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LA NOVIA DIJO NO

Noruega deja plantada a la Comunidad Europea en el altar de la integración.

2 de enero de 1995

NO ES SORPRENDENTE LA decisión de los noruegos, quienes bajo el liderazgo de Anne Enger Lahstein rechazaron, como ya lo habían hecho en 1972 ante el entonces Mercado Común, incorporarse a la Comunidad Europea. Al fin y al cabo, si de razones se trata, no faltan. Las reservas de petróleo y de pesquería le dan a Noruega autosuficiencia financiera. Su historia de dominación por potencias vecinas alimenta una inflexible preferencia por la total independencia. Y una amplia gama de beneficios sociales le presta a los noruegos una confortable sensación de aislamiento del mundo exterior, con sus problemas de violencia y drogas.
Pero, para la unión, el golpe no deja de ser duro. La negativa implica un país rico menos para hacer contrapeso al plan de expansión, que incluye a seis países de Europa Oriental, tres bálticos, Chipre y Malta. También se trata de un país que no hubiera requerido subsidios agrícolas, que alcanzan la mitad del presupuesto comunitario.
No obstante el mayor golpe lo recibe la primera ministra Gro Harlem Brundtland, quien había puesto todo su peso político hacia el 'sí'. Ahora muchos miran a la joven Lahstein como la estrella ascendente de la política noruega.