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LA HIJA DESCARRIADA

Las hostilidades entre China y Taiwan se acrecientan en la medida en que se acercan los comicios presidenciales en la "Provincia rebelde"

11 de marzo de 1996

Muchos gobiernos en el mundo se sentirían muy contentos si hubieran logrado una inflación negativa -del 0.5 por ciento- durante el primer mes del año. Pero para el taiwanés es motivo de preocupación. Y es que la llamada deflación no es producto de una estrategia económica sino que es un síntoma de crisis: la gente dejó de comprar porque no sabe qué le puede deparar el futuro.Lo que motiva la incertidumbre de los taiwaneses es la cercanía de las primeras elecciones presidenciales a celebrarse en esa isla el 23 de marzo. La proximidad de los comicios ha provocado que las relaciones entre Beijing y su llamada provincia rebelde se deterioren en forma considerable ante la posibilidad de que Taiwan declare formalmente su independencia. En los últimos quince días ambas partes han mostrado sus fauces adquiriendo armamento. China le compró a Rusia 72 cazas de combate, Shukhoi 27, e hizo contactos con el gobierno de Moscú para la fabricación de material bélico en su país. A su turno, Taiwan realizó un contrato para que Francia le venda 60 cazas Mirage y está a la espera de 150 cazas estadounidenses que le serán entregados en 1997.Lo que los analistas infieren es que con esta actitud China pretende lograr un doble propósito. Por una parte, presionar a los taiwaneses para que no voten por los candidatos de las colectividades independentistas y, por otra, desanimar al gobierno de Lee Ten Ghui para que no siga haciendo lobby en Estados Unidos y Europa para lograr reconocimiento diplomático. Taiwan también tiene sus intenciones, no sólo quiere demostrar que puede defenderse sino que tiene la edad suficiente para constituirse en un país autónomo. Entre tanto, la comunidad internacional mira con atención hacia esos dos protagonistas, separados desde 1948, cuando las fuerzas de Mao Tse Tung expulsaron a los nacionalistas de Chiang Kai Chek hacia la provincia insular, donde el generalísimo estableció su gobierno en el exilio. Taiwan nunca se ha independizado formalmente y China se niega a aceptar cualquier posibilidad de que ello ocurra. Un enfrentamiento bélico pondría en aprietos a los Estados Unidos pues está obligado a proveer a Taipei los armamentos necesarios para defenderse. Nadie duda, como lo afirma el presidente norteamericano Bill Clinton, que una guerra entre China y Taiwan tendría unos costos enormes, pero tampoco hay que desconocer que en torno a esta también hay grandes intereses políticos. El presidente chino Jiang Zemin tiene tras de sí la presión del ejército de su país, al que no puede quitarse de encima pues necesita de su apoyo si aspira a consolidarse en el poder, una vez muera Deng Xiaoping. Por su parte, el mandatario taiwanés, aunque es el favorito para los comicios de marzo, no puede negar que el partido opositor y pro independentista _el Partido Democrático Progresista_ le ha ganado terreno. A pesar de las constantes hostilidades y los intereses en juego, la posibilidad de que China use la fuerza para someter a la isla sigue siendo remota. Taiwan no es el único territorio chino con status especial, y para muchos, con la devolución de Hong Kong el próximo año, su gobierno ya tiene para dar y convidar.