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LA CRISIS MODELO PARA ARMAR

Algunos de los interrogantes más importantes sobre la amenaza de guerra contra Irak.

16 de marzo de 1998

El mundo nuevamente tiene sus ojos puestos en el Medio Oriente, donde Estados Unidos y Gran Bretaña amenazan con atacar a Irak, en medio de los esfuerzos de otros países por evitar una confrontación que podría terminar muy mal. Son muchas las preguntas que surgen para entender una situación tan compleja. Las siguientes son algunas de ellas.
¿En qué consiste la crisis?
En la guerra del Golfo Pérsico de 1991 Estados Unidos formó una coalición internacional para sacar al presidente iraquí, Saddam Hussein, de la invadida Kuwait. Tras su derrota Hussein quedó en su puesto, pero se comprometió a aceptar que la ONU certificara el cumplimiento de su obligación de no tener armas de destrucción masiva, como las biológicas y las químicas. Desde entonces ha jugado al tire y afloje, bloqueando a veces los esfuerzos de los equipos verificadores, sobre todo cuando han tenido como miembros a 'espías' norteamericanos. Ultimamente ha impedido la entrada a ciertos palacios donde se sospecha que se esconden armas de esa naturaleza. Por eso el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y su aliado, el británico Tony Blair, han reunido una formidable armada en el Golfo y amenazado con usarla contra Irak si su líder no acepta sus términos.
¿Saddam está loco?
Ciertamente no. Tampoco es ninguna pera en dulce, porque ha usado armas químicas contra los separatistas kurdos iraquíes y ha librado varias guerras, una contra Irán, otra contra los kurdos y la del Golfo Pérsico, luego de invadir Kuwait. Pero ninguna de sus acciones carece de explicación desde el punto de vista de la situación geopolitica de Irak y sus antagonismos históricos. Lo más curioso es que en la guerra contra Irán, librada entre 1980 y 1988, Estados Unidos apoyó al secular Saddam con armas y suministros para que contuviera al Irán fundamentalista. Esa larga guerra dejó a Irak en tal postración, que condujo al dictador iraquí a invadir Kuwait en 1991.
¿Por qué tiene Irak armas químicas y biológicas?
El equilibrio estratégico del Medio Oriente se rompió definitivamente desde que Israel entró al exclusivo club de los países que tienen bombas atómicas. Según sus críticos, al desarrollar ese arsenal, el gobierno israelí llevó a que sus antagonistas, entre ellos Irak, intentaran lo mismo. Para evitarlo, los israelíes arrasaron con un bombardeo la planta nuclear de ese país en 1981, en la esperanza de convencer a Saddam de dejar así las cosas. Irak respondió haciéndose a "la bomba atómica de los pobres", que son precisamente las armas químicas y biológicas. Armas que, por otro lado, poseen o han poseído también países como Estados Unidos, Siria, Israel, Irán, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
¿Qué piensan los árabes?
Los países árabes acusan a Estados Unidos de aplicar un "doble rasero", pues a tiempo que se empeña en obligar a Saddam a cumplir con las resoluciones de la ONU que le conciernen, no hace lo mismo con las que obligan a Israel. Para muchos observadores de la región, Washington quiere controlar definitivamente el petróleo de Irak, que es la mayor reserva después del de Arabia Saudita. Se trataría de consolidar la partición de Irak en las tres regiones que conformaron al país luego de la caída del Imperio Otomano, Mosul, Bagdad y Basra. Y a partir de allí, lograr el debilitamiento definitivo del mundo musulmán, de modo que ningún país se atreva a levantarse contra el orden norteamericano. Lo cierto es que los países árabes, con excepción de Kuwait, no han querido apoyar esta vez a Estados Unidos, y ello indica que les preocupa mucho menos que a Washington la presencia de armas químicas en Bagdad.
¿Pero, qué pasaría si Irak desaparece?
A pesar de lo que digan los árabes, Estados Unidos no puede tener un interés que vaya más allá de sacar si es posible a Saddam del poder o debilitarlo definitivamente. Si a los atacantes se les va la mano y con la caída del régimen conducen al rompimiento territorial de Irak por el recrudecimiento de las rebeliones que surgieron en 1991, lo más probable es que quedarían tres países, uno kurdo al norte, otro sunita en Bagdad y otro chiíta en el sur. Este podría caer en manos de Irán por su afinidad religiosa y de paso desestabilizar a la vecina Arabia Saudita, que también tiene una inquieta población chiíta. Un norte kurdo podría ser la base de la soñada patria para ese pueblo, que aspira a conformarla con pedazos de Turquía, Irán, Irak y Siria. Semejante combinación se agrava cuando se tiene en cuenta que esa región, la provincia de Mosul, es el asiento de las reservas petroleras.
¿La guerra tendría sentido?
En lo que casi todo el mundo está de acuerdo es en que Saddam es un personaje detestable que mejor estaría por fuera del poder. Pero muchos países clave, como Francia, Rusia y China, piensan que sacarlo a bombazos no tiene sentido. Primero, porque la matanza de civiles sería inevitable, no sólo en Irak sino en los países vecinos que serían el objetivo de su retaliación. Segundo, porque el ataque no garantiza ni la caída o la muerte de Saddam, ni la destrucción de sus armas biológicas o químicas, y tercero, porque es sabido que una guerra, sobre todo en esa región, se sabe cómo comienza pero no a dónde conduce. Clinton y su aliado Blair corren el riesgo de pasar a la historia como unos guerreristas sedientos de sangre y, lo que es peor, superfluos. Las amenazas de Estados Unidos animan a los árabes, como en las recientes manifestaciones en Jordania, a expresar simpatía por un dictador que, como Saddam Hussein, parece sacado de las peores épocas del estado policía. Y agrandan la brecha de incomprensión que separa a los árabes y a los musulmanes del mundo occidental.