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JALON DE OREJAS

Las palabras del Papa contra el desempleo pusieron el dedo en la llaga sobre el problema que más preocupa a los argentinos.

18 de diciembre de 1995

AL MEDIO DIA DEL MARtes 14 de noviembre el presidente de Argentina, Carlos Menem, interrumpió un consejo de ministros para recibir una llamada. En la línea estaba el secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano. La conversación de los dos hombres giró en torno de los niveles de desempleo en el país austral. Menem esperaba la llamada porque ya sabía que el Papa Juan Pablo II había hablado del tema, el viernes anterior, durante un encuentro con obispos argentinos.
Sodano quería limar asperezas porque lo dicho por el Sumo Pontífice no era poca cosa. Luego de escuchar los informes que le fueron presentados por los prelados, Juan Pablo II pronunció unas palabras que causaron revuelo en la vida política gaucha. Señaló que "la grave situación económica que aflige a una considerable proporción de la comunidad argentina tiene en el incremento del desempleo una de sus más severas expresiones".
El Vicario se fue lanza en ristre contra el modelo económico que ha adoptado Menem para superar la crisis financiera del país. "Es oportuno recordar que la situación no mejora sólo con medidas técnicas, sino también y sobre todo promoviendo reformas con una base moral y humana". Sus palabras no fueron ninguna revelación, pues Argentina tiene hoy una tasa de desocupación que supera el 20 por ciento y el crecimiento del producto interno bruto proyectado para el presente año es cero. Pero una de las peores cosas que le podía pasar al manejo económico de Menem era caer en boca de Juan Pablo II. Un Papa que no sólo no ha tenido pelos en la lengua para expresar sus opiniones, sino que en más de una oportunidad ha metido abiertamente su nariz en temas políticos. Además era la segunda vez que hacía una advertencia en este sentido. La primera fue cuando el general Leopoldo Galtieri ocupaba la presidencia de la República.
La respuesta de Menem a las palabras papales fue la previsible. Aunque trató por todos los medios de referirse al tema, sentó una posición oficial a través de su secretario de Desarrollo Social: "El mensaje del Papa siempre es bienvenido... Sirve para movilizar nuestras conciencias y para reiterarnos en los principios de la doctrina social de la Iglesia sobre la base de nuestra acción". Pero para nadie es un secreto que al presidente le cayeron estas declaraciones como un baldado de agua fría, no sólo porque le da un argumento más a sus críticos sino porque evidenciaron sus diferencias con la Iglesia. "ya no se trata de un cura zurdo, sino que son todos los obispos de Argentina y el mismo Papa quienes hacen esta advertencia", sentenció Luis Farinello, un párroco que trabaja en un barrio ilegal de Buenos Aires.
Tal vez porque sea un caradura. O tal vez porque debe seguir adelante para demostrarle a todos sus detractores, incluso a los de sotana, que su modelo sí funciona, Carlos Menem dejó de lado el asunto y encauzó todas sus fuerzas para sacar adelante un nuevo proyecto de ley que presentó al Congreso. Lo más irónico es que también tiene que ver con el empleo. El Ejecutivo solicitó una autorización para realizar una nueva reforma al Estado, que reduciría el déficit fiscal en 1.500 millones de dólares y que dejaría 20.000 funcionarios vacantes.