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OPERACION RESCATE

El hallazgo de la cabina y los tripulantes del Challenger puede dar datos sobre el accidente.

14 de abril de 1986

Cuarenta días después del accidente de la nave espacial Challenger, que el 28 de enero pasado estalló en vuelo a los 74 segundos del despegue, han sido hallados por fin los restos de la cabina de la tripulación en el fondo del mar, a 16 millas al noreste de Cabo Cañaveral y a unos 30 metros de profundidad. Según la misión de rescate de la Marina norteamericana, los cadáveres de los 7 astronautas están allí, aunque probablemente "no están enteros". Algunos de los familiares de las víctimas han dicho que ahora "se sienten más tranquilos". Otros, en cambio, como el hermano del comandante Michael J. Smith, se quejan: "Si todo hubiera terminado más rápido hubiera sido mejor".
El rescate sin embargo, va para largo. Deborah Burnett, portavoz de la Marina, anunció que a causa del mal estado del mar y de los fuertes vientos la recuperación de los cadáveres tomaría unos cuantos días. Once buques, dos submarinos de bolsillo, tres sumergibles-robots y 41 buzos participan en la tarea, que no se limita simplemente a rescatar los restos de los astronautas, sino también lo que haya quedado de la nave espacial, de la cual hasta ahora sólo ha sido recobrado, en peso, un diez por ciento. Se espera hallar en la cabina, sobre todo, el equivalente a la "caja negra" de los aviones comerciales, donde los expertos de la NASA esperan encontrar datos nuevos sobre las causas o al menos los detalles de la catástrofe. Suponen que en los computadores de a bordo quedaron grabados datos de los últimos milésimos de segundo de la explosión del Challenger, que no alcanzaron a ser transmitidos a la Tierra.
Y quizás inclusive los últimos comentarios de los astronautas, pues segun la NASA no todos los micrófonos automáticamente accionados por la voz con que contaban estaban directamente conectados a tierra.
Es posible sin embargo que los resultados de la operación, que hasta ahora ha costado cinco millones de dólares, no sean dados a la publicidad. Así sucedió ya en el caso del accidente del cohete Apolo, en 1967, cuando perecieron tres astronautas de la NASA.