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LA BATALLA DE YELTSIN

El presidente ruso se enfrenta al paquidérmico Congreso de los Diputados del Pueblo por el futuro de su gobierno y de Rusia.

11 de enero de 1993

EL PRESIDENTE DE RUSIA BORIS YELTSIN EStá enfrascado en un enfrentamiento con el Congreso de Diputados del Pueblo, una institución creada en 1989, cuando todavía existía la Unión Soviética y el Partido Comunista como tal aún no había pasado a la historia. Se trata de una pugna que podría devolver al poder a los antiguos comunistas -"conservadores"- que dominan ese órgano. Ya sucedió en Lituania, Bulgaria y otros países del "socialismo real", donde regresaron al poder viejos comunistas vestidos con la piel de oveja de sus "nuevos" partidos. Pero que suceda en Rusia, el país más grande del mundo donde se originó la revolución comunista, podría tener consecuencias de indudable trascendencia histórica.
El descontento popular con la situación económica parece haber quitado a Yeltsin su entusiasmo autoritarista al punto que llegó a negociar hasta su programa de reformas con sus opositores" una curiosa alianza de ex comunistas de Rusia Primero y la poderosa Unión Cívica, un grupo de capitanes de industrias. El 26 de noviembre el primer ministro Yegor Gaidar presentó al Soviet Supremo (el Parlamento reducido de 247 miembros) un esquema para frenar la caída de la producción mediante créditos y cambios en el programa de privatización. No se trató de un retorno pero si un retroceso ante las metas fijadas con el Fondo Monetario Internacional que exiguían la eliminación de todos los subsidios, el cierre de empresas improductivas y una estricta austeridad fiscal para impedir la hiperinflación. Aparte de ello, desde antes de comenzar la reunión del Congreso, Yeltsin ya había sacrificado varios funcionarios claves como Yigor Yakovlev, director de la cadena de televisión y los ministros de Educación y de Prensa. Pero esa serie de concesiones, lejos de aplacar a los opositores, les abrió más el apetito.
El Congreso se reunió desde el 3 de diciembre para, entre otras cosas, aclarar la situación constitucional del país. Rusia se rige por Ia Constitución de la desaparecida Unión Soviética aprobada en 1978 y modificada más de 250 veces. Era indispensable establecer los parámetros de la división de los poderes, lo que adquirió mayor urgencia ante la expiración de las facultades otorgadas hace un año a Yeltsin para gobernar por decreto.

MALOS DIAS PARA YELTSIN
Desde el comienzo llovieron torpedos para Yeltsin. El grupo Unidad dc Rusia -una insólita coalición de comunistas y nacionalistas radicales- intentó que se llevara a cabo un "impeachment" contra el presidente para la destitución pura y simy simple de su gobierno, pero su preposición fue rápidamente rechazada.
La situación comenzó a complicarse con la discusión de las reformas constitucionales. A pesar del voto secreto, -que dio lugar a un grotesco pugilato en el recinto-, los legisladores no lograron la mayoría de dos terceras partes necesaria para aprobar las enmiendas contra el ejecutivo.
Por cuatro votos Yeltsin se salvó de una reforma que hubiera entregado al Soviet Supremo la facultad para nombrar y remover los ministros del gabinete, lo que hubiera sido fatal para la autonomía del poder ejecutivo. Y por un voto se salvó de otra que le hubiera dado al mismo cuerpo la creación y disolución de misterios.

UNA VICTORIA PIRRICA
Según el opositor presidente del Congreso Ruslan Jasbulatov, esa fue una "victoria pírrica" del presidente.
La verdadera confrontación vino a la hora de elegir al Primer Ministro. En busca de votos, Yeltsin volvió a hacer concesiones y entregó al Parlamento el control de cuatro ministerios claves:
Relaciones Exteriores, Interior, Seguridad y Defensa a cambio de la confirmación de Gaidar. Por medio estaba la continuidad del programa de reformas llevado a cabo por el joven economista de 36 años de edad. Pero a pesar de sus concesiones y del apoyo de la Unión Cívica, una agrupación de centro dirigida por los grandes capitanes de industria, la votación no favoreció a Gaidar.
En cualquier país del mundo ello hubiera sido el final para el primer ministro. Pero no en Rusia, donde Gaidar puede seguir como hasta ahora, en interinidad, ( el primer ministro formalmente es Yeltsin ) durante tres meses más. Al final de ese plazo, el presidente podrá volver a proponerlo ante el Soviet y aún si éste lo volviera a rechazar, podría continuar en el cargo por tres meses más.
Yeltsin no se conformó con la medida desesperada de desconocer la decisión congresional sobre su Primer Ministro. El impulsivo presidente inició una campaña para recoger un millón de firmas que convoquen a un plebiscito en enero de 1993. La pregunta sería la siguiente: A quién encomienda usted sacar al país de la crisis económica y el renacimiento de la federación Rusa: ¿ al actual Congreso y al Soviet Supremo, o al Presidente de Rusia?". Según ese esquema, si Yeltsin se sale con la suya, se convocarían elecciones parlamentarias para marzo. Si pierde, la presidencia quedaría sujeta a nuevos comicios.
El Congreso, por su parte, respondió que no se- opone al referéndum pero propone que se someta a la consulta del electorado las elecciones anticipadas de presidente y Congreso. Al cierre de esta edición se esperaba una reunión entre Yeltsin y Jasbulatov.

¿PORQUE SE LLEGO A ESTO?
Hace un año las reformas económicas eran esperadas con expectativa y todo el mundo estaba convencido de la capacidad de Gaidar y su grupo de jóvenes. En ese momento Yeltsin tenía todas las cartas a su favor y hubiera podido convocar cualquier referéndum en excelentes condiciones de ganarlo, para tener una base política en el Congreso y llevar a cabo su programa de reformas.
Pero aún a sabiendas de que era un bastión de los comunistas tradicionales, a Yelstin le dio temor tocar al Congreso y decidió solicitar poderes especiales para imponer su "terapia de choque".
Cuando empezó a sentirse la dureza del ajuste y las encuestas empezaron a marcar el descenso de la popularidad de Yeltsin y Gaidar, cuando el rublo empezó a caer sin freno hasta el nivel actual de 450 por dólar y los precios a subir sin límite -el 40 por ciento de la población gana 3.300 rublos mensuales, menos de la mitad de la canasta familiar- la mayoría comunista del Congreso empezó a rebelarse.
En ese momento el presidente inició el camino que lo tiene hoy en una tremenda encrusijada: ceder más y más terreno. Y cuando llegó la reunión del Congreso, la estrategia de Yeltsin fue más de lo mismo. El diario progobiernista Nezavisimaya Gazeta reflejó la situación al titular la edición del martes 8 de diciembre: La estrategia de Yelstin: ¿ Defensa pasiva o ninguna estrategia ? El propio presidente en su discurso del jueves lO, dijo: ¿"Me lamento a mí mismo por hacer repetidas e injustificadas concesiones en aras del consejo político. Como resultado se ha perdido tiempo mientras los acuerdos fueron, por regla general, rotos".

AMANECERA Y ...
Lo único claro es que Yeltsin está perdiendo la batalla en el Congreso de los diputados del Pueblo, si bien aún no es claro cómo terminará el episodio. Por lo pronto, la votación contra Gaidar, aún siendo una derrota, significó un incremento en la votación favorahle al ejecutivo. Pero evidentemente el referéndum también atemoriza a los diputados que no tienen, como casi nadie en Rusia, conocimientos sobre la forma como se busca el favor popular de cara al veredicto de las urnas.
La legalidad del plebiscito no está clara, porque si bien el procedimiento del millón de firmas es correcto, la presunta prevista podría ser inconstitucional porque viola la división de poderes.
Pero una encuesta publicada por Izvestia reveló que un 64 por ciento de los rusos opina que los enfrentamientos entre el ejecutivo y el Parlamento son "una lucha por el poder" y que un 67 por ciento no confía en que el Congreso exprese los intereses del pueblo.
Esa debilidad mutua es paradójicamente el mayor argumento hacia las negociaciones lo que, junto con las declaraciones conciliadoras del ministro le Defensa tranquilizan un poco a los pesimistas que hablan de una guerra civil. En ese aspecto debe pesar el que los países occidentales no han ocultado que quieren a Gaidar en su puesto para dar vía libre al apoyo económico.
El día anterior al comienzo del Congreso, la Corte Constitucional confirmó la disposición de Yeltsin sobre la ilegalidad del Partido Comunista ( PCUS ) al que consideró un "Estado dentro del Estado". Esa determinación tiene el doble efecto de cerrar el capítulo ¿ Interior y confirmar que Rusia tiene un poder jurisdiccional independiente.
Todo ello sienta las bases para un real despegue democrático.
Pero ese tema técnico es opacado por la posibilidad de que los comunistas recuperen el poder. Una cosa es que suceda en Lituania y otra que pase en Rusia, donde podría señalar un rumbo imprevisto para los fenómenos políticos que asombran en este final de siglo.

Joven, ruso, economista y en problemas

YEGOR GAIDAR, PRIMER MInistro encargado de Rusia y centro de un debate sin precedentes en el Congreso de los Diputados del Pueblo es un hombre de 36 años sobre cuya espalda descansa un proceso sin precedentes: Convertir la economia centralizada de la Unión Soviética en un sistema de mercado libre.
Si alguien nació en la Unión Soviética con cucharita de plata, ese es Gaidar. Su abuelo fue un héroe de dos guerras mundiales convertido en escritor de gran aprecio y fama nacional. Su padre Timur fue comandante naval, agregado militar y corresponsal de Pravda en Cuba -durante la crisis de los misiles- y más tarde en Yugoslavia.
Eso significó para el niño Yigor un temprano contacto con el exterior del país una condición que se repite en casi todos los reformistas de hoy. Nacido en 1956, el año en que la URSS aplastó la rebelión de Hungria, su infancia fue marcada por las dudas despertadas por la invasión a Checoslovaquia de 1968. Recibió su doctorado en economía en 1978, el año en que Moscú lanzó sus tropas a la aventura de Afgaistán.
En el departamento de Economía de la Universidad Estatal de Moscú Gaidar salió con honores como siempre. Sus capacidades como políglota -habla español, serbocroata e inglés- lo convirtieron en un hombre muy valioso para el país. En la universidad se relacionó con Stanislav Shatalin y Nikolai Petrakov, quienes serían fundamentales en la organización de un nuevo pensamiento económico bajo el gobierno de Mijail Gorbachov.
Caído éste -quien había rechazado el famoso plan de los 500 días propuesto por Shatalin- Boris Yeltsin encargó a Gaidar y su grupo de asumir la política económica. Pero el intelectual Gaidar no ha tenido éxito en comunicar sus proyectos a la población y ha caído en manos de críticos avezados como el líder de la Unión Cívica Srkady Volsky, quienes lo han convertido en el hazmerreír del país. En estos días Gaidar lucha con su escaso capital político para salir adelante en un Congreso que hasta el año pasado era prácticamente un cuerpo sin importancia alguna, pero que ahora se ve en el centro de las decisiones y está dispuesto a tomarlas.