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Ningún presidente francés de los tiempos modernos ha sido objeto de un rechazo tan evidente como Nicolas Sarkozy. | Foto: AP

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Nicolas Sarkozy, el presidente al que los franceses aman odiar

En Francia nunca se había conocido tal nivel de hostilidad pública hacia un mandatario en funciones. Sin embargo, está empatado en las encuestas con su principal rival para las elecciones del domingo. ¿Qué pasa?

Alianza BBC
20 de abril de 2012

Si el presidente Nicolas Sarkozy no logra ganar un segundo mandato -como predicen muchas encuestas antes de la primera ronda de votaciones del domingo- quizá el factor más importante sea la aversión personal que provoca en muchos de los franceses. ¿Qué hay detrás de esto?

Desde el momento en que asumió el cargo en 2007, ningún presidente francés de los tiempos modernos ha sido objeto de un rechazo tan evidente.

Se trata de una animosidad muy distinta a la oposición a sus políticas actuales.

Todos los líderes esperan hostilidad por las cosas que hacen. Pero pocos la reciben en tal medida por lo que son.

"Hay un odio irracional contra Nicolas Sarkozy entre gran parte del público y eso está jugando un papel importante en esta elección", dice Jean-Sebastien Ferjou, que edita el sitio web de noticias Atlántico.

"Yo digo "irracional" porque eso es. Las encuestas demuestran que si preguntas a la gente sobre tal o cual política de Sarkozy -pero sin mencionar su nombre- tienden a apoyarlo".

"Pero aún así, no van a votar por él".

Para Ferjou, la principal razón de la hostilidad es que Sarkozy fue el primer líder francés en declararse abiertamente de la derecha política.

"Es irónico porque -en realidad- él es totalmente desestructurado ideológicamente. Su talento es para la energía y el movimiento, y es imposible decir de qué tipo de historia intelectual proviene", dice Ferjou.

"Sin embargo, envió un mensaje muy claro de que no se avergonzaba de decir que es de derecha -y esto desencadenó una gran reacción de hostilidad.

"Hay que entender que durante años la derecha en Francia le dejó totalmente el debate intelectual a la izquierda".

"El único argumento que presentaron los llamados partidos de "derecha" fue que eran mejores dirigentes que los de izquierda. Podían manejar mejor las cosas. Sin embargo, se habían rendido en la batalla de ideas y valores".

"Sarkozy terminó esa complicidad y la gente lo odia por ello".

"Sarkofobia"

El tono de este "sarkofobia" se escucha en los cafés y salones culturales de la burguesía de París, donde habitualmente el presidente es visto como vulgar, obsesionado con el dinero, semi-racista y peligroso.

Recientemente, el director de cine Mathieu Kassowitz dijo que si el presidente obtenía la segunda ronda de las elecciones, sería una muestra de que Francia era un país "neo-fascista colaboracionista".

El artista Christophe Aleveque dijo en una entrevista que Sarkozy es "peligroso ... de otro planeta ... un tonto que cree sus propias mentiras ... psicológicamente anormal".

"Si ama tanto el dinero, está muy bien, pero ese es su problema, así que me permito sugerir que consiga un trabajo en un banco o algo así. ¡Y nos deje en paz!" dijo.

Cinco años después de haber celebrado su victoria en las elecciones 2007 en el lujoso restaurante Le Fouquet de Campos Elíseos, eso todavía es visto como un símbolo de su supuesto estilo de vida del jet-set.

Sin embargo, como sus seguidores han señalado hasta el cansancio, altos cargos socialistas son vistos regularmente en caros restaurantes de París. El presidente Mitterrand se rodeaba de amigos ricos.

En 2002, la esposa del candidato socialista Lionel Jospin, contó a una revista cómo hacía sus compras en el elegante almacén Le Bon Marché.

Pero hacer un sofisticado despliegue de riqueza, era considerado aceptable.

Para el abogado de la derecha Gilles-William Goldnadel, las raíces de antisarkosismo yacen en una cultura pública todavía esclava de la fascinación de la izquierda.

"Es esa vieja tradición -revolucionaria, romántica- que ataca todo lo que huela a dinero o privilegios", dice.

"Y está aliada una profesión periodística que es abrumadoramente de izquierda".

"Las encuestas muestran que del 80 al 95% de los periodistas son de izquierda o de extrema izquierda y con su enfoque obsesivo en los llamados vicios de Sarkozy, están empujando a esa misma agenda del día".

Otra interpretación de Sarkofobia la ofrece el escritor André Bercoff, autor del libro La caza del Sarko.

Bercoff dice que la verdadera razón por la que a las personas les disgusta que el presidente no es "Fouquet o el bling-bling (literalmente, exhibir cadenas de oro como símbolo de riqueza) o todas esas tonterías. Es porque rompió las reglas de cómo ser presidente".

"Cuando De Gaulle creó la Quinta República, creó una presidencia que era muy parecida a una monarquía. Y desde entonces todos los presidentes, de izquierda y derecha, han estado muy contentos de ir de acuerdo a ello".

"Pero luego vino Sarkozy que dijo: "No quiero ser un rey... Quiero ser un político. Quiero ser como un entrenador de fútbol". Y la gente realmente está molesta por ello".

Para Bercoff, la otra razón por la que se aborrece al presidente es que le ha dicho a los franceses algunas verdades incómodas.

"Los franceses estaban contentos mientras eran gobernados por un Mitterrand o Chirac, los líderes que consolidaron su creencia postrevolucionaria de que los franceses son una especie de pueblo elegido para los que las reglas normales de la economía no aplican", dice.

"Todavía hay un sentimiento generalizado en Francia de que deben establecer el camino a seguir. Mira el éxito de Jean Luc Melenchon (el candidato de extrema izquierda)".

"Sin embargo, Sarkozy desinfló esa ilusión -y la gente lo odia por ello".

Opinión periodística vs. pública

Ferjou, Goldnadel y Bercoff, todos creen que Sarkozy ya ha perdido las elecciones y la causa mayor es que prevalece el antisarkosismo.

Sin embargo, en Universidad La Sorbona, el profesor de sociología Michel Maffesoli no está tan seguro.

Está de acuerdo en que Sarkozy es el blanco de una cultura oficial cuyos exponentes en los medios de comunicación, las universidades y las artes son abrumadoramente hostiles.

Pero él hace una distinción entre la opinión publicada -los puntos de vista de la intelectualidad- y la opinión pública.

Y con el grueso de la población, según él, el presidente tiene mucho más una relación que jamás reconoció.

"La vida pública francesa ha estado dominada durante dos o tres siglos por las ideas racionalistas de la Ilustración (...) Pero estas ideas, que podríamos describir como las que han dado forma a la 'modernidad', están dando paso a las ideas y los valores de la 'postmodernidad '", dice.

"La postmodernidad -que es la condición hacia la que nuestras sociedades se están moviendo- está por mucho más anclada en torno a lo emocional que a lo racional o intelectual"

"Y Sarkozy parece haber comprendido esto instintivamente. Él está mucho más sincronizado con la gente común que los intelectuales que rigen la vida pública".

Maffesoli no cree en las encuestas de opinión, porque dice que la gente sabe lo que se espera que diga y así le resta su apoyo a Sarkozy.

"Pero en las urnas es diferente. El cubículo es como una matriz donde la gente se vuelve a conectar con lo puramente emocional. Esto significa ir con sus instintos, en lugar de sus cerebros".

"Por eso creo que Sarkozy aún puede conseguirlo".

Parece una poco una apuesta arriesgada. Cualquier cosa que Maffesoli piense de ellos, las encuestas de opinión son bastante categóricas.

Pero Ferjou también señala: "Más del 60% de las personas que votan por Hollande dicen que lo harán simplemente para deshacerse de Sarkozy".

Tal vez no sea la manera más positiva de embarcarse en una nueva era política.