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El llanto colectivo de los norcoreanos ha sorprendido al mundo. | Foto: EFE

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Lo que hay detrás del llanto colectivo en Corea del Norte

La histeria colectiva generada por la muerte de Kim Jong-il ha sorprendido el mundo. Expertos analizan si se trata de sentimientos auténticos o si más bien los norcoreanos lloran por obligación.

Alianza BBC
21 de diciembre de 2011

Los norcoreanos han dado muestras de profundo pesar por la muerte del líder Kim Jong-il, pero la histeria generalizada ha suscitado la pregunta de si sus sentimientos son auténticos o más bien se comportan como creen que es debido.

Conteniendo las lágrimas, una presentadora de televisión vestida de negro dio la noticia al país.

Luego vino el llanto colectivo, los gemidos y los puños que golpearon contra el suelo: hombres y mujeres arrastrados por una ola de desazón incontrolable.

"¿Cómo pudo dejarnos?", dijo una de ellas mientras se limpiaba las lágrimas.

Las escenas recordaron el luto que siguió a la muerte del padre de Kim Jong-il, Kim Il-sung, en 1994.

Es muy difícil saber cuán genuino es ese dolor, dice Anthony Daniels, un psiquiatra y escritor cuyo seudónimo es Theodore Dalrymple. Él visitó Corea del Norte en 1989 como miembro de la delegación británica en el Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes.

"Se trata de una terrible mezcla de miedo, terror y aprehensión sobre el futuro, algo de histeria colectiva y -posiblemente- también de dolor verdadero".

"Es muy difícil conocer la realidad. Creo que, de hecho, nunca la conoceremos del todo. Existen enormes barreras culturales y además hay que recordar que se trata de un régimen en el que todo aquello que no está prohibido es obligatorio. Es muy difícil saber cuál es el estado de ánimo real de los ciudadanos".

Durante su visita en 1989, Daniels no percibió ninguna expresión de emoción salvo la histeria colectiva.

¿Quién llora más fuerte?

"Visité un enorme estadio donde se encontraba el Gran Líder (Kim Sung-il). Cuando apareció, todo el mundo se puso de pie y comenzó a hacerle reverencias, dejando escapar también sonidos".

"Es posible que esta gente actuara así porque sentía miedo, pero al mismo tiempo es probable que muchos de ellos sintieran una lealtad genuina por él".

"Después de todo, cuando Stalin murió, la gente también lloró en las calles, aunque de manera muchos menos efusiva que en Corea del Norte".

En Occidente hay pequeños ejemplos de cuándo las personas se sienten obligadas a expresar sus emociones, dice Daniels, autor del libro "The Wilder Shores of Marx" (Las tierras más salvajes de Marx).

Después de la muerte de la princesa Diana, algunos sintieron miedo a disentir del duelo. Sin embargo, ese es un ejemplo que difiere enormemente con Corea del Norte, sobre todo si se toma en cuenta el nivel de obligación.

En su libro "Nada que envidiar: vidas ordinarias en Corea del Norte", Barbara Demick escribió (refiriéndose a la muerte de Kim Il-sung en 1994) que "la población terminó compitiendo entre sí, para ver quién podía llorar más fuerte".

Ella notó que un joven estudiante de Pyongyang no sentía nada en medio de los lamentos colectivos. "Todo su futuro dependía de su capacidad de llorar. No solo su carrera y su militancia en el Partido de los Trabajadores, sino también su supervivencia. Era cuestión de vida o muerte".

Se salvó, escribió Dermick, porque mantuvo sus párpados abiertos y sus ojos expuestos hasta que se irritaron y salió una lágrima. En ese momento comenzó a llorar, como todos los demás.

Estado de shock

Puede que para muchos esta sea una reacción natural, dice Kerry Brown, jefe del programa de Asia en el instituto británico Chatham House.

A los norcoreanos, la muerte de su líder les plantea interrogantes acerca de su identidad, seguridad y capacidad de sobrevivir, explica.

Esta es una nación que siente que siempre está en pie de guerra, al cuidado de un líder bueno y amoroso, dice Brown.

"Y al igual que ignoramos los verdaderos sentimientos del pueblo norcoreano, desconocemos lo que ocurre detrás de las luchas de poder entre las élites dirigentes. El control de la información es tan grande que lo más probable es que se sientan en shock, que estén experimentando un pesar verdadero. Ahora, si ello se parece a lo que en occidente llamamos 'dolor', eso no lo sé".

Finalmente Brown resalta que, a su parecer, la tristeza en 1994 fue mucho más escandalosa, porque el estatus de la sociedad norcoreana durante el mandato de Kim Il-sung era mucho mejor. De modo que, aunque parezca sorprendente, "este período de duelo no será tan profundo como el de hace 17 años", concluye.