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La guerra relámpago

El plan de 'dominación rápida' buscará desmoralizar en un par de días a los iraquíes con un ataque masivo combinado, misiles, bombas de precisión, tropas especiales y alta tecnología de información.

16 de febrero de 2003

La controversia internacional sobre atacar o no a Irak no parece tener solución. Pero con cada día que pasa, se hace más evidente que el gobierno norteamericano de George W. Bush ya decidió derrocar a Saddam Hussein sin que importe mucho lo que digan los opositores dentro y fuera de sus fronteras, ni los inspectores de armas de la ONU. Por eso, ahora la atención se centra sobre cómo será ese ataque, de cuyo resultado puede depender el futuro del orden geopolítico mundial.

Varias filtraciones de la inteligencia estadounidense, recogidas por medios como CBS y The New York Times revelaron que en los dos primeros días del ataque se lanzarán 800 misiles y unas 3.000 bombas guiadas de precisión, 10 veces el total de lo lanzado durante toda la operación 'Tormenta del desierto'. Este ataque aéreo masivo se combinaría con un asalto terrestre y marítimo desde varios frentes con toda clase de nuevo armamento de alta tecnología. El objetivo inicial sería aislar a los altos mandos iraquíes en Bagdad, bloquear las tomas de agua, los servicios eléctricos, las comunicaciones, los puentes y toda la infraestructura clave, como las instalaciones donde se afirma que se guardan armas de destrucción masiva. La finalidad de este ataque sin precedentes es que el ejército iraquí se desmoralice y se rinda muy pronto.

Los estrategas militares estadounidenses que idearon el plan se basaron en una teoría expuesta en un informe de 1996 titulado "Choque y terror: por una dominación rápida", escrito por Harlan Ullam, un teórico de la defensa y antiguo jefe de Planeación de la Marina, de quien el secretario de Estado Colin Powell fue alumno en el Colegio Nacional de Guerra. Ullam dijo a SEMANA que la idea original de su teoría es del estratega chino Sun Tzu, quien hablaba de la posibilidad de ganar sin pelear. "El punto consiste en centrarse en la voluntad y la percepción del adversario para darle forma, influenciarlo y controlarlo. Y la estrategia es aplicar una fuerza traumática para que se desoriente y sienta que sus únicas opciones son retirarse o rendirse", explica. Ullam citó el ejemplo de Hiroshima y Nagasaki, donde, según él, fue el efecto sicológico de terror y choque de la bomba nuclear lo que transformó a una resistencia suicida en una rendición inmediata.

"En Irak la idea es que el liderazgo político y militar se rinda tan pronto y en forma tan económica como sea posible. Los ataques de 360 grados desde todos los medios -tierra, mar y aire- hundirán a las unidades militares enemigas y sus capacidades. Las fuerzas terrestres se insertarán de modo que parezcan estar en todas partes y en ninguna. Las armas electrónicas e informáticas van a confundir y engañar a los iraquíes, para que ellos sólo sepan que están bajo el ataque más intenso y mortal posible", explicó Ullam.

Y en efecto, según un informe de la cadena CBS el Pentágono seguirá las recomendaciones de Ullam y bombardeará durante las primeras 24 horas las defensas aéreas iraquíes, la infraestructura estratégica y los sitios que guardan armas de destrucción masiva. A los tres días se movilizarán las primeras tropas terrestres y junto con los comandos especiales, que habrían llegado desde mucho antes, realizarán una operación similar a la invasión de Panamá en 1989 que acabó con el régimen de Noriega, para sacar a Hussein del poder. Los comandos, pilotos y soldados tienen entonces la misión de buscar 'blancos del liderazgo'. Es decir, que toda la combinación de fuerzas se destinará a matar o aprisionar al presidente Saddam Hussein, sus hijos y sus aliados más cercanos. La velocidad responde a que Estados Unidos teme que si a Hussein se le da tiempo, antes de verse totalmente acabado puede decidir acabar con los pozos petroleros, soltar sus armas químicas y biológicas sin importarle la suerte de su propia gente, o lanzar misiles a Israel. Por eso las fuerzas especiales se encargarían también de encontrar las bases de lanzamiento de misiles Scud antes de que puedan ser disparados.

La tecnología para realizar el plan lleva desarrollándose desde hace varios años. Los helicópteros Apache cuentan ahora con nuevos sistemas de mira que les permiten apuntar al mismo tiempo a 16 tanques de guerra. Los tanques, aeronaves y otros vehículos cuentan con sistemas de posicionamiento global (GPS) para que cada conductor o piloto sepa exactamente dónde se encuentran él y las demás unidades amigas. En cuanto al nuevo armamento quizás el avance más impresionante es la bomba de microondas o e-bomb, que sin causar daño a la población, emite un pulso de alta energía que acaba con todos los aparatos eléctricos, las comunicaciones, el encendido de los vehículos, los computadores, etc.

En este conflicto las bombas equipadas con microcomputadores y sistemas de posicionamiento global desplazarán a las llamadas 'bombas bobas' que constituían el 90 por ciento del arsenal de 'Tormenta del desierto'. También se planean operaciones de propaganda gracias a la intercepción de medios. Así, los iraquíes oirán de pronto la voz de Hussein en la radio exhortándolos a que se rindan. El Pentágono asume que una vez que los hombres de Hussein se encuentren en pleno bombardeo teledirigido, a oscuras, sin movilidad ni posibilidad de comunicación con su líder o con las tropas, y que oigan una estación de radio que les promete indulto si se rinden, terminarán traicionando al dirigente.

Los voceros oficiales de la Casa Blanca tampoco descartan el uso de armas nucleares como medio de terror, una posibilidad que el reporte de Ullam contempla para la 'dominación rápida'. De hecho, en un artículo del diario Los Angeles Times el periodista William Arkin citaba documentos del Pentágono que indican que las armas nucleares pueden usarse en caso de situaciones militares sorpresivas. Arkin cuenta de un memorando que el secretario de Defensa Donald Rumsfeld mandó el 11 de diciembre pasado al presidente Bush pidiéndole que pusiera al almirante James O. Ellis Jr. a cargo del Comando Estratégico (Stratcom). Desde entonces dicho comando estaría realizando la planeación nuclear con cabezas nucleares y otro armamento atómico.

No obstante, no han faltado los críticos de este plan. Es obvio que muchas cosas pueden salir mal, pero aunque nada imprevisible sucediera el plan no deja de parecer macabro a muchos. Así, Ira Chesmus, analista de Common Dreams, se preguntaba en un editorial referente a la estrategia de chocar y aterrorizar: "¿Es Bagdad la próxima Hiroshima?". Y concluía con sarcasmo: "Estamos preparándonos para destruir una enorme y moderna ciudad, matar decenas de miles y amenazar con un ataque nuclear. Todo contra personas que no nos han disparado una sola bala. Sí, se trata del petróleo. Pero también de golpear y aterrorizar, de montar un show aterrador para que todo el mundo lo vea".

A estas voces de protesta se suma el miedo a una tragedia humanitaria sin precedentes. Así, en Internet circula el borrador de un memorando interno de la ONU que aún no ha sido desclasificado en su totalidad sobre los posibles escenarios humanitarios de la era posSaddam. El documento parte del supuesto optimista de que el ataque seguirá el plan de dominación rápida de Ullam y que todo saldrá como Estados Unidos espera. Pero las conclusiones no son nada alegres.

Se estima, por ejemplo, que 900.000 personas resulten heridas y 100.000 requieran inmediata atención de salud. No obstante, la red eléctrica y la infraestructura necesaria para atenderlos desaparecerán. Los puentes que permiten atravesar los ríos Tigris y Eufrates estarán destruidos. Lo que dejará incomunicado el territorio, por lo que la ayuda humanitaria se verá en problemas para llegar. Lo más probable es que el norte del país tenga que buscar una fuente alternativa de comida. El número de desplazados internos llegará a dos millones. Otros 900.000 saldrán del territorio hacia Arabia Saudita o Irán, pero muchos se encontrarán con minas antipersonales al tratar de huir. La ONU también prevé una grave crisis económica pues con seguridad la producción de petróleo cesará, por lo que se necesitará proteger al país contra la deuda externa durante la primera fase de rehabilitación. Además, 39 por ciento del territorio quedará sin agua potable y tan precaria situación generará epidemias de cólera, meningitis, disentería y otras enfermedades.

Este cuadro tan desolador hace pensar que aunque la guerra relámpago planeada por Estados Unidos logre su objetivo inmediato, la ardua tarea de reconstrucción del país sea una labor mucho más difícil que la guerra misma.