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LA HORA DE LA VERDAD

En medio de un confuso escenario político, las elecciones en Israel serán claves para la suerte del Estado palestino.

28 de noviembre de 1988

"La historia de Israel podría cambiar de rumbo después de las elecciones, pero muchos votantes no parecen darse cuenta", se lamentaba un analista político israelí la semana pasada en Tel Aviv. La razón de su queja era simple: a menos de una semana de las elecciones parlamentarias lo unico claro era que había nacido la figura de la apatia electoral en un país tradicionalmente sobrepolitizado. Eso resultaba especialmente paradójico, puesto que los comicios se habían convertido en una especie de referendum de fronteras. Como decía el observador, "las elecciones (de este martes 1°) podrían no solo cambiar el mapa político del país, sino también el mapa geográfico y hasta la concepción sobre su futuro"
Ninguna de las afirmaciones anteriores resulta exagerada. Los dos conendientes, Yitzak Shamir, primer ministro actual y lider del partido Likud, y su contraparte el ministro de relaciones exteriores Shimon Peres, del Partido Laborista, han asumido como bandera electoral el punto crucial de la vida de los israelies, esto es, el camino hacia la paz con sus vecinos. Tras 10 meses de alzamientos palestinos en la zona ocupada de Gaza y en los territorios del oeste del rio Jordan, parece haber llegado la hora de las definiciones. Por un lado, esta la posición de Shamir, segun la cual Israel jamas tolerara la existencia de un Estado palestino en sus narices. Y por el otro, la de Peres, para quien el unico medio de asegurar la paz y la supervivencia de Israel y evitar su aislamiento diplomático, es negociar con los palestinos y entregar ciertas zonas para su administración autonoma.

A despecho de la enorme importancia de los puntos en discusión, ninguno de los candidatos parece en capacidad de ganar por si solo la mayoría necesaria en el parlamento como para formar un gobierno sin coaliciones.
Para explicar el fenómeno, los observadores tienen varias teorías. Una de ellas, es que ni Shamir ni Peres poseen el carisma necesario como para soslayar el recuerdo de los grandes lideres históricos del país, personajes de la talla de David Ben Gurion o Golda Meir.

Pero detrás de todo eso, lo que para muchos israelies ha restado interes al debate es la creciente impresión de que, a pesar de todo lo que se diga, no va a cambiar nada después de las elecciones. Tras cuatro años de poder compartido, el escenario político aparece confuso ante muchos votantes que no entienden muy bien como dos miembros del mismo gabinete se enfrentan con posiciones tan opuestas.
Si bien ninguno de los dos candidatos considera siquiera la posibilidad de retirar la presencia militar israeli de los territorios ocupados, sus aproximaciones al tema son bien diferentes. Los laboristas, con Peres a la cabeza, se muestran inclinados a resucitar el moribundo plan del secretario de Estado norteamericano George Shultz para una conferencia internacional sobre el tema, en la que el interlocutor de Israel sería una delegación conjunta de palestinos y jordanos. Peres tiene un proyecto detallado segun el cual los pasos hacia la paz se darian en dos años. Los palestinos de Gaza podrían elegir libremente a sus representantes, a condición de que la intifada (alzamientos) termine, y la tranquilidad impere en el territorio al menos durante los seis meses anteriores. Pero Peres ha sido claro en afirmar que cualquier acuerdo al que se llegue en las conversaciones sera sometido a un referendum en Israel. Si las conversaciones progresan, hacia 1990 la franja de Gaza podría formar su propio gobierno con capacidad para manejar sus asuntos internos, lo que se considera un primer paso para el reconocimiento de un Estado palestino.

El partido Likud no ha presentado un plan tan detallado, aunque el primer ministro Shamir ha afirmado que, de ganar las elecciones, inmediatamente invitaría a los palestinos y a sus vecinos arabes a sentarse a hablar de paz. Pero sus premisas se centran mas sobre la amenaza arabe que sobre las formulas para llegar a convivir con ella. Su retórica es la de la mano dura, como se deduce de lo que afirmó en un discurso la semana pasada; retiriendose a la posiibilidad de que se usen armas de fuego contra los revoltosos: "Si ellos comienzan a usar balas contra nuestros soldados, no quedara mas remedio que hacer lo mismo, "Y las revueltas habrán llegado a su fín "
Sin embargo, ninguna de las dos posiciones es extrema. Ambos contendientes saben que la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, presionara para que el problema palestino llegue a alguna solución. Por otra parte, la debilitada eeonomía del país también reclama a gritos una salida, pues los costos de reprimir la intifada pesan demasiado.

Segun algunos observadores, lo preocupante es que los hechos parecen sobrepasar la capaciclad de liderazgo de los políticos israelies. No solo los levantamientos de la zona, sino la actitud del rey Hussein de Jordania y del resto de la comunidad arabe (ver recuadro) parecen evidenciar que ha llegado la hora de la verdad para las relaciones de Israel con sus vecinos, que dependen del tratamiento que reciba el pueblo palestino, exiliado en su propia tierra, y que tienen que ver, en ultimas, con la supervivencia misma del Estado de Israel. Sin embargo, los israelies temen que esa falta de liderazgo nacional lleve a que la manija de la situación quede en poder de los pequeños partidos con quienes cualquier aspirante debera hacer coaliciones para gobernar. Con demasiadas manos en el timon, dicen, es muy dificil manejar el barco, sobre todo en epocas de tormenta.--

LA UNION HACE LA FUERZA
Aunque para muchos llegó 40 años tarde,la intifada; o levantamiento palestino en los territorios ocupados de Gaza y la ribera oeste del río Jordán, desencadenó los hechos en la región.
Nunca antes los palestinos se habían acercado tanto a su sueño de tener su propio territorio, un objetivo que han perseguido por todos los medios desde el establecimiento del Estado de Israel en 1948.

En efecto, los planteamientos que se hacen en las elecciones israelíes sobre la paz tienen su base en el hecho, que ya parece inevitable, de que la Organización para la Liberación de Palestina, dirigida por Yasser Arafat, declarará la independencia del territorio en la reunión del Consejo Nacional Palestino-una especie de parlamento en el exilio-que tendrá lugar en una fecha cercana al 31 de octubre. Lo que parece paradójico es que esa declaración estará basada en una resolución de las Naciones Unidas adoptada en 1947 que decidió la partición de PalesTina en dos estados, uno árabe y el otro judio, que fue rechazada en esa época por los paises de la comunidad árabe.

La trascendental decisión fue tomada luego de que el rey Hussein de Jordania declarara cortados todos los vinculos administrativos de su país con la región, a la que había estado vinculado a ese nivel durante varios años. La decisión del rey de separarse de cualquier pretensión sobre el territorio dejó a los palestinos, de un momento a otro, abocados a tomar decisiones trascendentales y es precisamente lo que están haciendo.

En un momento histórico tan crucial, las elecciones israelies vinieron a jugar un papel catalizador en la actitud árabe hacia el problema. La disposición del candidato Shimon Peres a adelantar conversaciones con la dirigencia palestina, siempre y cuando estuvieran acompañados de una delegación jordana, produjo inmediatamente una favorable reacción en los paises árabes moderados. El presidente Mubarak de Egipto promovió un acercamiento entre un renovado Yasser Arafat y el rey Hussein, quienes se reunieron bajo sus auspicios en el puerto jordano de Acaba tras dos años de alejamiento. Como resultado, la influencia de Hussein en la región pareció recobrar su importancia, lo que resulta vital para las tesis del candidato israelí Shimon Peres.

Peres necesitaba que Hussein volviera a la palestra para disponer de un interlocutor válido que le permitiera hablar de paz sin tener que meneionar siquiera a la OLP. De hecho las declaraciones que Hussein dio a una cadena de televisión norteamericana en las que afirmó que un triunfo de Yitzak Shamir en las elecciones israelíes sería un absoluto desastre" para el proceso de paz de la región fueron gestionadas con la ayuda de los asesores de prensa de Peres. Si bien esas y otras declaraciones de líderes árabes levantaron una tempestad en Israel por lo que ellas implicaban de intromisión en asuntos internos muchos analistas piensan que Peres logró su objetivo y ganó para su causa a muchos israelíes que piensan como él pero temen un desenlace adverso.

Lo que vendrá ahora en el delicado equilibrio de influencias de la región es muy difícil de prever. A Peres le esperan tormentas internas de resultar zanador en las elecciones por parte de grupos extremistas de derecha que no quieren saber nada de diálogo con los palestinos. Pero para Arafat tampoco le espera una pera en dulce. Para muchos en la Organización para la la liberación de Palestina el hecho mismo de declarar la independencia de Caza y aceptar y promover el diálogo es una especie de traición a los objetivos mismos de la OLP, que contemplan como premisa básica la destrucción del Estado de Israel. La constitución de un Estado palestino en esas condiciones implica la aceptación tácita del derecho de Israel a existir y eso es algo que de sólo mencionarlo hace mesarse los cabellos a muchos líderes radicales de la OLP.

Nadie sabe como terminará el año en el Medio Oriente pero todo parece indicar que para bien o para mal quedará consignado en los libros de historia. --