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LOS JAPONESES NO ESPERAN

Sólo 30 días después de asumir el mando, Susuke Uno enfrenta escándalo sexual que lo podría tumbar.

31 de julio de 1989

Una semana antes de ser escogido como nuevo Primer Ministro del Japón, el nombre de Susuke Uno ni siquiera sonaba en los corrillos políticos de Tokio para ser nominado.El entonces ministro de Relaciones Exteriores no estaba en la lista de nadie, porque no tenía suficiente fuerza política y porque todavía estaban en la lista muchos personajes de mayor peso nacional.Por eso, cuando llego al aeropuerto de Narita,en Tokio, sus primeras declaraciones fueron:"Nunca soñé ser escogido para este cargo".
Sin embargo, Uno no sabía aún que lo que le esperaba jamás hubiera figurado en un sueño, sino en una pesadilla. Sólo un mes después de haber asumido el cargo, su posición se ve seriamente amenazada por el escándalo de las revelaciones de una antigua geisha,con quien el señor Uno habría tenido relaciones durante varios años.
Unos pocos días después de su elección comenzó el calvario. El semanario Mainichi Shu-Kan reveló que el político había pagado tres millones de yenes (casi US$25 mil) a una antigua geisha, para que fuera su amante entre 1985 y 1986. Como si fuera poco, la semana pasada un canal de televisión presentó una entrevista con la afectada, una mujer que dijo llamarse Mitsuko Nakanishi, de 40 años.No sólo el hecho de que Uno hubiera pagado a la mujer para que se convirtiera en su concubina estable durante esos años fue lo que desató las iras del electorado japonés. También sacó de casillas a su pueblo las revelaciones de la mujer,en las que lo acusó de haberla tratado en forma vulgar, de haberla humillado y puesto en ridículo frente a sus amistades. Al no ser un perfecto caballero, de acuerdo con los rígidos estándares japoneses,la ex geisha remató afirmando que "no lo consideraba digno de ocupar el alto cargo para el que había sido escogido ".
En un principio pocos creyeron que el escándalo sexual pudiera poner en peligro la permanencia de Uno en el poder. Pero cuando se supo que las andanzas del político,de 66 años,no se limitaban al caso de la Nakanishi,la copa de los japoneses se llenó. Uno, según reportaron dos diarios de Tokio, había tenido arreglos semejantes por lo menos en dos ocasiones más, una de las cuales con una muchacha de escasos 16 años. La publicación de los detalles más escabrosos de esas relaciones peligrosas, puso a Uno al borde del colapso nervioso, mientras anunciaba en privado que había ofrecido su renuncia a los dirigentes de su partido, el Liberal Democrático.
Al cierre de esta edición aún no se conocía la suerte de esa dimisión anunciada y, por lo tanto, si el nuevo Primer Ministro asistiría a la próxima cumbre de los países industrializados a celebrarse en París a mediados de julio. Pero los analistas intentaban una explicación para la virulencia de la reacción popular,cuya naturaleza no tenía antecedentes en la historia del país.
Lo primero que se apuntó es que los escándalos sexuales no son el plato fuerte de la chismografía política nipona. Por la ética japonesa, o por cualquier otra razón, los medios de comunicación del país no acostumbraban a sacar al sol los trapos sucios de los políticos, en lo referente a asuntos domésticos y personales. Pero según parece, la cadena de escándalos que ha azotado al Partido Liberal Democrático desde hace 15 de los 34 años que lleva en el poder,parecen haber desatado un movimiento nacional, explícito o tácito, para limpiar de una vez por todas a la política japonesa de la corrupción que la infesta.
Esa nueva tendencia se notó desde que Uno anunció su aceptación del cargo, cuando fue muy escaso el entusiasmo del público precisamente porque se le acusaba de carecer de suficiente compromiso con las reformas que el país, por lo visto, reclamaba con urgencia.
Hoy los analistas recuerdan que la escogencia de Uno se basó no solamente en la rara circunstancia de que no estuviera involucrado en el escándalo de los sobornos de la Recruit, sino en que no puso a la dirigencia de su partido ninguna condición previa que le permitiera reformar el orden de cosas establecido. Tras la figura de Uno, además, muchos veían la sombra del ex primer ministro Yasuhiro Nakasone, a quien se atribuye buena parte del actual estado de cosas en el Japón.
Esa parece ser la razón principal para que los japoneses no le perdonaran ni la primera a su nuevo Primer Ministro.Cuando asumió el mando, un viejo observador japonés comentó que no le auguraba más de un año en el puesto. Por lo que parece, un mes hubiera sido un pronóstico más acertado.