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LO QUE HEREDA MONGE

Con una devaluación del 123% y una inflación del 30% anual, la situación no es fácil para el nuevo presidente.

Muy pocos en Costa Rica envidian hoy la situación que deberá encarar el nuevo presidente de esta república centroamericana, Luis Alberto Monge, desde el mismo comienzo de su mandato.
Posesionado el 8 de mayo, tras haber sido elegido por algo más de 60% de los votos, el 7 de febrero, Monge ha heredado del gobierno de Rodrigo Carazo la deuda externa más gravosa de toda la historia de su país. Y, lo que es más, ha heredado -porque así lo quiso la administración anterior- una tirante renegociación con el Fondo Monetario Internacional, que ya había sufrido tropiezos, dadas las exigencias tan duras del organismo financiero internacional.
Monge mismo admite que el país se encuentra al borde de una bancarrota. Para conjurarla se propone implantar un plan de emergencia de 100 días, que podría prolongarse aún más. Las estadísticas explican el por qué.
Para un país con exportaciones anuales de sólo mil millones de dólares, y una población de 2.266.800 habitantes, la deuda externa costarricense asciende a cuatro mil millones de dólares, lo que equivale a más de mil dólares por habitante. (Colombia, con una población de mas de 26 millones, tiene una deuda externa de 4.800 millones de dólares). El servicio de la deuda costarricense (vencimientos en los plazos de pago, más intereses) para este año será de 300 millones de dólares. El año pasado todo el ingreso cafetero -el mayor por concepto de exportación- tuvo que ser gastado en pagar las importaciones de petróleo.
A mediados del año pasado Carazo había logrado pactar con el FMI un convenio "suave" de pagos, según el cual se le daba a Costa Rica un tratamiento excepcional dentro de las draconianas medidas que habitualmente establece el fondo. Pero tal acuerdo resultó a la postre tan difícil de cumplir que el gobierno saliente optó por una declaratoria de morosidad de los pagos de intereses y de sumas principales adeudadas.
A Monge le corresponderá arreglar este impasse acogiendo la austeridad recomendada por el FMI, consistente en el cierre de escuelas y hospitales aumentos en las tarifas y congelación de salarios. Menos consumos y más exportaciones, es la divisa en boga en los círculos oficiales, mientras que en la calle se piensa otra cosa.
Con una devaluación del colón del 123% en abril de 1981, y una tasa inflacionaria de un 30% en los alimentos básicos, el expediente de una nueva huelga general contra las medidas de austeridad está ganando terreno en los sectores sindicales. El salario promedio para obreros industriales es de 1.578 colones (88 dólares). Muchas categorías laborales ganan menos. Gracias a una amenaza de huelga general en agosto de 1980, fue anulada la "carta de intención" firmada ese año entre el gobierno y el FMI.
Quizás esto explica la atmósfera de intimidación que se respiraba a finales del gobierno de Carazo. Atenazado por el desasosiego laboral interno y el avance revolucionario en los países vecinos como Nicaragua, El Salvador y Guatemala, el régimen intensificó a comienzos del año pasado, los ataques a las huelgas, las tomas de tierras y la prensa independiente.
Costa Rica, por prohibirlo la constitución, carece desde 1948 de un ejército regular; pero tiene una Guardia Civil y dos cuerpos secretos de policía con buenos recursos, que han estado muy activos en la represión de las actividades de grupos sindicales, religiosos y políticos, así como sobre los extranjeros vinculados al trabajo de solidaridad con los rebeldes centroamericanos.
Hasta un grupo paramilitar de ultraderecha, el Movimiento por una Costa Rica Libre (MCRL), hizo su aparición el año pasado.
Llegado al poder por primera vez en 1948, el partido de Monge, Partido Liberación Nacional (PLN), ha sido la fuerza propulsora durante tres décadas de algunas reformas liberales de importancia, tales como la nacionalización de la banca y la creación del sistema de seguridad social. Esta trayectoria le permite ser admitido con plenos derechos en la Internacional Socialista. Pero a comienzos del año pasado, el PLN se deslindó de la posición que esta Internacional asumió en rechazo de las intervenciones norteamericanas en El Salvador, al mismo tiempo que declaraba su apoyo a la junta militar de ese país.
Monge al prestar juramento como nuevo presidente de Costa Rica ante numerosos líderes extranjeros, entre quienes se encontraba el presidente Turbay Ayala, Herrera Campins, de Venezuela y Aristides Royo, de Panamá, afirmó que su gobierno mantendría una posición de imparcialidad ante la confrontación militar en América Central. Esta actitud -para algunos observadores políticos- significa un traspiés para los rebeldes derechistas que luchan contra el gobierno revolucionario de Nicaragua, país que tiene fronteras comunes con Costa Rica.
Tales son los desafíos a encarar por Monge. El desempeño de su gobierno, cercado por las dificultades señaladas, es objeto de particular atención de muchos colombianos, ante el anuncio del Partido Liberal de ingresar próximamente al mismo organismo internacional del que hace parte el PLN costarricense.