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MORIR EN PALESTINA

Se agrava la intifada con la amenaza palestina de usar armas de fuego.

26 de junio de 1989

No se habla nada, o casi nada, de ella, pero cada día que pasa, niños, adolescentes, amas de casa, trabajadores, son muertos o heridos por las balas israelíes. Y a pesar de una represión tan violenta, la revuelta palestina (intifada) en los territorios ocupados por Israel no cede.
La lista de muertos por la intifada, que lleva casi 18 meses, se alarga, y a ella se añaden los muertos de las manifestaciones antiárabes realizadas por los colonos judíos, los más reacios a abandonar los territorios ocupados, sostenedores fieles de la política del primer ministro israeli, Yitzak Shamir. Después del enfrentamiento a bala el pasado jueves 18 entre militares y palestinos, el sábado siguiente las agencias de prensa internacionales reportaban el comunicado del Comando Nacional Unificado de la intifada, en el que anunciaba la "liquidación de un soldado o de un colono por cada mártir de nuestro pueblo". Intentaban justificar el llamamiento por la necesidad de hacer pagar al enemigo un "precio caro" por sus crimenes, un cambio en la estrategia de la revuelta de las piedras que hasta ahora mantenía la línea pacífica y no violenta que le había procurado la solidaridad del mundo entero y a la vez el desprestigio progresivo de la política dura e intransigente de Israel.
Sin embargo, desde Túnez los lideres de la OLP, la Organización por la Liberación de Palestina, desmintieron el contenido del comunicado y aseguraron que el texto no incluía ninguna referencia a una respuesta armada.
Falso o verdadero, lo cierto es que, después de 18 meses de revuelta, la rabia y la desesperación invaden a los palestinos de la resistencia. Más de 500 muertos y miles de heridos y mutilados, escuelas cerradas y medios de sobrevivencia menos que mínimos, hacen más difícil y costosa la lucha por una patria y marcan cada vez más las diferencias entre las distintas corrientes de la OLP, aunque la línea moderada de Arafat comienza ya a dar sus primeros resultados.
Rechazado el plan del primer ministro Shamir, de celebrar elecciones en los territorios ocupados, sin la participación de la OLP, los palestinos ponen sus esperanzas en las presiones que los lideres árabes puedan hacer desde la Cumbre de Marruecos, en Casablanca, que se abrió el pasado 24 de mayo y en la que participaron todos los países árabes, incluso Egipto, que había sido excluido después de la firma del tratado de Camp David en 1979
En realidad ha sido más bien poco el apoyo de los países árabes a la intifada, aun desde el punto de vista financiero, decidido oficialmene en la Cumbre de Argelia en junio del año pasado. El mismo líder de la OLP, Yasser Arafat, hablando recientemente en Bagdad, se quejó de que "frente a la ayuda norteamericana a Israel que es de casi 10 mil millones de dólares al año, sólo Arabia Saudita aporte 6 millones de dólares al mes para la intifada". Arafat aseguró también que la política de la OLP en los territorios ocupados es y será la "de las piedras y sólo piedras", aunque advirtió que "la paciencia tiene sus límites". Palabras elocuentes si se tiene en cuenta la represión cada vez mayor en los territorios ocupados y la presión de los grupos fundamentalistas en esos territorios, y en particular el grupo Nailas que predica una linea más radical y tacha a la OLP de "renunciataria", por haber aceptado la resolución 242 de las Naciones Unidas, que implica el reconocimiento de la existencia del Estado de Israel.
En contraposición con el plan de Shamir, la OLP, desde Marruecos, propone un plan que prevé las elecciones en los territorios ocupados, pero bajo los auspicios de la ONU y después del retiro de las tropas israelies de Cisjordania y Gaza, dentro de un cuadro de negociaciones globales en el ámbito de una conferencia internacional, que podría llevar a la independencia de los territorios. Un plan que seguramente será apoyado por los presidentes árabes en la Cumbre de Casablanca, pero que tiene grandes dificultades para realizarse.
Aunque de todos modos muchas cosas están cambiando. Por ejemplo, la política de Israel en los territorios ocupados ha sido duramente criticada por Estados Unidos. El secretario de Estado norteamericano,James Baker, por primera vez en la historia de las amistosas relaciones entre los dos países usó palabras fuertes refiriéndose al "gran sueño irrealista" de Israel de imponer la propia soberanía sobre Gaza y Cisjordania, arrancadas en 1967, respectivamente, a Egipto y Jordania.
Pero como en todos los conflictos de carácter internacional, el aspecto político y no el administrativo de los territorios, es el más difícil de aceptar. La OLP, más que a administrar los territorios, aspira a que Israel acepte la existencia del pueblo palestino con sus derechos nacionales, con el objetivo final de crear el Estado de Palestina.