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El Presidente apareció recientemente con la imagen del Che Guevara a su espalda. Y sus seguidores hacen lo mismo

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Marxismo-chavismo

La nueva reforma a la Constitución Bolivariana apunta a convertir a Venezuela en un auténtico país socialista. Y su camino aparece despejado.

20 de octubre de 2007

La reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez acentuó de nuevo la polarización de los venezolanos. Desde cuando anunció su plan para cambiar 33 de los 350 artículos de "la mejor Constitución del mundo", el 15 de agosto, muchos comenzaron a padecer otra vez de gastritis, insomnio y depresión. Y otros alzaron sus banderines del Che mientras gritaban consignas antiimperialistas.

Entre los propuestas está incorporar la reelección indefinida (pero sólo para el Presidente), aumentar su período de seis a siete años, una nueva división territorial dirigida por varios vicepresidentes designados por el primer mandatario, incluir las misiones sociales, reducir la jornada laboral a seis horas y poner el Poder Popular a la par del Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y el Electoral.

Uno de los puntos más polémicos es el referido a la propiedad privada, que estaría limitada a los bienes de uso y consumo de los particulares. Se les agregan otros tipos: la colectiva, la social, la estatal y la mixta.

Otro de los artículos más polémicos es el que politiza la estructura militar y el cambio de su nombre: se llamará Fuerza Armada Bolivariana y sus miembros serán 'antiimperialistas' que defiendan a capa, fusil y espada la revolución.

Las reacciones fueron contundentes, pero no tanto como para que la Asamblea cambiara de opinión. Varias de las últimas propuestas desataron rechazo hasta en los dirigentes chavistas más radicales, pues se busca suprimir los derechos a la información y al debido proceso en situaciones que afecten la seguridad de la Nación. La comisión también propuso eliminar la propiedad intelectual con el argumento de que los bienes culturales no pueden ser productos mercantilistas. Es decir, un escritor no podría vender sus obras porque cometería un acto imperialista.

A los ojos de analistas e incluso de muchísimos partidarios de la revolución, esta reforma atenta contra principios fundamentales de la Carta y de la democracia. Encuestas como Datanálisis confirman que del 63 por ciento que apoya a Chávez, el 30 no está a favor de la propuesta, aunque esto no signifique que votarán por el NO.

Seguidores como los miembros del partido oficialista Podemos se han pronunciado en contra. Por disentir, Chávez los llamó traidores y opositores.

El diputado y líder de Podemos, Ismael García, se defendió ante SEMANA. Asegura que rechazan la reforma porque ese proyecto "no se parece al país que queremos construir". "Estamos en desacuerdo con algunos artículos como el que la propiedad pública pertenezca al Estado. Eso fracasó en la Unión Soviética. No puede haber un modelo único de país, sino que debe haber espacio para el pensamiento diverso, plural. Chávez es un líder importante, pero el país es más importante que él. Este proyecto no puede imponerse, eso sería crucificar la Constitución".

Ya la propuesta está en tercera discusión y todo está previsto para que se vote en referéndum en diciembre. Los detractores sostienen que no se está debatiendo lo suficiente y piden que al menos se organice un referéndum donde se vote artículo por artículo y no por el bloque completo. "Esta es la fractura más importante que ha tenido el gobierno", dijo a SEMANA el catedrático de la Universidad Central de Venezuela Amalio Belmonte. "El propósito es establecer un Estado-sociedad. Un Estado que lo domine todo y donde la sociedad pierda autonomía. Es una regresión: de ciudadanos se pasa a ser súbditos". La Constitución actual (de 1999), refiere Belmonte, establece una autonomía suficiente y protege la pluralidad. La reforma, en cambio, propone "aprisionar a los ciudadanos frente a un Estado muy abarcante". "Le está quitando valor al sufragio. Todo va a depender del Presidente y se crea una relación vertical entre la comuna y el mandatario".

El profesor advierte que aumentará también la dependencia del ciudadano del gobierno y las empresas públicas, pues el gobierno será el gran empleador que ejercerá un control ideológico. "La reforma dice que toda actividad económica, toda forma de organización política o social debe hacerse en función del socialismo. La propuesta está dirigida a decretar un Estado socialista y a desestimular la iniciativa privada".

Para Belmonte, quien fue militante de izquierda, la intención es "burocratizar la moralidad" al creer que la única concepción justa es la socialista. "Los problemas de equidad no los ha resuelto ningún gobierno socialista. Personajes como Mao o Fidel han proclamado en nombre de un futuro luminoso concentrar más poder en sus manos. Y eso siempre ha fracasado".

A pesar de las confrontaciones en torno a la propuesta, las estadísticas revelan que el gran enemigo será la abstención. El 70 por ciento de los encuestados ha pedido que las propuestas se voten por capítulos, pero eso está lejos "Un tercio está a favor, otro tercio en contra y el resto está indeciso", precisó a SEMANA el director de Datanálisis, Luis Vicente León. "La mayoría no acepta su propuesta, pero la reforma va a ganar por mayoría chavista". La explicación es simple: el 60 por ciento de los encuestados dice que va a votar, el otro 40 por ciento dice que se abstendrá (los opositores). De los que votarán, más de la mitad lo hará por el SÍ porque apoya las propuestas del fondo económico para trabajadores, incluir las misiones en la Carta y reducir la jornada laboral a seis horas.

León afirma que el Presidente tratará de convertir la reforma en una pelea entre buenos y malos. Los buenos a favor, los malos (traidores, contrarrevolucionarios, imperialistas) en contra. "Chávez va a ganar (por novena vez consecutiva). Y la oposición, de nuevo, lo está dejando ganar al llamar a abstenerse".