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PALO A LA BANCA

Como baldado de agua fría cayó la decisión de Alan García de nacionalizar la banca en el Perú.

31 de agosto de 1987

Fue un regalo de aniversario que en realidad pocos se esperaban. Por eso, cuando el pasado 28 de julio el presidente peruano Alan García anunció la nacionalización del sistema financiero de su país, la noticia cayó como un baldado de agua fría tanto en Lima como en América Latina y los principales centros financieros de Occidente. La "chiva" fue dada por García en un discurso ante el Parlamento, con ocasión de la conmemoración de la independencia del Perú. Según el joven presidente de 38 años de edad, "el sistema financiero es hoy en Perú el mayor obstáculo a la democratización de la producción". A renglón seguido advirtió que "no vamos a instaurar un Estado totalitario o comunista. (...) Defendemos la propiedad privada (y) pagaremos indemnizaciones justas", afirmó al confirmar que una treintena de instituciones entre bancos y compañías de seguros pasarán ahora de manos particulares a las del Estado. La medida fue confirmada por un decreto presidencial publicado al día siguiente del anuncio, en el cual se corroboraban los términos del discurso. Con excepción de los 6 bancos extranjeros que operan en Perú, todas las demás entidades financieras quedaron nacionalizadas. A pesar de que el Estado ya controlaba cerca del 60% de los activos bancarios, el golpe al sector privado fue bien fuerte. A la cabeza de los damnificados quedó la familia Romero, que controlaba el Banco de Crédito, una entidad con cerca de dos centenares de oficinas en todo el país que había sido noticia hace unos meses debido a que fue blanco de varios atentados dinamiteros por parte del grupo subversivo Sendero Luminoso.
Sin embargo, según el gobierno peruano, no había camino diferente a la nacionalización. En los últimos meses la crisis económica del país había llevado a una fuga paulatina de divisas. Con apenas 800 millones de dólares en reservas internacionales, un pánico en el sector privado podía disminuir todavía más esa cantidad. En sólo mayo las reservas cayeron en 96 millones de dólares y días antes de la nacionalización el tipo de cambio en el mercado negro se fue a las nubes. El dólar, que se negociara a 25 intis hace un par de meses, llegó a 45 y más intis a finales de julio, más del 50% por encima de la tasa de cambio preferencial para algunos productos de exportación.
Frente a esa situación insostenible Alan García decidió darle luz verde a la nacionalización. Adicionalmente, se clausuraron 190 casas de cambio, se impuso un estricto control cambiario, se creó un consejo de concertación social y se anunciaron planes de apoyo a la pequeña y mediana industria.
Con ese paquete de medidas el gobierno confía en volverle dar impulso a la economía. A pesar de tener la mejor tasa de crecimiento de toda América Latina en 1986, los primeros meses de este año no han sido buenos para el Perú. El ritmo de actividad económica ha descendido y la inflación volvió a tomar impulso. En junio el aumento en los precios llegó al 7% y en todo el semestre se acerca al 60%. Frente a esas circunstancias, el pasado 5 de julio Alan García se mantuvo en sus trece en su programa económico. En esa ocasión, el gobierno volvió a aumentar el salario mínimo (quedó en 1.700 intis), el cual se ha incrementado en 370% en los últimos 22 meses. Esta es la piedra angular del programa económico interno. Con esos aumentos salariales se espera que la gente compre más bienes, para estimular así la producción. Eso, combinado con la estrategia externa de limitar el servicio de la deuda al equivalente del 10% de las exportaciones, debería, según el gobierno, darle impulso a la economía.
El problema, no obstante, parece radicar en que el sistema se está "recalentando". Muchas empresas están copando su capacidad de producción y debido a que no hay divisas para importar nuevos equipos, es imposible atender la demanda. La consecuencia, según los especialistas, es inflación.
A su vez el gobierno insiste en que sí hay dinero para traer equipos, pero que las empresas no están invirtiendo. Es en esta controversia que el sistema financiero cumple un papel clave. Por lo tanto, el gobierno peruano espera que con la nacionalización los dólares se vayan para pagar importaciones indispensables.
Como es de suponer, la medida fue recibida con cajas destempladas, tanto por parte del sector privado peruano, como por los banqueros internacionales. Para algunos observadores, el decreto de nacionalización representa un giro decidido a la izquierda por parte del gobierno aprista y puede ser tan sólo la primera de una serie de medidas del mismo corte, si la economía sigue de capa caida. Esa es la incógnita que existe actualmente en Lima. Al comenzar su tercer año de gobierno, el controvertido Alan Garcia está probando que -con base en el apoyo popular- puede desafiar al sector privado peruano, tal como hizo con los bancos extranjeros hace dos años cuando comenzó a aplicar la fórmula del 10%.