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LA CAIDA DE LOS DIOSES

Un escándalo de proporciones épicas amenaza cambiar el panorama político de Italia.

22 de marzo de 1993

LA HISTORIA COMENZO exactamente hace un año. En ese entonces un desconocido juez llamado Antonio di Pietro ordenó allanar las oficinas de Mario Chiesa, hombre fuerte del Partido Socialista en Mi- lán y presidente del asilo para ancianos "Pio Albergo Trivulzio". Chiesa tenía problemas con su ex mujer, a quien le había negado dinero después de la separación y, para vengarse, ella le denunció por recibir sobornos. Así nació la más importante investigación judicial desatada en Italia en los últimos años, la operación "Mani Pulite" ("Manos Limpias"), que está acabando con el Partido Socialista y cuestionando todo el sistema de poder de ese país.
Por lo que se ha revelado, la corrupción campea en buena parte de la clase política italiana. Un año después de iniciada, la operación afecta a más de 400 personas, entre ellos unos 100 parlamentarios, que de una u otra forma están implicados en casos de soborno calculados en más de 250 millones de dólares, pero que algunas estimaciones sitúan en 140 mil millones a lo largo de los últimos 20 años.
Sin duda, hasta ahora los más afectados son los socialistas, Al secretario general del Partido Socialista ItaIiano, PSI, el hasta ahora todopoderoso Bettino Craxi, le han sido iniciados seis procesos judiciales. Entre los responsables de la administración del dinero del PSI, uno murió este año de un infarto (Vincenzo Balsano) y el otro (Silvano Larini) se entregó recientemente. Larini confirmó las acusaciones contra los dirigentes del PSI y reveló, además, la existencia de una cuenta secreta en Suiza (la número 633369) a nombre de Bettino Craxi y el caído ministro de Justicia (y aspirante a sucesor de Craxi) Claudio Martelli, con al menos siete millones de dólares, en la que se consignaban las jugosas comisiones que cobraban a empresas e industrias para ser favorecidas. Acosado por las acusaciones, Craxi se vio obligado a renunciar a su cargo.
Craxi está acabado. Durante 16 años dirigió con arrogancia y mano dura el Partido y lo condujo del tres por ciento del electorado que tenía en 1976, al 14 por ciento en 1992. Participó en casi todas las coaliciones de gobierno y personalmente fue primer ministro durante tres años, uno de los mandatos más largos de la agitada vida política de la segunda república. Lo paradójico es que su permanencia en el cargo coincidió con el boom económico de Italia a mediados de los años 80.
El hecho equivale a una verdadera "caída de los dioses". Los opositores de la ultraderecha y los ex comunistas piden disolución del Parlamento y la convocatoria a elecciones, previa la dimisión del gobierno del primer ministro socialista Giuliano Amato, que está respaldado por una coalición de los partidos Liberal, Demócrata Cristiano y Social demócrata.
Hay quienes opinan que la actual crisis política, económica y moral que atraviesa Italia puede llevar a un "nuevo" renacimiento o a su desintegración total. Por ahora se dice que la Democracia Cristiana (que tampoco está libre de culpa) estaría dispuesta a gobernar en coalición con el Partido Democrático de Izquierda (ex comunista). Pero cualquiera que fuera la fórmula, existe consenso en que el nuevo gobierno debería modifiear la ley que regula la financiación de los partidos y cambiar el sistema electoral proporcional por uno mayoritario para evitar el fraccionamiento de los partidos. Y, por sobre todo ello, hacer que el sistema de concesión de obras públicas no propicie como hasta ahora los sobornos.
Los escándalos asestan un duro golpe a la credibilidad del Estado italiano y marca también un precedente en toda la Europa mediterránea (España, Grecia, Francia y Portugal), cuyos gobiernos fueron o están siendo precedidos por socialistas' algu nos involucrados también en escándalos por corrupción, soborno y mal uso de dineros públicos. Nada impide que no se produzca un efecto dominó que cambie el panorama político de Europa.