se mencione explícitamente, el aporte de pruebas materiales, facilitar contactos para la obtención de testimonios, y la entrega de todos los acusados del delito para que sean sometidos a juicio . Por si fuera poco, las solicitudes demandan que Libia acepte toda la responsabilidad por los actos de los funcionarios libios.
La resolución fue aprobada por unanimidad. Se constituyo claramente en otro de los triunfos diplomáticos de Estados Unidos en los últimos meses, y marca en forma dicidida y novedosa la voluntad del Consejo de Seguridad de intervenil en los asuntos internos de los estados en nombre de la democracia, los derechos humanos y el desarme, tendencia preocupante y con un índice alto de riesgo político, sobre todo para los países en desarrollo.
A nadie debe sorprender el acaecimiento y desarrollo de este tipo de eventos en la nueva realidad política internacional.
La nueva coyuntura comienza a tomar forma a raíz de la situación de conflicto surgida por la ocupación de Iraq a Kuwait en agosto de 1990, y de forma paralela con las transformaciones radicales de la Europa geopolítica de la posguerra, incluidos el desmembramiento de la antigua Union Soviética, los cambios políticos en Europa Oriental y la crítica situación en Yugoslavia. El reordenamiento de fuerzas tuvo como eje principal en 1.991 la coalición político-económico-militar en contra de Iraq.
Simultáneamente se inició un proceso de revitalizaci6n de las Naciones Unidas, de reinterpretación de sus facultades con base en la Carta de la Organización y de seudoampliación de sus competencias. Como consecuencia inevitable aparecen en esta nueva coyuntura varios interrogantes que, en un caso como el de Libia, resultan ciertamente legítimos. De un lado, en relación con el concepto de soberanía nacional que aparece como amorfo y gaseoso y en relación con la delimitación respectiva entre las jurisdicciones interna e internacional, la cuál se ha vuelto borrosa y confusa. De otro, el caso libio pone en evidencia el desafio y la amenaza al principio de igualdad política de los estados miembros de Naciones Unidas, puesto que se vulnera uno de los fundamentos políticos esenciales de todo estado soberano, es decir, la independencia, la credibilidad y la imparcialidad de un sistema judicial nacional y los procedimientos jurídicos de enjuiciamiento aplicables a sus nacionales. Se estaría creando además el precedente de que el Consejo de Seguridad por primera vez en su historia sirviera como instancia de requerimiento de un país individual, miembro de la Organizaci6n a otro estado miembro de las Naciones Unidas, para exigir el cumplimiento de una solicitud hecha por el primero. En pocas palabras, se constituye en un puente político para una controversia de índole bilateral.
Igualmente, también por primera vez en su historia. una resolución del Consejo de Seguridad reconoce y legitima a nivel internacional los resultados de investigaciones llevadas a cabo por autoridades nacionales que carecen de investidura internacional y cuyos actos, en principio, carecen de efectos extraterritoriales.
Es cierto que un cuestionamiento de ese tipo es concebible cuando se trata de un país como Libia, cuyo historial de conducta en la comunidad de estados es deplorable, y que por lo mismo es fácil estar en contra de ese país en cualquier asunto de política internacional. Pero la verdad es que la resolución 731 tiene un aspecto inquietante. La pregunta seria si el caso libio se podría constituir en un precedente aplicable a otras formas delictivas asimilables al terrorismo como el mercenarismo, el tráfico ílicito de armas y el narcotráfico. Porque hoy es Libia, mañana... cualquier lugar del mundo.