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LIONYA EN QUIEBRA

Un escándalo financiero de proporciones gigantescas acaba de socavar la credibilidad de los rusos en el capitalismo.

5 de septiembre de 1994

LIONYA GOLUBKOV ES EL héroe de la masiva propaganda televisiva de MMM, uno de los mayores fondos de inversión surgidos en el proceso de privatización en Rusia. Este ruso común y corriente, que toma vodka y come pepinos, se dejó convencer por los avisos de MMM que proponían ganancias de un 50 por ciento mensual a cambio de los vouchers o bonos que el gobierno repartió gratuitamente a toda la población, para comprar acciones en las empresas por privatizar. Lionya entregó su voucher y el de su señora en uno de los tantos locales de MMM. En el siguiente comercial, Lionya retiro sus ganancias y se comprò un par de botas para el invierno. Diez días después, le compró un abrigo de mink a Rita, su esposa. Lionya ya soñaba con una casa en París. En las últimas series, Lionya viajó al Mundial de Fútbol en Estados Unidos a apoyar el equipo ruso.

En pocos meses, Lionya se convirtió en el símbolo de la nueva clase media rusa, con sus sueños de dinero fácil. Pero los sueños de Lionya durarían poco, como los de casi 10 millones de ciudadanos que invirtieron su dinero en MMM.

Desde fines de julio, en pleno verano, casi 10.000 accionistas se aglomeraron llenos de pánico frente a la sede central de MMM en Moscú. La histeria se desató cuando los voceros de la compañía anunciaron que dejaban de recomprar sus acciones en los 60 puntos de distribución en Moscú y los 76 en el resto del país, menos en la casa central. A su vez, el anuncio fue hecho luego que funcionarios del gobierno hicieran públicas denuncias contra MMM.

Según el gobierno, MMM ha montado un esquema piramidal mediante el cual los últimos en comprar garantizan las ganancias de los primeros socios, sin ningún respaldo financiero sólido. Ahora se ha descubierto que el capital social de la compañía es de 100.000 rublos (unos 50 dólares); que su domicilio legal es un apartamento; que la firma no estaba registrada en el Ministerio de Finanzas; que solo estaba autorizada a emitir 991.000 acciones por un valor de 1.000 rublos, cuando, según el gerente de MMM, hay 10 millones de accionistas; que gastaba 4.5 millones de dólares semanales en propaganda, y que debía 25 millones de dólares en impuestos.

Según MMM, los vouchers y el dinero en efectivo recibido han sido utilizados para comprar acciones de grandes empresas que se han privatizado, como la automotriz Autovaz, el complejo turístico Inturist, y otras. Pero nadie sabe dónde está la plata, no hay registros, los directores aparecen y desaparecen cuando quieren, y funcionarios del gobierno dicen que la mayoría del dinero ya ha sido trasladado fuera del país.

Así, las acciones de MMM, que habían tenido un crecimiento fulminante, pasando de 1.200 rublos en febrero (un dólar) a cerca de 120.000 rublos en julio (60 dólares), volvieron a caer en picada. Se cotizaron, a finales de julio, a 950 rublos, menos de medio dólar.

Sorprendentemente, la crisis de MMM no ha arrastrado en picada la cotización de otras empresas, como hubiera sucedido en la Bolsa de Nueva York o de Tokio, pues los grandes inversionistas no tenían acciones de MMM, que captò los recursos en rubros de los Lionyas y Marinas Sergeyevnas de la propaganda. Según el diario Moscú Times, aun si MMM hubiera emitido 1.000 millones de dólares, esto no sería mucho en relación con las firmas petroleras que han atraído inversiones extranjeras por 4.500 millones de dólares.

El gobierno dice ahora que desde marzo estaba al tanto de las irregularidades, pero nadie hizo nada para impedirlo. Sin embargo, el primer ministro, Victor Chernomyrdin, ha anunciado que el gobierno no tomará ninguna medida: ni cerrará MMM, ni reembolsará a los millones de Lionyas estafados por la firma. Les echó la culpa a los inversionistas, pues, según él, muchos sabían que estaban practicando un juego de alto riesgo.

Ahora resulta que emitir acciones sin autorización ni respaldo, deber millones de dólares en impuestos, provocar la caída del precio de las acciones de 60 dólares a menos de uno es algo normal, y que los Lionyas, Sergeis, Volodias y Lenas que soñaron con un abrigo de mink o un viaje a París son los culpables.