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Del templo de Vatsala Shankar, construido en el siglo XVI, solo quedó el zócalo. Como otros inmuebles, se teme que su interior haya sido saqueado.

NEPAL

Nepal: herido pero no muerto

Juana Malagón, antropóloga y periodista que vivió en Katmandú, describe las duras circunstancias de ese país y sus esperanzas.

2 de mayo de 2015

A kilómetros de distancia de Nepal, muchas personas relacionadas con el país del Himalaya se sienten hoy impotentes de no estar allá y ayudar. Algunas sin poder viajar recorren con sentimientos de inutilidad las redes sociales en busca de noticias sobre sus amigos y familiares. Por el momento no pueden hacer más que compartir posts y fotos, y cualquier información relevante que haya en Facebook o Twitter. Este es su único canal de comunicación con Nepal después del terremoto del sábado.

Las redes sociales han sido desde hace años muy activas en el país del suroriente asiático, con Facebook y Twitter encabezando la lista de las más populares. Pese a que hace tres días no hay luz ni agua la gran mayoría del día en Katmandú, ni tampoco señal de voz en los celulares, por alguna razón internet y mensajes de texto funcionan intermitente.

Y esto ha sido muy importante para los de Nepal para comunicarse con familiares y amigos, pero también para mostrar la magnitud de los hechos desde el punto de vista del ciudadano. Los medios de comunicación se enfocan en ciertos temas y otros más los replican, aquí son residentes de Katmandú que conocen otros barrios, realidades, perspectivas diferentes del que llega nuevo a un lugar. Por eso, la importancia de su testimonio. “Nepal está herida pero no muerta”, escribió un mexicano viviendo en la capital. Una familia nepalí-india que recorrió la ciudad dijo: “La tristeza más profunda viene cuando vemos imágenes de gente atrapada bajo los escombros, aldeas destruidas, templos convertidos en arena. A pesar de que los medios resaltan la destrucción, la infraestructura de la ciudad ha resistido más de lo que nos imaginamos”. Y una mujer nepalí escribió: “Nuestra familia está bien físicamente pero ha habido muchos daños en las casas, muchos de los que conocemos lo perdieron todo. Gracias por sus pensamientos y oraciones que nos ayudarán a soportar esta terrible pérdida”.

Todas las personas en Nepal están física y moralmente muy afectadas. No tienen comida ni agua, están muy cansados y el miedo aumenta con cada temblor. Más de 72 horas después del terremoto todavía hay réplicas fuertes cada pocas horas.

La gente está traumatizada, duerme en carpas, lonas o a la intemperie por temor a entrar a cualquier espacio cerrado. Los hospitales están llenos y atienden pacientes inclusive afuera. Llueve y por la noche hace frío. Todos están exhaustos.

El país está en caos. Monumentos históricos milenarios se pulverizaron en los 40 segundos que duró el terremoto, muchísimos edificios se cayeron o resultaron fuertemente afectados, y poblaciones enteras quedaron devastadas. Y ni qué decir de los pueblos remotos sin vías de acceso donde hasta ahora no ha llegado la ayuda, o de la avalancha del Everest.

Lo que hace a Nepal tan especial como su arquitectura, geografía y cultura es también su máxima vulnerabilidad ante un desastre natural. Sus fortalezas son también sus debilidades.

El terremoto de magnitud 7,8 no solamente golpeó fuertemente las edificaciones sino también su cultura y su psiquis.

Los nepalíes son personas extremadamente espirituales. La religión es una piedra angular en la vida diaria que ha ido moldeando su identidad a través de siglos. Entenderla es complicado, es una mezcla entre budismo e hinduismo, con influencia india y tibetana, y elementos del animismo, la fe y el tantrismo. Esta mezcolanza y el respeto por el otro han hecho que exista muy poca tensión entre religiones. No es extraño que budistas y nepalíes hindúes recen en los mismos templos, o verlos a todos con una tikka en su frente, ese punto de color que indica bendición.

Pero la influencia de la religión también los hace creer en el destino y en los designios divinos, por eso la alta resignación con la que viven. Una de sus frases más comunes es ¡ke garne!, que quiere decir algo así como ¡ni modo!

La inestabilidad política de Nepal ha visto en los últimos 20 años una guerra civil entre el Estado y la guerrilla maoísta, el asesinato de toda la familia real a manos del príncipe heredero, el cambio a una república federal, un acuerdo de paz, cinco primeros ministros en los últimos cinco años y un borrador de Constitución porque en cinco años no se han puesto de acuerdo en su Carta Magna.

La gente conoce muy bien cómo son los políticos y el gobierno y sabe que no debe esperar nada de ellos. Se suele oír frases como: “El gobierno es malo y llevamos tantos años sufriendo sin que nada cambie que ‘¡ke garne!’”. Por eso, cuando hay una calamidad ellos se ayudan entre sí, saben que el gobierno no los apoyará. Hay iniciativas locales de particulares en casos de emergencia, organizaciones de vecinos, iniciativas privadas y eso se ve en este momento.

El sentido de comunidad en Nepal es tan grande y embebido en su cultura que entre sí se llaman hermano y hermana. Todos son hermanos espirituales así sean desconocidos y todos en algún momento se ayudan. Poco después del terremoto cuando los edificios caían y aún no habían llegado cuerpos de rescate, las mismas personas arriesgaban sus vidas entre los escombros para buscar víctimas, para buscar a sus hermanos.

Muchos corrieron a sus casas para revisar que sus familiares estuvieran a salvo para luego salir a ayudar a sus vecinos, al que iba pasando. Ellos saben que compartir es importante y es algo que hacen naturalmente. Saben muy bien que así como tienen carencias materiales su riqueza espiritual es abundante, y en eso radicará que Nepal salga adelante.