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La muerte de un tabloide

El escándalo de las chuzadas de 'News of the World' no solo acabó con uno de los periódicos más antiguos y de mayor circulación del mundo, sino que agrieta el imperio de Rupert Murdoch y salpica al primer ministro Cameron.

9 de julio de 2011

Mientras en Colombia los organismos de seguridad chuzaron por años a los ciudadanos, incluidos periodistas, en el Reino Unido los reporteros del periódico amarillista News of the World fueron los que intervinieron los teléfonos de celebridades, deportistas, miembros de la realeza, políticos y, peor aún, de familiares de víctimas de niñas asesinadas, atentados terroristas y viudas de guerra. Cuando el escándalo llegó a su tope la semana pasada, su actual dueño, el magnate mediático Rupert Murdoch, decidió cortar por lo sano y cerrar el tabloide, con lo que terminaron 168 años de un periodismo dispuesto a todo para impresionar a una audiencia sedienta de saber las intimidades más impúdicas de los personajes de la vida nacional.

Aunque la falta de ética y los métodos cuestionables son casi una marca de fábrica de la prensa sensacionalista británica, las revelaciones de la semana pasada sobrepasan cualquier antecedente y muestran qué tan lejos llegó la perversión informativa. El diario The Guardian, que les viene siguiendo la pista desde hace varios años a las chuzadas de News of the World, fue el que reveló el escándalo que tumbó al poderoso tabloide.

La gota que rebosó la copa fue el caso de Milly Dowler, una inglesa de 13 años que fue raptada en marzo de 2002. Su cadáver apareció cinco meses después en un bosque. La noticia monopolizó las portadas de la prensa por semanas, y todos los periodistas judiciales estaban detrás de nuevas revelaciones. Pero News of the World fue mucho más allá de insistirle a una fuente o buscar que algún funcionario les filtrara documentos confidenciales.

En efecto, Milly aún estaba desaparecida y su familia esperaba que su ausencia fuera una simple fuga adolescente, cuando periodistas del tabloide contrataron detectives privados, una práctica que, al parecer, era común en la redacción, para chuzar el celular de la joven. Por medios ilegales consiguieron su número y empezaron a interceptar los mensajes que la gente dejaba en su buzón de voz. Mientras los familiares y amigos de Milly dejaban mensajes para implorarle que se pusiera en contacto con ellos, News of the World escuchaba cada una de sus palabras.

Pero a los reporteros se les presentó un problema. A medida que pasaba el tiempo, el buzón de Milly se llenaba. Ansiosos por nuevas informaciones, no dudaron borrar los mensajes más antiguos. Según la familia Dowler, esto tuvo un efecto devastador, pues pensaron que la niña lo había hecho y que aún estaba viva. Además la Policía, que también rastreaba las llamadas de Milly, quedó confundida y perdió posibles evidencias y pistas.

Esta es solo la más escandalosa chuzada de la redacción. Los periodistas de News of the World también escarbaron en líneas telefónicas de viudas de soldados caídos en Afganistán, en las de los sobrevivientes del atentado islamista del 7 de julio de 2005 de Londres, donde murieron 56 personas y se sospecha que escucharon a familiares de las víctimas de los 153 británicos que perecieron en el tsunami del océano Índico de 2005.

Scotland Yard, la Policía británica, confiscó en el domicilio de Glenn Mulcaire, el detective que realizó las chuzadas, más de once mil documentos con los números de teléfono de por lo menos cuatro mil personas. La lista incluye a los príncipes Harry y William, Heather Mills, la exesposa de Paul McCartney, los futbolistas del Manchester United Ryan Giggs y Wayne Rooney, la actriz Sienna Miller, políticos, periodistas investigativos e incluso a Ian Blair, jefe de la Policía Metropolitana de Londres.

Muchos no entienden por qué solo ahora el escándalo toma estas dimensiones. Desde 2005 se sospechaba de News of the World, luego de que aparecieron allí artículos sobre la intimidad de los príncipes William y Harry. En 2006, Scotland Yard detuvo a Clive Goodman, el corresponsal ante la familia real, y al detective privado Glenn Mulcaire, que fueron condenados a varios meses de prisión.

Pero los directores y editores siempre insistieron en que todo se hizo a sus espaldas. Ni la Policía ni los órganos de control de los medios de comunicación hicieron grandes esfuerzos para investigar las denuncias. Solo a principios de este año, después de varios artículos en The Guardian y The New York Times, Scotland Yard anunció haber encontrado "información significativa". El grupo Murdoch trató de adelantarse al escándalo, al pagar gruesas sumas de dinero a deportistas y celebridades chuzados. No obstante la enfermiza revelación del caso de la joven Dowler, terminó por enterrar el diario sensacionalista.

Pero era demasiado tarde para evitar que la negligencia y la tolerancia del gobierno salpicara las ramas más altas del poder. Paul Stephenson, jefe de Scotland Yard, aceptó que algunos oficiales recibieron "pagos inapropiados" de News of the World. Al parecer, los periodistas les entregaban sobres con 30.000 libras esterlinas a cambio de información. Muchos ahora se preguntan hasta qué punto estos pagos también servían para ocultar y desviar investigaciones sobre las chuzadas.

El primer ministro, David Cameron, anunció una investigación profunda y un nuevo modelo de regulación de la prensa. Sin embargo es muy cercano a directivos del imperio Murdoch en el Reino Unido, y también podría salir malherido. Hasta enero de este año, su jefe de prensa era Andy Coulson, director de News of The World que renunció en 2007 después del primer escándalo de chuzadas. Coulson fue arrestado el viernes por la Policía, pues hay cada vez más evidencias de que la dirección del periódico conocía las prácticas de su redacción.

El escándalo podría ir incluso más allá, y agrietar el emporio de Murdoch. Aunque a News of the World cada fin de semana le entraban 660.000 libras en publicidad, Murdoch también es dueño de The Sun y The Times en el Reino Unido, así como The New York Post, Fox News y Wall Street Journal en Estados Unidos. El temor es que los anunciantes le huyan a todos sus medios. En el Reino Unido gigantes como Ford, Vauxhall, Mitsubishi, Lloyds o Virgin Holidays ya anunciaron que iban a dejar de pautar. Y las presiones en redes sociales son cada vez más fuertes para que otras empresas se unan al boicot.

Además, el grupo Murdoch estaba esperando la luz verde del gobierno británico para adquirir el ciento por ciento de la cadena de televisión por cable BSkyB, de la que ya tiene casi el 40 por ciento. El escándalo puede ser un obstáculo importante para el negocio, y así lo han entendido las bolsas. Las acciones de News Corporation cayeron en Nueva York y Londres.

Pero, como viejo zorro que es, Murdoch ya planeó su próximo paso. The Sun, el diario del grupo que solo circulaba de lunes a sábado, anunció una edición especial los domingos. Así, los ingleses podrán tener su dosis de sexo, sangre y celebridades en el desayuno dominical. Y mientras ese morbo exista, no es seguro que un director obsesionado por las ventas sacrifique una exclusiva por la ética.