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Jeff Bezos El fundador y director de Amazon pagó 250 millones de dólares de su bolsillo por ‘The Washington Post’.

PERIODISMO

La venta del año

Jeff Bezos, el dueño de Amazon, compró el legendario ‘The Washington Post’ y puso a todo el mundo a pensar en el futuro del periodismo y en la fascinación de los multimillonarios por los medios de comunicación.

10 de agosto de 2013

El lunes pasado, cuando los titulares de todos los medios de comunicación mundiales se centraron en The Washington Post, la prensa fue noticia. El tema surgió en una reunión a la que Donald Graham, presidente de la junta directiva del periódico y miembro de la familia que lo controlaba desde hace 80 años, convocó a los empleados del diario. 

“Les tengo un anuncio sorprendente. Nuestra compañía quiere hacer público en este momento que hemos vendido ‘The Washington Post’ a Jeff Bezos, el fundador de Amazon. El comprador no es Amazon, sino Jeff como persona, y ha pagado 250 millones de dólares”, dijo ante un auditorio boquiabierto. Graham justificó la operación por el hecho de que el rotativo lleva siete años dando pérdidas. Y ahora no se sabe qué será del Post en el futuro.

Lo cierto, sin embargo, es que otros multimillonarios como él, que con 25.200 millones de dólares ocupa el puesto 19 de la lista de Forbes, también han comprado periódicos, o quieren hacerlo. ¿Por qué?

El caso de Bezos (se pronuncia ‘Béisos’) se debe en parte a que admira el periodismo, confía en sacar al rotativo del atolladero y, cómo no, quiere aún más influencia en la capital. Al fin y al cabo, el Post es una auténtica institución y un pilar de la historia de la ciudad. Fundado por Stilson Hutchins, un hombre fiel al Partido Demócrata, el primer número del diario, que constaba de 10.000 ejemplares, salió a la calle el 6 de diciembre de 1877. 

Luego, el periódico pasó por varias manos hasta que en 1905 fue a parar a las de John R. McLean, propietario de The Cincinnati Enquirer. Pero el 1 de junio de 1933, tras una quiebra feroz, el Post terminó en poder de Eugene Meyer, que lo compró por 825.000 dólares en una subasta.

Meyer, nombrado en el gobierno por Harry S Truman, le dejó su cargo a su hija Katharine, que nombró editor a su esposo, Phil Graham, autor de una célebre definición del oficio cuando dijo que “el periodismo es el primer borrador de la historia”. Graham se pegó un tiro en su casa de campo en 1963 y su viuda no tuvo más remedio que coger el timón.

No lo hizo nada mal. En 1968, Katharine nombró director a Ben Bradlee, hasta entonces director de la revista Newsweek, también propiedad familiar, quien tres años más tarde se defendió exitosamente de una demanda del gobierno por haber publicado junto con The New York Times los Papeles del Pentágono, que contaban los horrores cometidos por las tropas de Estados Unidos en Vietnam. 

Pero semejante chiva no fue lo que puso al Post en el primer lugar del periodismo. Lo fue, más bien el escándalo de Watergate, destapado en 1972 por la serie de artículos de Bob Woodward y Carl Bernstein. Por ellos se supo que el  gobierno del republicano Richard Nixon había espiado a la campaña presidencial de los demócratas. Nixon fue reelegido, pero las revelaciones lo forzaron a renunciar en agosto de 1974. Ningún periódico en la historia había logrado tanto. 

Pero, ¿quién es el hombre que ahora manda en The Washington Post? Jeff Bezos nació hace 49 años en Albuquerque,  Nuevo México. Jamás conoció a su padre, que abandonó a su madre antes de que el fundador de Amazon hubiera nacido. Bezos, que tomó entonces el apellido de su padrastro, terminó el bachillerato en Miami y fue aceptado para estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad de Princeton, de donde se graduó con honores. 

Años más tarde, cuando trabajaba en una firma de inversión en Nueva York y analizaba las perspectivas para el comercio en internet, se le cruzó por la cabeza una idea brillante: vender libros. Sopesó la cosa, pasó la carta de renuncia, empacó maletas con su esposa y se fue a vivir a California, al otro lado del país, donde en 1995 echó a andar Amazon. Además, se ha metido en proyectos de innovación como un reloj de 42 millones de dólares que según él funcionará por 10.000 años más. Hoy es un potentado como pocos. Lo que pagó de su bolsillo por el Post se lo gana en solo tres días.

¿Es esto bueno o malo para The Washington Post? ¿Usará Bezos el periódico, el que primero leen a diario en la Casa Blanca y en el Capitolio, para hacer lobby en pro de sus empresas? “Yo creo que esto es una buena noticia para el periodismo, una inversión en el futuro del oficio”, le dijo a SEMANA John Dinges, profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York y quien trabajó cinco años en el diario de Washington.

“Hace años estábamos a la espera de que algún gigante tecnológico comprara un periódico como el ‘Post’, que siempre ha sido de gran calidad. Los Graham han tirado la toalla y ahora estamos ante la unión del buen periodismo y la alta tecnología”. Hace falta. De los casi 900.000 ejemplares diarios en 1993, la circulación ha caído a alrededor de medio millón.

Bezos forma parte de un nuevo fenómeno. No es el único multimillonario que se la juega por un periódico, quizás en busca de influencia y prestigio. Dos días antes, The New York Times vendía por 70 millones de millones de dólares el diario The Boston Globe a John Henry, dueño del mítico equipo de béisbol de esa ciudad, los Red Sox. 

El Times, que había adquirido el Globe en 1993 por 1.100 millones de dólares, le entregó así el rotativo al hombre que salvó el mítico estadio que sirve de sede de los Medias Rojas, Fenway Park. La publicación bostoniana cuenta con una historia fascinante, vinculada a un clan familiar. Fundada en 1872 por Charles Taylor, la familia de este lo conservó hasta hace 20 años, cuando no dio más.

Chris Hughes, cofundador de Facebook y que con apenas 29 años tiene más de 500 millones de dólares en la cuenta bancaria, hizo en mayo de 2012 algo parecido a lo de John Henry con The Boston Globe. Giró un cheque y adquirió The New Republic, una revista de izquierda que tuvo entre sus fundadores nada menos que a Walter Lippmann.

Cuando Bezos se apoderó del Post, Hughes escribió un artículo. “Jeff Bezos está acertando. Aunque uno lea noticias en internet, los lectores inteligentes siempre mirarán arriba, a la izquierda, para enterarse de que lo que están leyendo procede de un medio de comunicación responsable, que hace periodismo con profundidad”, anotó. 

Otro gigante de las finanzas que se ha dedicado a comprar periódicos es Warren Buffett, el cuarto hombre más adinerado del planeta según Forbes, dado que su fortuna, solo superada por las del mexicano Carlos Slim, el norteamericano Bill Gates y el español Amancio Ortega, supera los 53.400 millones de dólares. Buffett, que por años ha formado parte de la junta directiva de The Washington Post, se ha metido la mano al dril para adquirir 60 diarios de tamaño medio.

Y aparte de Buffett están los hermanos David y Charles Koch, cada uno de los cuales, con 34.000 millones de dólares, se sitúan en la casilla seis de las personas más adineradas de la Tierra. Ambos quieren quedarse con diarios de tan buena reputación como el Chicago Tribune y Los Angeles Times, todo ello, por supuesto, para hacer política de derechas. Son del Partido del Té.

No es raro que los millonarios se desvivan por los diarios, a veces en desmedro de la independencia periodística. Como le dijo al diario El Mundo de Madrid el presidente de la Fundación Knight, Alberto Ibargüen, “hasta la segunda mitad del siglo XX, la prensa en Estados Unidos no era independiente ni pretendía serlo. Y en muchos casos tampoco era rentable”.

Y agregó, en alusión a dos grandes y controvertidos empresarios de los medios de comunicación: “William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer nunca disimularon su interés, por ejemplo, en desatar la guerra entre Estados Unidos y España en 1898”. 

Querían, claro, más circulación para sus periódicos. Porque tener un diario puede no ser buen negocio, pero da influencia y  prestigio. Y quien no lo crea, debe saber algo que tiene claro Jeff Bezos: si no existieran los periódicos, aun en estos tiempos de internet, alguien los inventaría.