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Jaque, pero no mate

El referéndum favorece al presidente Boris Yeltsin, pero no resuelve la crisis institucional de Rusia.

31 de mayo de 1993

EL REFERENDUM RUSO del 25 de abril arrojó un claro triunfo para el presidente Boris Yeltsin. Con una participación de un 64 por ciento de los votantes, el 58 por ciento ratificó la confianza en el presidente y un 53 por ciento apoyó su política económica. Un 64 por ciento votó a favor de elecciones anticipadas del Congreso, aunque esta cifra no alcanzó las exigencias constitucionales para serpuesta en práctica.
Pero como se esperaba, el referéndum también ahondó las diferencias regionales. En la rebelde Chechenia no hubo referéndum. En Ingushetia, Yeltsin obtuvo sólo el dos por ciento de los votos. En Tatarstán, una rica república petrolera en el centro de Rusia, sólo participó un 20 por ciento de la población y el referéndum fue declarado inválido. Y en la vecina Bashkortostán el 70.6 por ciento de la población votó a favor de la independencia económica de la república. También hubo notas curiosas, como la del alcalde de Ryazan, que decidió vender 400 toneladas de mantequilla a mitad de precio a los que votaran.
Que la pregunta sobre las elecciones anticipadas del Congreso haya sido la más votada, significa que la población expresó un claro rechazo al Congreso de Diputados. Las interminables transmisiones por TV de los últimos Congresos: la figura de Rusián Jasbulátov, el enigmático checheno enemigo número uno del presidente: la imagen de Sergei Baburin, dirigente de "Unidad de Rusia" con su barba de Mefistófeles y la parálisis política creada ante cada reunión del Congreso, fueron produciendo un masivo rechazo a este organismo, elegido en 1991 bajo las normas del régimen anterior.
Sin embargo, el referéndum no facilitó ningún canal para resolver la crisis institucional de Rusia, pues cada uno de los dos bandos interpreta los resultados a su gusto. Yeltsin interpreta su victoria como un mandato para reformar la Constitución de Rusia. La semana pasada dio a conocer los puntos centrales de la nueva Carta que establece una república presidencial, elimina el cargo de vicepresidente y reemplaza el actual Congreso de Diputados del Pueblo por un Parlamento bicameral. Pero ¿cómo hacerla aprobar? Según el ministro Sergei Shakrai, el paso siguiente sería convocar una asamblea constituyente y otro referéndum. Pero el Congreso no está dispuesto a dejarle el terreno libre. Al día siguiente del referéndum, Ruslán Jasbulátov se apresuró a decir que "este referéndum no produjo ni vencedores ni vencidos. Ha dividido a la sociedad aún más, y ha debilitado al Estado ruso, tal como habíamos pronosticado ".
La confrontación sigue desgarrando al país. El miércoles, Yeltsin le quitó al opositor vicepresidente Alexandr Rutskoi, su cargo como responsable de la comisión de lucha contra el crimen. Por su parte, el Soviet votó una resolución contra el plan de privatización del gobierno.
Esta confrontación se refleja también en las regiones y provincias. La pequeña república de Mordovia, ubicada a 500 kilómetros de Moscú, se ha convertido en un espejo de Rusia: el Soviet local decidió eliminar el cargo del presidente, había sido elegido un año antes por sufragio universal. Yeltsin corrió en ayuda de su colega y anuló la decisión. Jasbulátov también se apresuró a apoyar a los suyos, y en la primera sesión después del referéndum, el Soviet de Rusia anuló la decisión de Yeltsin.
Pero Rusia no es Mordovia. De su suerte están pendientes los ojos del mundo. En los próximos días habrá nuevas jugadas de esta partida sin fin, en las que todos dan jaques, pero ninguno el mate...