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Rafah, al sur de Gaza, ha sido uno de los puntos más afectados por los ataques israelíes, por su importancia como paso fronterizo con Egipto

ORIENTE MEDIO

La franja de fuego

Los ataques en Gaza escandalizan al mundo. Pero detrás de los centenares de muertos, no hay una salida política a la vista.

4 de enero de 2009

La crisis en la Franja de Gaza es algo que, como estaban las cosas, se había demorado. El 19 de diciembre finalizó la frágil tregua de seis meses entre Israel y Hamas, el grupo islamista que gobierna de facto ese enclave y sólo ocho días de paz después, vino el estallido. Los aviones israelíes bombardearon edificios oficiales del grupo islámico y causaron, según cifras de la Organización de Naciones Unidas, 402 muertos, muchos de ellos civiles, en sólo siete días. En Israel, según el informe oficial de la Policía de ese país, han muerto cuatro personas.

Según confirmó a SEMANA Nicolas Pelham, analista sobre Oriente Medio de International Crisis Group, la crisis se explica en "el fin del cese al fuego, así como la oposición de Hamas a las restricciones impuestas por Israel al movimiento de los palestinos y a su acceso la Franja de Gaza". El objetivo inicial del gobierno de Tel Aviv al atacar a Gaza era obligar a los guerrilleros de Hamas a dejar de lanzar cohetes desde la frontera a su territorio. Pero luego los voceros sostuvieron que sus Fuerzas Armadas no se detendrían hasta acabar con la capacidad militar de su adversario. Al cierre de esta edición, centenares de vehículos blindados se agrupaban en su lado de la frontera, y las posibilidades de una intervención terrestre se hacían cada vez más reales. Si a esto se le suma el llamamiento a filas de 6.700 reservistas, es claro que la campaña militar contra Hamas en Gaza va en serio.

Por ahora, el golpe más fuerte al organigrama de Hamas se dio el primero de enero, cuando en un ataque murió Nizar Rayan, uno de los principales líderes del movimiento. En el ataque fallecieron 12 de sus familiares y dos vecinos.

A pesar de la inminencia de un ataque terrestre, en varios medios del mundo existe la opinión de que el número de reservistas no es suficiente para acabar con las milicias de Hamas y que la única manera de hacerlo sería mediante una ocupación total de la Franja de Gaza. Algo que está por fuera de todos los cálculos, incluidos los de Israel, por su alto costo político y militar. En caso de darse, lo más probable es que una incursión por tierra de las fuerzas israelíes sólo tenga unos objetivos limitados.

La crisis actual se puede leer de diferentes maneras. Para las interpretaciones más cínicas, el gobierno israelí estaría tratando de enviar a los electores un mensaje de mano fuerte que favoreciera a Livni, su candidata a primera ministra en las elecciones generales del 10 de febrero. Por otra parte, y más allá de lo puramente defensivo, según otra tesis, Israel envía un mensaje de fuerza a la región, una empresa que debe emprender con cautela. La guerra de 2006 contra las milicias islámicas de Hezbolá en Líbano dejó claro que si bien Israel goza de superioridad militar en la región, su estructura convencional ha sido incapaz de ganar un enfrentamiento asimétrico, lo que lo ha dejado con una imagen internacional maltrecha y con pocas ganancias reales en el terreno. Eso, aparte de fortalecer a la larga a su adversario y de haber dejado al gobierno de Ehud Olmert con poco margen político de maniobrabilidad interna. Y en época de elecciones, un número elevado de muertos israelíes, civiles o militares, se podría convertir en un arma de doble filo tanto para el gobierno como para la oposición.

Por parte de Hamas, la opción de prolongar los enfrentamientos con Israel puede acabar haciéndole un flaco favor a su causa. Si bien la desproporción de la respuesta israelí puede servir para poner de su lado a la población, también es cierto que, de seguir las cosas como van, dentro de poco no habrá mucha infraestructura para defender. Y un número muy elevado de muertos puede hacer que, de nuevo, las simpatías populares palestinas favorezcan a su adversario el grupo Fatah, cuyo proyecto, como dice Pelham, "es menos revolucionario y más pragmático". Pero hay que tener cuidado porque "en cuanto más se presione a Hamas, gana más fuerza lo que la organización dice", afirma el analista.

En un comunicado publicado el primer día de los ataques, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, condenó el lanzamiento de cohetes y morteros contra Israel y dijo que su país hacía "responsable a Hamas por romper el cese al fuego y por la renovación de la violencia". El presidente electo, Barack Obama, no se ha pronunciado al respecto por considerar que lo que su país haga ante la crisis es decisión del gobierno actual. Pero es indudable que será uno de los primeros problemas de su mandato.

Para quienes consideran que Obama será más blando que George W. Bush en su posición ante Hamas, basta recordar lo que dijo a The New York Times cuando era candidato durante una visita en julio a Sderot, una de las ciudades de Israel más golpeadas por los ataques desde Gaza: "Si alguien estuviera lanzando cohetes contra mi casa, en donde duermen mis dos hijas, haré todo lo que esté en mi poder para detenerlo. Espero que los israelíes hagan lo mismo".

La solución, por ahora, parece estar directamente en manos de Israel y de Hamas. La posibilidad de una mediación no parece cercana pues, como afirma Pelham, "no hay en este momento ningún mediador potencial". La Unión Europea y Estados Unidos se niegan a hablar con Hamas, por considerar el partido como un grupo terrorista, y Egipto es visto por la organización palestina como un interlocutor demasiado plegado a los intereses de Israel. La propuesta de tregua presentada por Francia a Israel fue rechazada por Livni. Tampoco es probable que la ONU pueda hacer mayores gestiones de paz después de haber condenado fuertemente la posición israelí

En cualquier caso, existe un grave problema humanitario en Gaza cuya población, incluso en tiempos normales, es muy pobre y altamente dependiente de la ayuda externa. El lunes pasado, el Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr) pudo ingresar tres camiones con suministros médicos y cinco ambulancias. La vocera del Cicr para asuntos del Oriente Medio, Dorotea Krimitsas, dijo a SEMANA que esa ayuda "no es suficiente dado el alto número de afectados. Los hospitales sobrepasaron su capacidad y el personal está exhausto". La funcionaria también señaló las dificultades de la población para buscar refugio: "La zona está sobrepoblada. Se trata de un millón y medio de habitantes en una franja de tierra muy pequeña, así que es muy difícil moverse".

La resolución de Israel de acabar militarmente con Hamas y la negativa de la organización palestina a detener el lanzamiento de cohetes hacen que la paz siga siendo un sueño lejano y es posible que el único resultado real sea el de abrir nuevas heridas que seguirán alimentando el conflicto.