Home

Mundo

Artículo

Fotografía sin fechar cedida por el grupo Site Intelligence el día 30 de septiembre de 2011 en la que se ve a Anwar al Awlaki pronunciando una alocución grabada en vídeo y colgada en internet. | Foto: EFE/Site Intelligence

MUNDO

La caída del estratega cibernético de al-Qaeda

Anwar al-Aulaki era un maestro usando las redes sociales para exportar la ideología de al-Qaeda hacia Occidente.

Alianza BBC
Seth Jones*
1 de octubre de 2011

Su éxito para inspirar actos de violencia revela que la campaña de Estados Unidos contra el terrorismo es una batalla de ideas que no puede ganarse sólo con aviones no tripulados.
 
Ayman al-Zawahiri, la cabeza actual de al-Qaeda, dijo alguna vez: "estamos en una batalla mediática por los corazones y las mentes". Fue un comentario profético.
 
La muerte de al-Aulaki, un líder de al-Qaeda en Yemen, representa uno de los golpes más significativos hasta la fecha contra la campaña mediática global de la red.

Aulaki era el terrorista moderno por antonomasia, que mezclaba el uso hábil de las redes sociales con el apoyo operativo de la violencia contra Occidente.

Era la "bala mágica", según Johari Abdul-Malik, vocero de la mezquita Dar al-Hijrah en Falls Church, en el estado de Virginia, donde Aulaki trabajó alguna vez como imán. "Tenía todo en una caja".

Digital natural

Aulaki, quien nació en Estados Unidos, en realidad parecía tenerlo todo.

Su estilo carismático, de voz suave, y sus conferencias conmovedoras le granjearon un creciente grupo de fieles seguidores cibernéticos alrededor del mundo.

En sus charlas, tenía un aura cautivadora, con una sonrisa fácil y una voz tranquilizadora y elocuente. De pronto, más importante todavía, entendía las complejidades de internet y lo utilizaba para transmitir sus mensajes al exterior.
 
Sus sermones estaban disponibles en YouTube y otras páginas web, y en librerías islámicas de diferentes partes del mundo se podía comprar los CDs con sus discursos.

Awlaki mantenía su propio blog y participaba activamente en varias redes sociales, y sus seguidores le crearon páginas en Facebook y MySpace. Aulaki se veía a sí mismo como una persona a la vanguardia de los musulmanes de lengua inglesa y era más exitoso en ese rol que cualquier otra figura de al-Qaeda.

Su apoyo moral al terrorismo generó que se tornara peligroso su dominio de las redes sociales y su llamado a un grupo internacional de seguidores cibernéticos.

Algunas de las charlas virtuales de Awlaki en inglés eran no violentas y se centraban en temas religiosos tradicionales. Pero otras apoyaban decididamente la violencia. En su sermón llamado 44 formas para apoyar la yihad, por ejemplo, Awlaki incitaba a sus seguidores a cometer operaciones suicidas contra Occidente y a apoyar las familias de los atacantes suicidas.

Aulaki también apoyaba las operaciones terroristas desde su base, en Yemen. Fue una pieza clave, por ejemplo, para guiar operativa y estratégicamente a Umar Farouk Abdulmutallab, quien está acusado de tratar de derribar el vuelo 253 de Northwest Airlines el día de navidad de 2009 con una bomba en su ropa interior.

Propaganda y violencia

En varios correos electrónicos también alentaba a Maj Nidal Malik Hasan, un siquiatra del ejército de Estados Unidos, a matar soldados estadounidenses. Y, en noviembre de 2009, Maj Hasan fue acusado de matar 13 personas y herir otras 43 en Fort Hood, Texas.

Ciertamente fue la mezcla de propaganda y violencia lo que hizo que Aulaki fuera una amenaza tan seria.
 
"Internet se ha convertido en un gran medio para extender el llamado de la yihad y seguir las noticias del muyahidín", Aulaki escribió alguna vez.

Alentaba a sus seguidores a convertirse en "muyahidines de internet" estableciendo foros de discusión, enviando ráfagas de correos electrónicos, difundiendo en internet textos y noticias sobre la yihad y creando páginas para distribuir información.

De todos modos, la muerte de Aulaki no será el final de al-Qaeda ni de su ideología.

El grupo de apoyo de la red, aunque debilitado, persiste en Pakistán, Irak, Somalia y Yemen.

Aunque Aulaki será difícil de reemplazar -pues combinaba efectivamente la propaganda y las operaciones- al-Qaeda seguirá planeando ataques en el extranjero contra objetivos occidentales.

Y a pesar del exitoso récord de Aulaki para inspirar actos de violencia contra Occidente, la popularidad de al-Qaeda ha sido debilitada en partes del mundo musulmán, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Pew, con sede en Washington.

Sólo 2% de los musulmanes en Líbano y 5% en Turquía expresan visiones favorables de al-Qaeda. En Jordania, el 15% tiene una opinión positiva de al-Qaeda. La tendencia es inconfundible: al-Qaeda -y su ideología- han perdido apoyo.

Apoyo local en picada
 
De muchas maneras, la pérdida de apoyo local de al-Qaeda sirvió de marco para la caída de Aulaki.

Ciudadanos yemeníes habían estado cada vez más dispuestos a entregar información sobre los movimientos de de Awlaki a funcionarios estadounidenses y yemeníes, cansados de que estuviera involucrado en conspiraciones terroristas.

Y en Pakistán, donde las fuerzas especiales de Estados Unidos mataron en mayo su líder, Osama bin Laden, los esfuerzos de inteligencia de EE.UU. se han visto facilitados por el apoyo local hacia al-Qaeda, que está en picada.

La pelea contra al-Qaeda permanecerá, en parte, como una batalla de ideas.

El orden público, la inteligencia y los esfuerzos militares juegan un papel importante. Pero como reconoció Zawahiri, el líder de la red, la pelea será, en últimas, por ganar corazones y mentes.

Al-Qaeda y personas como Aulaki pueden representar un grupo marginal de extremistas, pero su mensaje debe ser contrarrestado de manera más efectiva. Eso es algo que no pueden hacer los aviones no tripulados.

*Seth G. Jones es un politólogo adjunto del Rand Corporation y autor del libro de próxima aparición Hunting in the Shadows: The Pursuit of al Qa'ida since 9/11 (WW Norton).