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E S T A D O S    <NOBR>U N I D O S</NOBR>

McCain otra vez

El adversario de Bush vuelve a las andadas al ganar las primarias de Arizona y Michigan. ¿Le alcanzará la gasolina?

27 de marzo de 2000

El martes de la semana pasada John McCain estaba a punto de convertirse en un cadáver político. El sábado anterior el senador y precandidato republicano había perdido en el estado de Carolina del Sur por 11 puntos a manos de su archirrival el gobernador de Texas George W. Bush, por lo cual estaba en una disyuntiva complicada ante las primarias de Arizona y Michigan: ganar o ganar.

Y lo cierto es que McCain no sólo logró recuperar lo perdido sino que se posicionó, al menos momentáneamente, como el aspirante con mayor número de delegados garantizados para la convención republicana.

Con la nueva revancha de McCain la competencia por la candidatura de ese partido se convirtió en una lucha sin cuartel que atrae muchas más miradas que su contraparte demócrata. El resultado sólo demostró que la lucha se prolongará por lo menos hasta el ‘supermartes’ del 7 de marzo, cuando se celebrarán primarias y caucuses republicanos en California, Nueva York, Ohio, Missouri, Georgia, Connecticut y otros 11 estados.

Arizona era previsible, pues el estado de McCain. Pero Michigan tuvo un efecto sicológico importante: se trató de la primera lucha a gran escala en la que, de hecho, votaron más personas que en todas las primarias anteriores sumadas. Y la proximidad de las elecciones en ese estado dio lugar al comienzo de una batalla de amargos reclamos mutuos que, por lo que parece, será la tónica en la contienda por venir.

Las cifras de la votación de Michigan, a pesar de su contundencia a favor de McCain, esconden una ambigüedad significativa. Las primarias republicanas de Michigan son abiertas a todo el mundo y las encuestas de salida (exit polls) demostraron que Bush se llevó las dos terceras partes de los votos republicanos. Si McCain ganó fue por el hecho sorprendente de que el 50 por ciento del total de la votación fue depositada por demócratas o independientes, que en estricto sentido no tienen nada que hacer allí.

Ese aspecto se convirtió en un punto central. Para el bando de McCain, demuestra que su mensaje reformista es atractivo y que los votantes demócratas e independientes resultaron seducidos por él. Para el de Bush, su contrincante confía en votos golondrina que sólo están allí para crear confusión y que en noviembre votarán por los demócratas.

Cualquiera de las dos posiciones puede ser cierta. Pero también lo es que en el supermartes del 7 de marzo, de las 12 primarias republicanas, sólo cinco son abiertas. Y las restantes prohíben participar hasta a los independientes. Por otra parte, en Michigan votaron tantos demócratas porque ese día no había primarias de su partido. Lo cual no sucedará en el supermartes.

En cualquier caso el tema ha puesto sobre el tapete una realidad: sólo el candidato que pueda atraer a los no republicanos tendrá alguna posibilidad de derrotar al candidato demócrata. Bush, caracterizado por su adversario como de extrema derecha, sobre todo por su asociación con extremistas religiosos como Pat Robertson, no parece en buena posición para lograrlo. Pero McCain, un enemigo confeso de la maquinaria partidista republicana, corre el riesgo de que en el proceso de conquistar demócratas, pierda la confianza de sus propios copartidarios.