Home

Mundo

Artículo

PANAMA ESTA QUEBRADA

El cerco económico no logró sacar a Noriega del poder, pero envió el país a la bancarrota.

11 de julio de 1988

En Panamá el gobierno de Ronald Reagan parece haberse quedado sin el pan y sin el queso. Las medidas económicas que desde el pasado mes de marzo buscaban estrangular la resistencia del general Manuel Antonio Noriega y obligarlo a abandonar el poder efectivo, no sólo no consiguieron sacar al hombre fuerte sino que enviaron a la economía panameña a un despeñadero del que muy difícilmente podrá salir.

El efecto negativo es además doble, pues la situación ha sido el terreno abonado ideal para que Noriega y sus partidarios le achaquen toda la culpa de la situación a los Estados Unidos, lo que abre además el camino para que, en medio del caos, surjan movimientos extremistas que eventualmente podrían sacar a Panamá de la órbita norteamericana.

Pero lo más dramático es que, en opinión de los expertos, ya ni siquiera la salida de Noriega y la renovación del apoyo económico podría sacar a la economía panameña de la barrena en que entró. Los daños estructurales aparecen por dondequiera se mire, desde la industria, la agricultura y el comercio hasta el sector más sensible el sistema bancario, que depende fundamentalmente de la confianza que inspire, algo que parece haberse perdido para siempre.

Por lo pronto, los adoloridos panameños hacen el balance de la catástrofe: la actividad económica está en un 55% de su nivel normal--más bajo que el peor nivel de la depresión de los años 30, según The New York Times--, el desempleo ha subido al 20% y continúa creciendo, la construcción bajó en un 95%, las ventas al por menor en un 70% mientras los inventarios disminuyen y no se reabastecen, las ventas de artículos durables bajaron en un 90%, la producción industrial perdió el 60% de su nivel y la agricultura ha disminuido sus productos en un 30% mientras las siembras se han reducido enormemente debido a la falta de crédito para la adquisición de semillas.

La situación es tan desesperada, que lo más probable es que los panameños comiencen antes de tres meses a imprimir su propia moneda, respaldada por unas reservas bastante bajas en dólares. Esto conduciría a una rápida inflación, a la devaluación acelerada y al control absoluto del sistema económico, incluida la nacionalización en bloque de los bancos. En medio de esta situación, "el sector privado de la economía se hunde y la clase media se destruye", según un conocido economista del país. "Eso de todos modos no molesta a algunos de los seguidores de Noriega".

Pero lo más preocupante es que en medio de la confusión, en los círculos oficiales se ha comenzado a debatir el modelo económico que deberá seguirse para eliminar la dependencia económica de los Estados Unidos, y las alternativas ilustran muy bien el grado de desorientación gubernamental: Hong Kong y Cuba. Por el primer modelo, se extendería el concepto de economía liberalizada dentro de un esquema amplio de duty-free, y por el segundo, Panamá se internaria en el proteccionismo colectivista a través de un marcado descenso del nivel de vida de muchos ciudadanos.

Lo contradictorio de los modelos indica tanto el nivel de lucha interna que se vive a nivel de las altas esferas, pero también una falta de manejo económico de la situación. Sin embargo, para algunos observadores panameños, "hay un cierto número de personas que dicen que ahora, cuando el asunto está grave y los norteamericanos pueden ser acusados, es el momento indicado para romper con el pasado". --