Home

Mundo

Artículo

El expresidente de Panamá, Ricardo Martinelli, se fue en su avión privado hace un mes y no ha regresado a su país. El presidente, Juan Carlos Varela, le ha pedido que regrese para afrontar los cargos. | Foto: A.F.P.

PANAMÁ

Martinelli, el presidente que se voló

El escándalo por corrupción contra el expresidente de Panamá Ricardo Martinelli va para largo. Y en su defensa está dispuesto a todo.

28 de febrero de 2015

“¡Yo no me he robado un ‘fucking’ real!”, dijo en Guatemala el expresidente de Panamá Ricardo Martinelli ante los medios internacionales, que lo entrevistaron a la salida del Parlamento Centroamericano (Parlacen). Visiblemente agitado, el exmandatario insistió en su inocencia y enfiló baterías contra el actual mandatario, Juan Carlos Varela, quien fue su fórmula presidencial en 2009, pero se convirtió en su opositor político desde agosto de 2011. “Varela va a tratar de matarme”, insistió poco después en una entrevista con CNN latino, en la que afirmó a su vez que el actual presidente “no desea ninguna oposición en Panamá”.

Pero independientemente de la enemistad entre los dos políticos, los cargos contra Martinelli no son de poca monta y comienzan por las millonarias compras que realizó su gobierno durante el lustro que estuvo en el poder. El 28 de enero, los nueve miembros de la Corte Suprema de Justicia le abrieron una investigación criminal por las graves denuncias de corrupción sobre el Programa de Ayuda Nacional (PAN), uno de los proyectos estrella de su gobierno, que desde principios de 2014 la oposición había denunciado como “la caja menor del gobierno para hacer proselitismo”. Según le dijo a las autoridades el exdirector de esa entidad, Giacomo Tamburelli, el propio Martinelli dio las órdenes que condujeron al desvío de un contrato por 45 millones de dólares de comida deshidratada para centros escolares.

Sin embargo, los dolores de cabeza del expresidente panameño no se limitan al mal uso de los recursos del PAN, pues también se le acusa de sobrecostos en megaproyectos, represión contra indígenas, delitos electorales y apropiación indebida de bienes. De hecho, durante el mes de enero, los medios locales le dedicaron un amplio despliegue al tema de las máquinas ‘pinchadoras’, que el gobierno de Martinelli había oficialmente comprado para chuzar los teléfonos de los corruptos, pero que muchos temen fueron utilizadas para realizar interceptaciones a políticos opositores. Según los documentos revelados por WikiLeaks, ya desde finales de 2009 la embajadora de Estados Unidos en Panamá consideraba que “la cuasi obsesión de Martinelli con las chuzadas revela una actitud ingenua y simplista del proceso de investigación criminal”. Hoy, las máquinas no aparecen.

Del mismo modo, no se tiene claridad sobre el paradero de Martinelli, quien tras salir del Parlacen aseguró que había comenzado una “gira internacional” para denunciar la persecución en su contra. Desde entonces, poco se ha sabido de su paradero y solo los registros aeroportuarios de su jet privado permiten suponer que pasó por Estados Unidos, Canadá, Irlanda e Italia, país cuya nacionalidad posee. El 14 de febrero, el periodista Álvaro Alvarado publicó una foto del exmandatario en un supermercado de Miami y el 19 se informó que el avión había regresado a Panamá, pero sin Martinelli a bordo. Y en ese contexto han brillado por su ausencia las voces favorables al expresidente: el jueves pasado, el diario La Prensa informó que ninguno de los miembros de la cúpula de su partido Cambio Democrático (CD) se había manifestado sobre las acusaciones en contra de su líder, ni sobre otros casos de corrupción que implican a funcionarios de su gobierno.

Todo lo cual no significa, sin embargo, ni que Martinelli esté cerca de la cárcel, ni que Panamá haya emprendido una especie de Manos Limpias criollo para erradicar la corrupción. Como le dijo a SEMANA Miguel Antonio Bernal, constitucionalista de la Universidad de Panamá, “el país no tiene ni las herramientas jurídicas, ni la capacidad investigativa, ni las herramientas tecnológicas para que el asunto Martinelli llegue hasta sus últimas consecuencias. Y más importante aún, tampoco cuenta con la voluntad política, pues Varela no va a actuar contra él porque ambos tienen demasiado en común”. Y en efecto, en las diversas entrevistas que ha dado en lo corrido del año, el líder de CD ha dejado caer alusiones apenas veladas. “Durante los primeros 26 meses de gobierno todo era amor, un ‘love affair’ y después de que se va Juan Carlos Varela empieza todo...” , dijo con ironía a finales de enero en un programa del canal TVN. Tras lo cual agregó: “Si hay alguien que sabe cómo es Juan Calos Varela soy yo”.