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NANCY Y RAISA TOMAN EL TE

Las primeras damas también montaron su propio espectáculo.

23 de diciembre de 1985

Si la cumbre de Ginebra estaba en realidad preparada para que los dos superpoderosos mandatarios se conocieran y rompieran el hielo, y surgiera como por ensalmo una cierta "química" entre ellos, como esperaba un observador norteamericano, quienes más hicieron por esto fueron sus esposas Nancy Reagan y Raisa Gorbacheva, exentas de la agobiadora reponsabilidad que unía a sus consortes en las negociaciones, no vacilaron en hacer demostraciones de cortesía, la una a la otra. desde el primer momento del encuentro: ¿el resultado? Puede decirse que una onda de simpatía y amistad surgió fácilmente entre ellas. En este caso, la química funcionó bastante bien. A pesar de que ellas eran conscientes de que deberían jugar un papel protocolario, dentro de la batalla publicitaria del evento, los canjes de amabilidades nunca aparecieron como gestos falsos.
Nancy abrió la jornada, invitando a Raisa a tomar el té en el palacete Saussure que servía de residencia a los Reagan. A las 3:30 de la tarde del martes, Raisa Maximovna Gorbacheva, llevando gabardina y bufanda contra el frío reinante, descendía de un coche oficial marca Zil con placas de Moscú. Nancy Reagan la esperaba afuera, vestida con un conjunto sastre que, escasamente la protegía de los cero grados de temperatura local. Rápidamente fue tomada la foto protocolaria y pasaron ambas al interior. Nancy posó suavemente su mano sobre la espalda de la invitada antes de que ésta desapareciera tras la puerta de roble del viejo edificio.
"Lo que el esposo de ella y lo que mi esposo buscan es lo mismo: una mejor comprensión", diría más tarde Nancy Reagan refiriéndose a Raisa, de quien dijo que era "una dama muy simpática". Todo el tiempo hablaron mediante intérpretes. "Ella está aprendiendo inglés", comentó a los periodistas Nancy Reagan, quien no habla una gota de ruso. Luego trascendió que las dos primeras damas se mostraron esperanzadas sobre los resultados de la cumbre y que se invitaron mutuamente a visitarse en sus respectivos países. Por la noche se volverían a reunir durante la cena de gala ofrecida por los Gorbachev a los Reagan en la misión soviética
Esa misma mañana, ellas habían cumplido con sus programas individuales. Nancy Reagan acudió a la granja de la Picholette, donde conversó durante 20 minutos con jóvenes drogadictos en proceso de rehabilitación. También realizó un viaje en barco de Lausana a Saint Prex, por el lago Leman, en compañía de 25 niños norteamericanos con quienes compartió una merienda. Regresó en auto a su refugio en Saussure.
Raisa Maximovna escogió un itinerario diferente. Visitó el Museo del Reloj de Ginebra, donde habló animadamente en ruso, soltando una exclamación en inglés cuando descubrió uno del siglo XVIII. "Es bello", dijo para sorpresa de sus acompañantes. Refiriéndose a los bien conservados objetos que examinaba, señaló en su idioma natal: "esto es lo que deberíamos hacer: restaurar las cosas en vez de destruirlas". Se trasladó después a la Alcaldía donde obsequió un jarron de porcelana con una vista de Moscú fabricado en Leningrado. Minutos antes le habían obsequiado un reloj y un ejemplar antiguo de "El Contrato Social", de Jean Jacques Rousseau.
Raisa no quería dejar Ginebra sin antes visitar la biblioteca universitaria donde Lenin, en sus tiempos de emigrado, solía estudiar. Allí tomó un retrato del fundador del Estado soviético mientras los fotográfos accionaban sus cámaras.
El miércoles, durante la ceremonia de la postura de la primera piedra para el Museo de la Cruz Roja, las dos damas volvieron a reunirse. Nancy y Raisa pronunciaron sendos discursos para homenajear a la institución y aseguraron que sus respectivos países ayudarían financieramente a la construcción del Museo. Nancy, terminadas sus palabras, entregó un cheque de 10 mil dólares, suma que calificó de "donación simbólica". Inmediatamente ambas depositaron mensajes de paz en una cápsula del tiempo que será enterrada en el Museo.
Una breve rueda de prensa tuvo lugar más tarde con las dos primeras da mas, al terminar el té ofrecido esta vez por Raisa a Nancy, en la sede soviética. Ambas tomaron asiento en el mismo sofá y respondieron con frases cortas las preguntas. La esposa de Gorbachev, interrogada acerca de qué podrían hacer ella y Nancy Reagan para promover la paz, contestó: "Todo lo que podamos hacer, lo haremos".
Un intercambio de regalos tuvo lugar entre las dos parejas el mismo día. Según la secretaria de la señora Reagan, Raisa Maximovna entregó a su amiga, un juego de té en porcelana blanca pintado a mano, así como un collar y una pulsera. Nancy Reagan, dio un fino plato con algunas rosas adentro. El presidente Reagan regaló al Secretario General una caja de marfil y plata chippendale y una pluma con la inscripción "paz mediante la comunicación". El líder soviético entregó al jefe de la Casa Blanca un estuche con 16 medallones y una pequeña placa lacada.
Desde junio de 1974, cuando tuvo lugar la tercera y última cumbre entre el presidente Nixon y Leonid Breznev, no se reunían las primeras damas de las dos superpotencias. En aquella oportunidad, Patricia Nixon conoció a Viktoria P. Breznev en Moscú.
La única nota falsa durante la cumbre de Ginebra, en relación con las damas, la protagonizó Doland T. Regan, uno de los más altos asesores de Reagan quien dijo, en Washington, que él creía que las mujeres no estaban interesadas en lo que negociaran los dos mandatarios en Ginebra, sino en lo que hicieran las dos primeras damas. El presidente Reagan tuvo que disculpar a su empleado diciendo que éste sólo había intentado subrayar el "toque humano" del asunto. Gorbachev, preguntado al respecto, no perdió la oportunidad y respondió en tono decididamente feminista que él creía que los hombres y las mujeres de Estados Unidos y de la URSS y de todo el mundo "están interesados en tener paz para ellos mismosy en tener la seguridad de que la paz se mantendrá estable en el futuro".