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Palestina sin Arafat

Con el 'rais' fuera de la escena, no se sabe qué pasará con los palestinos y el Medio Oriente. ¿Caos o guerra civil?

8 de noviembre de 2004

En las calles de Ramala aún no lo pueden creer. Yasser Arafat se ha ido sin lograr la misión a la que dedicó su vida. En entrevista con SEMANA en agosto, el rais ya mostraba síntomas de su enfermedad pero aún hablaba sobre su gran anhelo: un Estado para los palestinos, incluidos los miles de desplazados con el surgimiento de Israel en 1948. "Esperamos a que los israelíes se vayan de nuestros territorios, que termine la ocupación y que tengamos a Jerusalén como capital", dijo.

Este hombre no verá realizado su sueño, pero su lucha incesante por conseguirlo lo convirtió en el padre del pueblo palestino, una figura indudable de la historia mundial del siglo XX. Terrorista para sus enemigos, y prócer para sus seguidores, Arafat impulsó el reconocimiento de la Organización para la Liberación de Palestina y fue el primer representante de un organismo no estatal en dirigirse a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

El mundo no olvidará las imágenes que lo mostraban estrechando la mano del primer ministro israelí Yitzhak Rabin en Oslo en 1993, cuando sellaron un pacto que le costaría la vida a su contraparte, asesinado por un extremista israelí. De esos acuerdos nació la Autoridad Nacional Palestina, una especie de entidad preestatal con jurisdicción sobre la franja de Gaza y la ribera occidental del río Jordán, de la cual Arafat se convirtió en presidente por elección popular.

Pero si para los palestinos era un ídolo, para la mayoría de los israelíes Arafat era un obstáculo para la paz. Lo consideraban un traidor que no fue capaz de asumir las oportunidades que le dieron Rabin, su sucesor Ehud Barak e incluso el actual Ariel Sharon. Las conversaciones estaban detenidas. Acusándolo de ser complaciente con el terrorismo, Sharon descalificó a Arafat como interlocutor y lo sitió durante más de dos años en las ruinas de la Mukata, la sede de la ANP. Desde allí el palestino protestaba por la construcción del muro de separación que levanta Israel y por la presencia militar de ese país. Y veía cómo la retirada unilateral de Sharon de ciertas áreas ocupadas se convertía en causa de controversia interna para Israel, pero de hecho en el congelamiento indefinido de los acuerdos de paz.

Se trata de un momento de fuerte tensión y expectativa. Se dice que Israel tiene preparado un plan militar. Sharon anunció que no permitiría que Arafat sea enterrado en Jerusalén. Se sabe que Arafat esperaba reposar en el cementerio islámico de la Explanada, y, como dijo a SEMANA Gema Martín Muñoz, "ese sitio es el gran símbolo de la adhesión de Jerusalén por parte de Israel. Por eso la negativa de Sharon trasciende lo meramente simbólico y es una agresión directa" . El campo está abonado para la violencia.

Nubarrones en el horizonte

Por ahora el primer ministro Ahmed Qoreia, o Abu Ala y su antecesor, Mahmoud Abbas o Abu Mazen, se encuentran al frente de la ANP. De acuerdo con la ley estos dos hombres estarían en el poder por 60 días. Entonces se realizarían elecciones y de esta forma, el pueblo elegiría al próximo hombre que regirá su destino. Pero aunque se realicen elecciones el asunto no será tan sencillo.

En Ramala muchos temen la anarquía y el caos. Arafat era el catalizador de un pueblo dividido por su posición frente a Israel y por su organización en clanes y subclanes a veces antagónicos. El problema es que el líder siempre se mostró reacio a designar un sucesor. Durante los últimos años, él ha sido en persona la Autoridad Palestina.

Para Barry Rubin, uno de los autores de Yaser Arafat: una biografía política, sea quien fuere el futuro líder, le quedará muy difícil resolver los asuntos que impiden la paz con Israel. Según él, durante años Arafat les ha transmitido a generaciones de palestinos que solo la victoria total puede ser aceptada. Barry Rubin dice: "¿Como puede alguien con menos legitimidad que Arafat alejar esta justificación de la violencia?".

En la lista de sucesores de Arafat se encuentran Qoreia, Abbas, número dos en la OLP, y Mohammed Dahlan, antiguo ministro del Interior y jefe de seguridad en Gaza. También están Nabil Shaath, ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, y Yasser Abed Rabbo, de Fatah, el grupo central de Arafat.

Y hay dos personajes muy controversiales mencionados con insistencia: uno es Farouk Kaddoumi, ministro de Exteriores de la OLP, un hombre de línea dura que habría sido designado por Arafat en su testamento. Kaddoumi está tan lejos de los acuerdos de Oslo, que cuando éstos de firmaron y se creó la Autoridad Palestina, él se negó a regresar de su refugio en Túnez con el resto de la OLP.

El otro es Marwan Barghouti, también de la línea dura, quien ha sido líder de Fatah y que cumple varias condenas perpetuas por terrorismo. Muchos dicen que su prisión está motivada más por su ascendencia política que por su responsabilidad en los actos que se le imputan. Y que

Barghouti es, aun así, el dirigente más popular entre los palestinos.

Pero ninguno parece capaz de llenar el vacío del rais. Según Hillel Cohen, experto en el tema y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Arafat tenía controlados los recursos y se caracterizó por su habilidad para manejar como ninguno todos los grupos. "No habrá alguien que surja desde abajo como él y logre desenvolverse de forma tan particular", afirma.

En esas condiciones, el panorama parece desolador. Rubin dijo a SEMANA que "la muerte de Arafat probablemente desencadenará una guerra civil, la anarquía para los palestinos". Este experto recuerda que cuando Arafat estuvo muy enfermo en 2003, muchos de los palestinos estuvieron muy próximos al pánico.

Y los grupos extremistas Hamas, la Yihad Islamica, Fatah y los Mártires de Al Aqsa se convierten en fuente de preocupación. Estas organizaciones, responsables de atentados terroristas en Israel, tienen un claro proyecto de poder. Hamas es una organización que viene tratando, mediante programas sociales para los más necesitados, de convertirse en una alternativa ante la ineficacia y la corrupción de la Autoridad Palestina.

Rubin considera que sea quien fuere el futuro líder palestino, le será muy difícil controlar los deseos de asesinar civiles israelíes por parte de estos grupos. "Cualquier esfuerzo de las autoridades palestinas por reprimir estas organizaciones puede traer más violencia. En estas circunstancias, la aparición de un nuevo líder palestino puede tomar años. Durante ese periodo es probable que haya anarquía, guerra civil o un bloqueo". Y es que aunque haya elecciones, los palestinos no están listos para vivir su vida sin Arafat. El líder no les mostró cómo sería la vida sin él.