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Así cayó Kuczynski

La renuncia del presidente peruano, por acusaciones de corrupción relacionadas con la empresa brasileña por acusaciones de corrupción relacionadas con, obedeció a un complicado ajedrez parlamentario. El nuevo presidente, Martín Vizcarra, deberá recomponer unas instituciones muy golpeadas, en medio de un panorama político incierto.

24 de marzo de 2018

Dos palabras definen la crítica historia política de Perú en los últimos años: Odebrecht y Fujimori. La renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski este miércoles 21 de marzo, un día antes de que el Congreso votara su destitución, fue la consecuencia del escándalo de los pagos de la constructora brasileña, sumado a la cerrada oposición del partido Fuerza Popular de Keiko, la hija del exdictador Alberto Fujimori. Odebrecht y el apellido Fujimori pusieron punto final al corto reinado de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), que duró escasos 20 meses.

“El presidente ha caído de manera vergonzosa”, editorializaba El Comercio de Lima. Es que desde el año 2000, cuando Fujimori abandonó el gobierno y huyó del país, no se vivía una crisis de estas proporciones. Se trata del primer presidente latinoamericano que pierde su puesto por el escándalo de Odebrecht, antecedente que hace correr sudor frío por la espalda de otros mandatarios alcanzados por las denuncias de corrupción que brotan de las delaciones de los ejecutivos de la empresa brasileña.

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En diciembre, PPK sobrevivió al primer intento de ‘vacancia’ promovido por Keiko en el Congreso. Lo hizo gracias al acuerdo con Kenji, el otro hijo del exdictador, que retiró su voto y el de nueve congresistas más a cambio del indulto a su padre, que salió en libertad tres días después. Pero la difusión, en marzo, de los videos donde Kenji y otros allegados al presidente ofrecían prebendas a los diputados para votar contra la destitución selló la suerte de de Kuczynski.

La tragedia del fujimorismo

El apellido del exdictador, que inició su mandato en 1990, continúa siendo decisivo en la política peruana. Disolvió el Congreso dos años después, se reeligió dos veces y gobernó hasta el año 2000, cuando envió su renuncia desde Japón, para ser capturado en Chile en 2005. Este país lo extraditó por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante su mandato, y la Justicia peruana lo condenó a 25 años de prisión, de los cuales cumplió 10.

Desde entonces, tres presidentes pasaron por el Palacio de Miraflores: Alejandro Toledo (2001-2005), el aprista Alan García (2006 -2010) y Ollanta Humala (2010-2015).

Pero poco a poco, el fujimorismo fue recuperándose de la derrota. De la mano de la carismática Keiko, las ideas de su padre volvieron a ganar adeptos, ante la persistente crisis y desprestigio de los sucesivos gobiernos. Hábil y astuta, Keiko maquilló su partido, se corrió al centro y se distanció de su padre preso.

Gracias a esta reconversión, Fuerza Popular logró el primer lugar en las elecciones de 2016. En la segunda vuelta Keiko perdió contra PPK por solo 41.000 votos, gracias al auxilio de la izquierda, que apoyó a Kuczynski para impedir el retorno del fujimorismo.

Pero Keiko logró controlar el Congreso con la mayoría absoluta que le otorgaron los 73 diputados electos. Se produjo así lo que María Milagros Socorro Campos, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad Católica de Perú, llama “gobierno dividido”. Esta circunstancia, anotó la especialista a SEMANA, “no se había dado en medio siglo o más, un caso en que el Congreso haya logrado una mayoría absoluta adversa al Ejecutivo”.

PPK hizo esfuerzos por liberarse de los tentáculos de Keiko. Pretendió ostentar un protagonismo regional e internacional al erigirse en el vocero del Grupo de Lima, constituido en 2017 por países latinoamericanos para buscar una salida a la crisis de Venezuela.

Pero desde su trinchera, Keiko no dejó en paz al débil presidente: hizo caer 5 ministros en 14 meses y forzó la figura de una ‘incapacidad moral permanente’ para someter a Kuczynski a la destitución en diciembre de 2017.

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Odebrecht, la palabra maldita

Kuczynski agrega su nombre al de los mandatarios peruanos caídos en desgracia por culpa de Odebrecht: Alejandro Toledo, fugitivo; Alan García, investigado; Ollanta Humala y su esposa, Nadine Herrera, presos. “La política peruana está ‘Odebrechizada’, porque el factor Odebrecht ha centrado el debate, y la comisión investigadora Lava Jato está en el centro de las noticias junto con la actuación del Ministerio Público y esto no termina”, dijo a SEMANA la profesora Socorro Campos.

Como en ningún otro país por fuera de Brasil, el escándalo del Lava Jato permeó toda la política peruana y no dejó títere con cabeza. Toledo fue acusado de haber recibido 20 millones de dólares por la concesión de dos tramos de la carretera Interoceánica Sur. A García lo investigan por la concesión de la línea 1 del metro de Lima, adjudicada a Odebrecht durante su gobierno. Humala y su esposa habrían recibido 3 millones de dólares para financiar la campaña presidencial en 2011.

En noviembre de 2017, el propio Marcelo Odebrecht, CEO de la empresa, dijo a fiscales peruanos que contrató a Westfield Capital, firma unipersonal de Kuczynski, para recibir consultorías en varias obras, por las cuales Westfield recibió 782.000 dólares, y la empresa First Capital Partners LLC habría obtenido más de 4 millones de dólares entre 2005 y 2013. Kuczynski logró salvarse en diciembre, cuando Fuerza Popular propuso su vacancia política en el Congreso a raíz de las denuncias de las vinculaciones con Odebrecht.

Evadió la destitución al negociar con Kenji el indulto de su padre. A cambio, 10 diputados de Fuerza Popular se abstuvieron en la votación del 22 de diciembre. Ese acuerdo indignó a los parlamentarios de la izquierdista Nuevo Perú, que en diciembre se habían negado a votar contra el presidente para evitar el regreso del fujimorismo. Pero esta vez le quitaron su apoyo a PPK y lo dejaron solo, en las garras de Keiko.

Por eso, PPK no pudo salvarse del segundo embate. Y su situación empeoró aún más cuando en marzo se difundieron los videos en los que Kenji Fujimori y otros allegados a PPK ofrecían prebendas políticas a diputados de Fuerza Popular para no votar la destitución. Su suerte quedó echada.

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Vizcarra, a bailar con la más difícil

Al cierre de esta edición se posesionaba en el poder el primer vicepresidente Martín Vizcarra, que deberá terminar el mandato constitucional de Kuczynski en 2021, para lo cual tendrá que ganarse la legitimidad política con alianzas que le permitan crear una base desde la cual gobernar.

Martín Hidalgo, del diario El Comercio de Lima, dijo a SEMANA que por ahora, según las normas constitucionales, Vizcarra “no puede convocar a elecciones generales como proponen algunas fuerzas. Tendría que llegar a un acuerdo político en el Congreso para hacer una reforma constitucional de adelanto de elecciones, que es mucho más complejo”. Por eso, lo más probable es que Vizcarra complete el mandato de PPK. La única posibilidad de elecciones anticipadas hubiera sido la renuncia de los dos vicepresidentes, Vizcarra y Mercedes Aráoz, quien a su vez era la presidenta del Consejo de Ministros de Kuczynski, pero esto no sucedió.

El saldo de la batalla deja heridos por todos lados. Kenji Fujimori parece ser el claro perdedor. Su hermana Keiko salió airosa de la pelea, reunificó su bloque y se puede preparar para hacerle la guerra al nuevo gobierno. Pero el Congreso también carga con un enorme desprestigio.

“Gana, aunque solo en el corto plazo, Keiko Fujimori. Gana en la disputa de poder con su hermano Kenji, pero en el largo plazo, por lo sucedido en los últimos meses de esta crisis política, queda como una lideresa sin respeto a las instituciones y poco democrática”, dijo a El Comercio Paula Muñoz, profesora de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad del Pacífico.

Consecuencias regionales

La caída de Kuczynski es un golpe en el corazón del Grupo de Lima, la reunión de 17 países latinoamericanos constituida en 2017 para buscar una salida política a la crisis en Venezuela. Kuczynski había anunciado que no invitaba a Nicolás Maduro a la Cumbre de las Américas, a realizarse el 13 y 14 de abril en Lima, a la cual asistirá el presidente Donald Trump.

Sin embargo, a pesar del cambio de presidente, la política hacia el gobierno de Maduro continuará, como opina Socorro Campos. “El factor Venezuela genera consensos en Perú con excepción de la izquierda, un tema que ha unido al fujimorismo con PPK, y el Congreso está claramente identificado con la posición frente a Maduro. Yo diría que políticamente la posición frente a Venezuela tiene otros liderazgos que tomarán la posta”, señaló.

De cualquier manera, la solidez del bloque latinoamericano frente a Caracas se ha visto resquebrajada. Que el líder de la campaña contra Maduro sea el primer presidente latinoamericano destituido por las consecuencias del caso Odebrecht, le quita su pilar al Grupo de Lima. Más aún, teniendo en cuenta que se avecinan elecciones en Colombia y México con resultado incierto, con el impopular Michel Temer preparándose para dejar el Palacio de Planalto y con Mauricio Macri enfrentando el descontento social en Buenos Aires. La política latinoamericana, definitivamente, no logra un umbral de estabilidad.