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Montesinos y la CIA

Mientras Panamá decide sobre su asilo y en Perú piden su extradición, el diario entino ‘Clarín’ publicó este artículo de Ana Barón sobre los oscuros vínculos del ‘asesor’.

13 de noviembre de 2000

En cuanto su avión aterrizó en el aeropuerto de Ciudad de Panamá el jefe de facto del Servicio de Inteligencia nacional (SIN), Vladimiro Montesinos Torres, ingresó instantáneamente en la larga lista de agentes secretos latinoamericanos que, tras haber sido ‘utilizados’ por la CIA, Washington los deja caer en cuanto adquieren demasiado poder y comienzan a actuar en contra del interés nacional de Estados Unidos.

Más aún, a juzgar por lo que le sucedió a dos de los integrantes más ilustres de esa ‘lista negra’, el jefe de la Dina chilena, Manuel Contreras, y el ex presidente de Panamá, Manuel Antonio Noriega, Montesinos deberá terminar en la cárcel como ellos, mientras que la CIA seguirá operando en nuestra región como si nada hubiera pasado y sin que nada impida que “la historia vuelva a repetirse”.

Como decía el escritor irlandés George Bernard Shaw, “Hegel tenía razón cuando afirmaba que aprendemos de la historia que los hombres no aprenden nada de la historia”. En el currículum de Montesinos figuran las peores atrocidades en materia de violación de los derechos humanos, verdaderas masacres, torturas, persecución de políticos y periodistas opositores al régimen, compra de influencias en el Poder Judicial peruano, narcotráfico, lavado de dinero y mucho más.



El reclutado

Por eso, cuando Montesinos se fugó de Lima, las organizaciones de derechos humanos pusieron el grito en el cielo. Pero un funcionario de la Casa Blanca le dijo a Clarín que con su aterrizaje en Panamá Montesinos adquirió impunidad.

“El hecho que Panamá le dé asilo político no significa que Montesinos no pueda ser extraditado a Perú y juzgado por la justicia peruana”, explicó a Clarín el funcionario de la Casa Blanca que pidió no ser identificado y que reconoció abiertamente la relación de Montesinos con la CIA: “Claro que había una relación. Es lógico. Había el problema de Sendero Luminoso. Pero repito: eso no significa que no pueda ser juzgado por los delitos que cometió y que no termine en la cárcel. No sería el primero ni el último. Si no mire lo que pasó con Noriega”.

Según funcionarios peruanos, estadounidenses y de la OEA consultados por Clarín esta semana —que también pidieron reserva— la relación entre Vladimiro Montesinos y la CIA comenzó en 1976, cuando Montesinos todavía era capitán del ejército peruano y el presidente del Perú era el general Juan Velasco Alvarado.

Militares que fueron compañeros de Montesinos en la Escuela Militar de Chorrillos dijeron a Clarín que ya en la época que era cadete hacía ficheros sobre las tendencias políticas de sus condiscípulos. “Tenía amigos en la embajada de Estados Unidos, los mismos que le regalaron una beca en 1976 para conocer el Pentágono y la CIA”. Dijo un ex camarada de aula: “Los gringos querían saber si los futuros líderes militares serían progresistas o comunistas. Qué curioso, Manuel Antonio Noriega, durante el tiempo que fue también cadete de la Escuela Militar de Chorrillos, hizo lo mismo que Montesinos”. En esa época el ejército peruano compraba todo su armamento a la Unión Soviética. América Latina se había transformado en uno de los campos de batalla de la Guerra Fría. En la Argentina, Videla acababa de dar golpe de Estado que desencadenó la represión ilegal. En ese contexto, Montesinos viajó a Estados Unidos en septiembre de 1976 falsificando sus documentos y sin permiso de sus jefes.

En Washington se entrevistó con funcionarios del Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA y según dicen las fuentes les habría pasado información sobre las relaciones de la entonces Unión Soviética con Velasco Alvarado. El viaje de Montesinos puso en peligro las relaciones de Estados Unidos con Perú. De acuerdo con una nota enviada por el Departamento de Estado a la cancillería peruana, cuya copia tiene Clarín, Washington pidió disculpas por haber sido supuestamente “sorprendido” por Montesinos.

De hecho, a su regreso a Perú, Montesinos fue detenido. El ejército lo dio de baja y lo condenó a un año de prisión, pena que cumplió efectivamente. En la cárcel militar conoció a un comandante del ejército, Jorge Whittembury Rebaza, quien estaba preso por haber traficado con cocaína. Ambos se hicieron amigos inseparables. Una vez en libertad, Montesinos estudió abogacía y se fue a trabajar al bufete de su primo, Sergio Cardenal Montesinos. En una operación típica de Montesinos, no sólo le terminó arrebatando el despacho y los clientes a su primo, sino también a la mujer de éste, la norteamericana Grace Riggs Brousseau, a quien atribuyen ser la titular de varias de las cuentas secretas del jefe de la Inteligencia peruana.

Había empezado una exitosa carrera defendiendo a narcotraficantes colombianos, incluso al capo financiero Evaristo Porras Ardila, cabecilla del cartel de Medellín, conocido por ser el cerebro del esquema financiero del lavado de dinero. También empezó a amasar fortuna como defensor de altos oficiales de la policía involucrados con el narcotráfico, cuando en 1983, la justicia militar le abrió juicio y ordenó su captura a raíz de la denuncia de oficiales de Inteligencia, quienes lo acusaban de haber vendido secretos militares a Estados Unidos y Ecuador sobre las armas de origen soviético. Habría robado los papeles del escritorio del primer ministro y ministro de Guerra, general Edgardo Mercado Jarrín, de quien en 1975 fue su secretario personal.

Montesinos huyó a Buenos Aires, donde consiguió la protección del Acnur, trabó amistad con jerarcas militares de la dictadura argentina. El delito de traición a la patria del que le habían acusado se pagaba con fusilamiento.



Gloria y caída

Montesinos regresó a Lima después de que en 1985 su caso fue archivado por supuesta falta de pruebas, “y con ayuda de la CIA”, dijo hasta el final su principal acusador, el mayor del ejército José Fernández Salvatecci, jefe de la Unidad de Búsqueda del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), que se encargó de denunciar ante el tribunal militar a Montesinos. De vuelta en Lima, Montesinos volvió a su despacho de abogado. Pero no se quedó quieto.

Los compañeros de su promoción en la Escuela Militar durante los 11 años del régimen castrense (1969-1980) habían consolidado posiciones en distintos ámbitos que le interesaban: el Poder Judicial, la Fiscalía de la Nación y, sobre todo, en el Servicio de Inteligencia Nacional. Aunque su rostro aparecía en todas las dependencias militares prohibiendo su ingreso, sus compañeros le suministraban información para ayudarlo en los casos que defendía.

Entre esos amigos estaba Francisco Loayza Galván, a quien conoció como asesor del general Edgardo Mercado Jarrín, cuando actuaba como su ayudante. Al regresar a Perú, Montesinos los encontró como asesores del jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), el general Edwin Díaz Zevallos. A los pocos años, Francisco Loayza se convirtió en asesor de un candidato de origen japonés que no parecía tener ninguna opción para ganar al favorito, el escritor Mario Vargas Llosa. Pero después de pasar a la segunda vuelta, Loayza se convirtió en un hombre de mucha importancia de Alberto Fujimori.

Los ataques de Vargas Llosa para destruir a Fujimori se concentraban en su credibilidad. El novelista exhibió documentos que probaban que Fujimori subvaluaba el precio de las casas y departamentos que vendía con su mujer para evadir impuestos. El asesor de Fujimori, Francisco Loayza, recordó que el jefe de la Dirección General de Contribuciones era el general Jorge Torres Aciego. “Era amigo de Vladimiro Montesinos, así que lo llamé y conversamos. Le prometió al general Torres convertirlo en ministro si ayudaba a Fujimori”, le dijo Loayza a Clarín. El militar solucionó el problema y al ganar Fujimori la segunda vuelta, el general Torres fue designado ministro de Defensa. Desde entonces, Vladimiro Montesinos Torres, con un truco sucio, se ganó la confianza del presidente Alberto Fujimori. Y con el mismo método lo continuaría siendo durante 10 años.



Guerra sucia y negocios luminosos

La reconciliación de Montesinos con el ejército tuvo lugar cuando asesoró al general José Valdivia Dueñas, a quien se le acusaba de haber asesinado a personas del pueblo de Cayara, como represalia por una emboscada a un convoy militar cometida por Sendero Luminoso en Ayacucho, en los Andes centrales, en mayo de 1988. El caso dejaba en evidencia la práctica de ‘tierra arrasada’ del ejército para combatir a las guerrillas. Pero el general Valdivia era un intocable. Montesinos asesoraba a Valdivia y también al fiscal de la Nación Hugo Denegri, y consiguieron desactivar un proceso contra el militar a quien llamaban ‘El Mariscalito’. Este triunfo le permitió a Vladimiro Montesinos consolidar su relación con el ejército en 1991. Los afiches con sus fotografías prohibiéndole el acceso comenzaron a ser retirados.

La lucha contra Sendero Luminoso le facilitó a Montesinos reanudar su relación con la CIA, pero la DEA siempre le tuvo mucha desconfianza porque no olvidaba que había sido durante muchos años abogado defensor de narcotraficantes. De hecho, cuando el zar de la droga del gobierno estadounidense, el general Barry McCaffrey, viajó a Perú en 1998, hizo todo lo posible para despegarse de Montesinos. Si bien la prensa le sacó una foto con él, a su regreso a Washington McCaffrey negó haberlo felicitado por los éxitos obtenidos en la lucha contra la droga en el Perú.

La CIA, sin embargo, protegió a Montesinos hasta el final. Según un artículo de Karen de Young publicado el 22 de septiembre en el Washington Post, mientras que funcionarios del gobierno de George Bush y de Bill Clinton se oponían a tener relaciones con él, la CIA argumentó en varias ocasiones que Montesinos era un buen aliado de Estados Unidos y que las acusaciones que existían en su contra en materia de derechos humanos no habían sido probadas. Las discusiones internas en el seno del gobierno estadounidense con respecto a este tipo de personaje no son nuevas. De hecho, la CIA protegió hasta último momento no sólo a Manuel Contreras en Chile, sino también a Noriega en Panamá.

En el caso de Manuel Contreras, recién hace 10 días la CIA envió un documento al Congreso de Estados Unidos reconociendo que Contreras recibió un sueldo aun después de que organizó el atentado de Orlando Letelier en Washington, una información que multiplica las evidencias que existen en contra de él para poder meterlo en la cárcel en Estados Unidos una vez que termine la condena que está cumpliendo en Chile.

En cuanto a Noriega, cuyo caso se parece todavía más al de Montesinos, Estados Unidos organizó nada más ni nada menos que una invasión a Panamá para poder meterlo en la cárcel después de que la CIA lo protegió durante años por su apoyo a los contras nicaragüenses. Pese a que se sabía que Noriega estaba implicado en el tráfico de drogas y en el lavado de dinero el gobierno de Estados Unidos se volvió en contra de él cuando la CIA descubrió que estaba proveyendo inteligencia a los servicios secretos cubanos y a los sandinistas.

Varios elementos explican la caída de Montesinos. Según Karen de Young, en junio de este año, en una reunión interagencias, se concluyó que Montesinos era quien había organizado los esfuerzos para subvertir la democracia peruana y para elegir a Fujimori para un tercer término. Fue entonces que el consejero para la Seguridad Nacional Sandy Berger y la secretaria de Estado Madeleine Albright, firmaron una directiva para reducir al mínimo las relaciones de Estados Unidos con Montesinos.

Sin embargo, la partida de Montesinos se precipitó después de que anunció junto a Fujimori que había desbaratado un operativo mediante el cual armas provenientes de Jordania estaban siendo vendidas a las Farc en Colombia, hecho en el que muchos sospechan que Montesinos estaba implicado. Más aún, poco después de ese anuncio apareció por la televisión peruana un video en el que figura pagándole 15.000 dólares a un diputado de la oposición que fue la gota que rebasó el vaso.

El diputado Luis Ibérico, del opositor Frente Independiente Moralizador (FIM) aseguró a Clarín que las fuentes que proporcionaron el video eran “militares asignados en el Servicio de Inteligencia Nacional que trabajaban con Montesinos”. De acuerdo con fuentes de inteligencia militar, Montesinos se fue a Panamá con la convicción de que la CIA lo había traicionado y que para derrumbarlo había utilizado a oficiales de la marina que trabajan en el SIN. Jefe nominal del SIN es el contralmirante Humberto Rozas Bonuccelli y su segundo es el capitán de navío Jorge Castañeda Canaval. Dijeron las fuentes que “Montesinos, horas antes de la difusión del video, descubrió que se lo habían robado y ordenó a su jefe de operaciones especiales, el coronel Freddy Rebatta Espíritu, que capturara a Castañeda. Montesinos creía que él fue quien sacó el video”. La marina, por seguridad, redobló la seguridad del jefe nominal del SIN, Humberto Rozas, y protegió en la Base Naval a Castañeda. “La inteligencia de la marina trabaja con la CIA”, afirmaron a Clarín las fuentes militares: “Montesinos estaba seguro que la CIA usó a la marina para perjudicarlo”.

Montesinos se encuentra ahora en Panamá, donde hay quienes piensan que nunca será juzgado por la información que posee sobre el lavado de dinero en Estados Unidos. Pero es poco probable que Montesinos tenga más información que la que tenía en su momento Manuel Noriega, en Panamá. Ese no fue obstáculo para que Noriega, el ex hombre de la CIA, terminara en la cárcel.