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LA PAZ ESQUIVA

Este año los irlandeses del norte tienen mayores posibilidades de alcanzar la paz en su martirizado territorio. Pero como palpó SEMANA en Belfast, el pesimismo persiste., 27653

5 de febrero de 1996

"SI LLEGO A VER ALGUN NIÑO PROTEStante cruzando el muro hacia este lado, soy capaz de romperle la cabeza. Aquí somos católicos, republicanos y del Celtic...".
La promesa, toda una declaración de principios, pertenece a Keegan, un niño de 9 años que todas las tardes recorre el muro de dos metros de alto y varias cuadras de largo que separa su barrio Falls, un bastión católico por excelencia, de la urbanización protestante de Shenkill, a escasos 600 metros del centro de Belfast.
Keegan, como todos los habitantes de Falls, escupe intolerancia desde la cuna. Del otro lado del muro también. Los diferencia un credo y un equipo de fútbol. Mientras los republicanos simpatizan con el Celtic Glasgow de Escocia (el equipo de fútbol celta y por ende católico) los protestantes se desviven por el muy british Manchester United.
Hoy, año y medio después de que el Ejército Republicano Irlandés IRA decretara el alto el fuego, el proceso de paz en el que los irlandeses del norte se han esperanzado avanza con grandes dificultades. La negativa del IRA a entregar las armas amenaza con descarrilar el camino hacia la paz iniciado con el acuerdo anglo-irlandés para iniciar conversaciones, logrado a tiempo con la visita del presidente norteamericano Bill Clinton a finales del año pasado. Entre tanto, la vida sigue en ese martirizado lugar, mientras las esperanzas de paz luchan por sobrevivir.
La existencia de guetos en toda la provincia del Ulster es palpable. En el pequeño barrio de Falls, cientos de banderas irlandesas flamean sobre los techos de teja como si fuera una zona liberada. Las fachadas de las casas están cargadas de grafittis que resaltan los 25 años de lucha del IRA y la labor social del Sinn Fein entre sus correligionarios. El rostro dibujado de Bobby Sands, un dirigente republicano que tras realizar una huelga de hambre en 1981 =durante la que fue elegido diputado= falleció por inanición, es un símbolo del lugar que se mezcla con los de Jesucristo y el Che Guevara.
Aquí el desempleo hace estragos a pesar de que históricamente los habitantes de Falls sean asignados en las obras de construcción o en los puestos más difíciles de la industria. "Casi el 90 por ciento de los desocupados somos católicos. Los unionistas siguen molestando a nuestras mujeres, atacando a nuestros niños en las escuelas y universidades, pero las autoridades dicen que el alto el fuego se cumple. Nosotros no atacamos por ahora y no lo haremos hasta recibir órdenes", explicó a SEMANA Jeremy, 42 años y padre de Keegan, el custodio. Las "órdenes" a las que se refiere Jeremy son las que baja la célula local del IRA.
A principios de año la policía de Belfast permitió el ingreso a sus filas a los católicos, llegando a un 3 por ciento frente al 97 por ciento de los agentes protestantes. Pudo haber sido un recurso para hacer mermar el desempleo pero fueron muy pocos los que acudieron al llamado. "No vamos a caer en la trampa de aceptar y después, si no solucionamos nada, tener que reprimir a nuestros propios hermanos", justifica Michael, un desocupado de 28 anos, quien para poder ingresar al pub de Mary =donde transcurre la charla= tuvo que pasar frente a la cámara de circuito cerrado de televisión instalado en la puerta (como ocurre en casi todos los comercios).
En Shenkill los protestantes se muestran más reacios a hablar: "Ustedes los periodistas son simpatizantes del IRA. ¿El muro? El muro solo existe para separarnos de lo indeseable". El único idioma común que se habla aquí es el de la intolerancia (en cuestión de lenguas los católicos tratan de hablar el irish antes que el inglés) y sobre esa base es casi imposible edificar un acuerdo en el norte de Irlanda.
El Ulster es un territorio de 5.500 kilómetros cuadrados con 1,6 millones de habitantes, de los cuales el 56 por ciento profesa la religión protestante y el 42 por ciento la católica. Con un Producto Interno Bruto =PIB= de 11,5 millones de libras esterlinas (16 millones de dólares) y un 15,5 por ciento de la población económica activa desempleada. Un problema más que se agrega al complicado proceso de pacificación, en don de el gobierno de John Major se encuentra atrapado entre dos fuegos: seguir resistiendo las bombas y el hostigamiento armado del IRA contra todo lo que tenga que ver con la corona británica o abrir las compuertas a la integración de la provincia a la república de Irlanda, desoyendo las presiones de los unionistas que temen perder los privilegios que ostentan desde la división del país en 1920.
Más de una vez Major dejó ver la intención de su administración en organizar un referéndum para que sean los propios habitantes de la región quienes decidan su futuro. Para el Sinn Fein la consulta debe realizarse en todo el territorio irlandés donde los católicos son el 82 por ciento. Pero en Londres, al igual que los unionistas en Belfast, no lo aceptarán jamás. "No somos parte de Irlanda, por eso debe hacerse solo en el Ulster", repiten. He ahí el obstáculo principal.
Ya sea la de un alto cargo del Sinn Fein o la de un vecino de Falls, la posición es la misma. "Nosotros no aceptaremos otra meta que por la que luchamos y dimos la vida: el respeto y la integración de nuestra nación =puntualiza Jeremy=. Hemos sutrido mucho, no la estamos pasando bien. Hemos visto morir y abandonar sus casas a mucha gente... ".
Antes del cese el fuego, cientos de familias hartas de arriesgar la vida abandonaron sus casas y los militares en ladrillaron las entradas para evitar el accionar de los francotiradores. Las ruinas de lo que fue una guerra que cobró casi 4.000 víctimas fatales desde 1969 están a la vista. La tensión crece a medida que se percibe la inercia de un proceso de pacificación cargado de dilaciones y contradicciones, en lo que aparece como la etapa más difícil desde que cesó el fuego el 31 de agosto de 1994.
"Existe mucha desilusión. Las agresiones son de todo tipo y de ambos lados. El hilo es tan débil que el primer tiro que se escape puede desatar una escalada de violencia aún desconocida para nosotros", advierte Theresa Judge, columnista del diario Irish Independent.
De un lado y otro del muro de la intolerancia la gente, al igual que Keegan, espera. Nadie sabe qué, si un acuerdo donde protestantes y católicos puedan convivir aceptándose sin resentimientos, o la explosión de más bombas con las que los habitantes del Ulster ya se habían acostumbrado. Sin respuestas a la vista, la situación aquí, por ahora, no admite a los militantes del optimismo.