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MIREYA AL BATE

Una combinación de persistencia y travestismo político lograron el triunfo de la primera <BR>presidenta de Panamá.

7 de junio de 1999

EN las calles de la ciudad de Panamá no quedó un centímetro cuadrado incólume. Todos
los espacios disponibles y hasta los postes de la luz fueron convertidos en carteleras con la imagen y el
lema de algún candidato. Los contendientes estaban dispuestos a obligar a sus electores a votar por
ellos a fuerza de apabullarlos con la repetición de sus caras miles de veces. Pero la intensidad en
la batalla publicitaria no se vio acompañada de una clara temática o de un contenido profundo en los
mensajes.
Por eso las elecciones generales del 2 de mayo no serán recordadas solo porque por primera vez salió
elegida una mujer como presidenta del país. También lo serán porque volvieron a demostrar que, en ausencia
del debate ideológico, ser el candidato de oposición contra un gobierno desacreditado siempre otorga
dividendos. Aunque haya que incurrir en el travestismo político.
La candidata Mireya Moscoso, de 53 años, ganó la presidencia en su segundo intento con las banderas
heredadas del mítico Arnulfo Arias, su esposo fallecido en 1988, quien durante más de 50 años proyectó en
Panamá su sombra 'panameñista' de extrema derecha (ver recuadro). Al frente tenía a otro heredero, Martín
Torrijos, de 35, hijo del general Omar Torrijos Herrera, el último de los militares que derrocaron a su marido
y gestor de los tratados de devolución del canal. El torrijista Partido Revolucionario Democrático (PRD)
constituyó en su momento la expresión del rechazo al conservadurismo 'panameñista' y una
aproximación 'revolucionaria' y social a los problemas de la población del istmo.
En su primera candidatura en 1994 Mireya Moscoso era la representante oficialista pues en el poder
estaba su aliado Guillermo Endara, a quien se recuerda por haber sido instalado en el poder por las tropas
norteamericanas. Mireya cargaba con la mala imagen de Endara y con la de un gobierno impopular y fue
derrotada por el torrijista Ernesto Pérez Balladares. Pero ahora el oficialista era Torrijos, quien no logró
desligar su imagen de la del arrogante Pérez y sus medidas de corte neoliberal y aperturista, como la rebaja
de los aranceles y la reforma al Código Laboral.
Por eso en 1999 los ropajes se cruzaron. Moscoso se presentó esta vez como la defensora de los menos
favorecidos y como la crítica del neoliberalismo, mientras que Torrijos apareció como el continuismo de
una política impopular. Moscoso ganó también porque nunca dejó de hacer campaña desde 1994 mientras
Torrijos apareció a última hora luego del infructuoso intento de Pérez Balladares de modificar la
Constitución para hacerse reelegir. La mayor paradoja es que al final de este año quien reciba el canal
será la heredera política del mayor enemigo del general Noriega.
Como dijo a SEMANA un analista panameño, "al terminar el jolgorio electoral el pueblo va a pedir cosas
más tangibles que un discurso". Y el panorama no es halagüeño. Todos los anali5stas coinciden en que las
medidas neoliberales de Pérez son irreversibles, por lo que las expectativas populares de alivio a corto
plazo son irreales. Por otra parte, la Asamblea quedó con mayoría del PRD, que ya dijo que no
colaborará con el gobierno. Y como si fuera poco, Mireya deberá responder por la puesta en marcha de
la operación panameña del canal y enfrentar la amenaza de la situación del Darién, una región donde se
suman narcotráfico, guerrilla colombiana y el retiro de la base estadounidense de Howard para
conformar un coctel explosivo.
Pero como dijo también el analista, "la entrega del canal podría tener un efecto unificador y catalizador de
cara al futuro". Moscoso, cuyo mayor mérito intelectual parece ser el de "rodearse bien", ha conformado
un equipo capaz y ha mantenido a raya a los sectarios 'panameñistas' de viejo cuño. Cuando termine la
luna de miel, lo que tal vez pasará pronto, Mireya deberá demostrar que sus habilidades políticas van
más allá de su capacidad para ganar elecciones.


La heredera

Mireya Moscoso es la heredera política de Arnulfo Arias, un personaje de extrema derecha y
reconocidas tendencias profascistas. El líder máximo del arnulfismo fue presidente en cuatro ocasiones:
del primero de octubre de 1940 al 14 de julio de 1941, del 20 de julio de 1941 al 9 de octubre de 1941, del
24 de noviembre de 1949 al 20 de mayo de 1951 y del primero de octubre de 1968 al 11 de octubre de 1968.
La hoy presidenta electa tenía 17 años cuando comenzó a trabajar para el partido arnulfista y en 1968,
cuando Arias fue derrocado por Omar Torrijos, viajó a Estados Unidos exiliada con el entorno de su líder.
Allí se casó con él en 1969. Arnulfo tenía 68 años y ella 23.
Mireya Moscoso se ha negado siempre a los debates públicos, rehuye las entrevistas y cuando las da elude
las preguntas de fondo. Ello ha dado pie para las versiones según las cuales carece de preparación
académica. Ella sostiene que su formación política proviene de la influencia de Arnulfo y que cuando vivió
en Estados Unidos alcanzó un título universitario. La pregunta es qué tanto sirve el ejemplo de un hombre
de los años 40 y un título en decoración de interiores para manejar un país al borde del siglo XXI.