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METIENDOSE EN 'HONDURAS'

Entrega de sofisticados aviones F-5E a Honduras, aumenta la tensión con Nicaragua

8 de diciembre de 1986

"La República de alquiler" es el nombre con el que se conoce en Washington The Republic for Rent. Recibe 23 millones de dólares al año en ayuda militar y económica de los Estado Unidos y las inversiones a largo plazo del Pentágono en su territorio ascienden a 40 millones de dólares en pista aéreas, carreteras, barracas y hasta un campo de béisbol. "Son temporles", dice el Pentágono. "Lo mismo nos dijeron de Tailandia en 1964", recuerdan quienes vivieron la historia y vieron a este pequeño gran país con vertirse en la plataforma de lanzamiento para los bombardeos a Vietnam. "No hay duda, Honduras será plataforma de lanzamiento para los "contras" respaldados por los Estado Unidos", afirma la revista News week. "Es una plataforma lista para lanzar la guerra en Centroamérica" dice un asistente senatorial del Partido Demócrata.
Con 100 millones de dólares para repartirles a los "contras" y la certeza de que dentro de muy poco tendrá que pedir más, la administración Reagan está buscando--como toda ama de casa precavida--obtener el máximo rendimiento al menor costo posible. Y para ello necesita la ayuda de Honduras. Desde su base de Palmerola es más fácil aprovisionar a los "contras". Y en su territorio sería más fácil entrenarlos. Por eso, aunque el gobierno hondureño insiste en que no, se da como sentado que Honduras constituye el centro de operaciones de los norteamericanos para la distribución de la ayuda a los "contras". Signo claro de ello sería el ofrecimiento que esta semana le hizo los Estados Unidos de una docena de aviones caza F-5E, en un acto que fue interpretado por un alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua, como "una bofetada a Contadora" y uno de sus principios fundamentales: la prohibición de nuevos sistemas de armas ofensivas.
Tras una intensificación de los combates en la frontera entre Nicaragua y Honduras que en la última semana habría dejado cerca de 500 muertos, el ofrecimiento norteamericano ha caído como una piedra en el medio ambiente centroamericano. Los EE.UU insisten en que se trata de procurar un equilibrio de fuerzas entre el Ejército hondureño con 17.500 hombres y el sandinista con 70.000. El problema radica, sin embargo, en que Nicaragua no posee aviones de combate, hecho que crearía por tanto otro tipo de desequilibrio que sólo podría ser subsanado mediante la adquisición también, por parte de los sandinistas, de este tipo de cazas.
La perspectiva de terminar involucrando a toda Centroamérica en una incontenible carrera armamentista y además la posibilidad de que se desate una guerra entre vecinos, ha creado un malestar en la región que se ha incrementado aún más después de que el Miami Herald publicó el 4 de este mes una noticia en la que según fuentes gubernamentales, legislativas y de los "contras", el gobierno del presidente Reagan estaría estudiando una posible intervención directa en Nicaragua. El deseo del Presidente según el periódico, sería el de aumentar las posibilidades de que los "contras" derroquen a los sandinistas antes de que él abandone la Casa Blanca en 1989.
Si en el terreno táctico y militar, la distribución de los 100 millones de dólares aprobados por el Congreso y sancionados por el Presidente hace unos días colocan a los "contras" su patrocinador en una posición relativamente superior a la sandinista, en el terreno diplomático, Nicaragua ganó la partida de esta semana. Por 94 votos contra 3 y 47 abstenciones, la Asamblea General de la ONU adoptó un proyecto de resolución pidiendo que Washington cese la ayuda a los "contras". La resolución había sido presentada ya en el Consejo de Seguridad, a raíz del fallo de la Corte Internacional de La Haya que considera contraria a las normas del derecho internacional la ayuda norteamericana a los "contras" y ordenó su inmediata suspensión. El poder de veto de los EE.UU. en el Consejo impidió entonces su aprobación, hasta que los sandinistas lograron llevarla a la Asamblea General. Aunque el hecho no tiene efectos prácticos, fue interpretado como un signo de aislamiento diplomático de los Estados Unidos en lo que a los "contras" se refiere y de respaldo a los sandinistas en este punto.
Mientras la incertidumbre crecía en los distintos frentes, los miembros del Grupo de Contadora se reunían en Ciudad de México, una vez más, en su hasta ahora infructuoso intento por mediar en el conflicto centroamericano. Al término de la reunión cuyos resultados concretos no fueron revelados, uno de los funcionarios del Grupo manifestó: "La tensión va aumentando, la situación se torna más peligrosa día a día". Palabras que parecen recoger el sentimiento generalizado al finalizar la semana, cuando las nuevas circunstancias sumadas a las ya existentes hacían temer que el conflicto interno entre los sandinistas y los "contras" con base en la frontera hondureña, pudiera degenerar en una guerra convencional entre Nicaragua y Honduras.