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Las estadísticas que revela el libro demuestran que los musulmanes tienen simpatía por el sistema democrático

Libro

La otra cara del islam

Un nuevo libro se encarga de desvirtuar, a punta de cifras, muchos de los prejuicios que Occidente tiene sobre los musulmanes.

20 de marzo de 2008

D espués de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 cobró importancia, como nunca antes, el debate sobre las diferencias aparentemente irreconciliables entre Occidente y el islam. Más de seis años después, aún parece arriesgado afirmar que los musulmanes abogan por la democracia o la libertad de expresión. Pero un libro lanzado recientemente aporta una mirada opuesta a la que comúnmente ha dominado la discusión. Se trata de Who speaks for Islam? What a billion muslims really think, (¿Quién habla por el Islam? Lo que 1.000 millones de musulmanes piensan) un texto que hace un análisis a partir de las declaraciones de los propios musulmanes.

Sus datos contradicen los estereotipos predominantes en Occidente sobre el mundo árabe. El texto compila diversas encuestas realizadas entre 2001, luego del 11 de septiembre, y 2007. Según Gallup, la empresa encargada del estudio, se hicieron más de 50.000 entrevistas en 35 países de población predominantemente musulmana.

Para empezar, se afirma que de los 1.300 millones de musulmanes, sólo el 7 por ciento justifica los atentados de hace seis años. De estos, calificados como "radicales políticos", la mayoría tiene un mejor nivel educativo que aquellos que no están de acuerdo con los ataques, lo cual desvirtúa las versiones de quienes relacionan el fanatismo con la falta de educación y la ignorancia.

Los resultados también son sorpresivos cuando los islámicos se refieren al contexto político en el que les gustaría vivir. Por ejemplo, aunque para la gran mayoría la Sharia (Ley islámica) es crucial para conservar la fe y la identidad, el 79 por ciento considera que ésta no debe ser la única fuente de normatividad. Y es en este punto donde se comienza a evidenciar la empatía de los islámicos con varios de los pilares de la democracia occidental.

Por ejemplo, el 99 por ciento de los libaneses consultados sostuvo que, si pudieran redactar una nueva carta política, estarían de acuerdo con incluir la libertad de expresión. Incluso, en Irán, considerado un país ultraconservador, ese porcentaje alcanza el 92 por ciento. Mayorías similares creen que los líderes religiosos no deberían desempeñar un rol directo en la concepción de un nuevo texto constitucional.

Ello significa que a los musulmanes les suena la idea de un sistema con ciertas libertades pero que conserve los valores religiosos. Como dijo a SEMANA John L. Esposito, profesor de Estudios Islámicos de la Universidad de Georgetown y coautor del libro, "desear la Sharia no se traduce automáticamente en querer teocracia".

No obstante, el estudio hace énfasis en que los musulmanes no están dispuestos a sacrificar su identidad cultural y religiosa. Y es ahí donde empieza el choque. En gran medida, consideran negativa la imagen que de ellos promueve Occidente, en cabeza de Estados Unidos, y temen que ese país pretenda dominarlos. "Sólo el 12 por ciento de los radicales y el 17 por ciento de los moderados asocian el respeto a los valores islámicos con las naciones occidentales", indica el estudio.

Los autores asocian esa falta de respeto a que los occidentales desconocen otro aspecto interesante de la encuesta: que los musulmanes detestan el extremismo y el terrorismo por una razón básica: son ellos las primeras víctimas de los ataques.

Así, de seguirse creyendo que el Islam es un problema por sí mismo, "se refuerza la creencia de que la guerra contra el terrorismo global es realmente una guerra contra el Islam", explica Esposito, lo cual desconocería los intereses políticos detrás de los enfrentamientos diarios entre los gobiernos de uno y otro lado.

Ésta es, sin duda, una de las grandes lecciones del libro: que la salida al supuesto conflicto con Occidente no se debe intentar sólo desde las altas esferas políticas, donde abundan las tergiversaciones amañadas, sino desde la esencia misma de lo que piensa el pueblo musulmán.