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El 19 de noviembre del año pasado, el Ejército de Estados Unidos ejecutó a 24 civiles en la ciudad de Haditha. Los militares dijeron que las muertes se produjeron en defensa propia, pero las investigaciones indican que los homicidios fueron cometidos deliberadamente

IRAK

Pecados de guerra

La masacre de 24 hombres, mujeres y niños iraquíes, a manos de tropas estadounidenses, es el mayor escándalo desde Abu Ghraib. Sus consecuencias son imprevisibles.

3 de junio de 2006

Los fantasmas de Vietnam volvieron por cuenta de las denuncias de masacres deliberadas en suelo iraquí. El eje central de la controversia gira en torno a la masacre a sangre fría de 24 personas inocentes, a manos del Ejército norteamericano, en la población iraquí de Haditha, en noviembre del año pasado. El caso adquirió notoriedad, pues muy pronto podría haber acusaciones de asesinato contra varios de los responsables. Y al final de la semana, a este episodio se le sumó la presunta ejecución de 11 personas, entre ellas cinco niños y cuatro mujeres, en la población de Ishaqui, en marzo pasado.

Aunque los hechos ocurrieron en noviembre, la gran prensa no se había ocupado del asunto hasta ahora. Solo la revista Time, que destapó el escándalo, le había dado despliegue. Pero la semana pasada, el tema cobró tal importancia, que el mismo presidente George W. Bush tuvo que pronunciarse al respecto y dijo estar "consternado" con los informes, al tiempo que prometió castigos en caso de que se demuestre que sus soldados violaron la ley.

El tema, que en un principio pasó de agache, va rumbo a convertirse en otro de los descalabros del gobierno de Bush en Irak. "Los medios de Estados Unidos han sido muy benévolos con los crímenes de guerra que se han cometido en Irak. Si estos incidentes reciben la cobertura que merecen, creo que esta será la My Lai de la ocupación en Irak", le dijo a SEMANA Pablo Paredes, un objetor de conciencia a quien el Ejército le hizo Corte Marcial por negarse a participar en la invasión a Irak.

Paredes se refiere a uno de los peores escándalos en la historia de las fuerzas armadas estadounidenses, la masacre de My Lai (ver recuadro), en donde fueron asesinados unos 500 civiles vietnamitas. En 1973, cuando el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, le anunció a su pueblo la salida del Ejército desplegado en Vietnam, muchos sectores recibieron con alivio la decisión, a pesar de que se trató de la primera derrota militar en la historia de ese país. En gran parte, la opinión pública se hallaba a favor de la medida, por los informes sobre actos de brutalidad del Ejército norteamericano que habían sido revelados, igual que ahora, por la revista Time.

Crónica de una masacre

El 19 de noviembre de 2005 parecía un día más en la población sunita de Haditha, en Irak. Hacia las 7:15 de la mañana, una bomba explotó al paso de un convoy militar estadounidense conformado por cuatro vehículos tipo Humvee que transportaban a miembros de la compañía de marines Kilo. El infante de marina Miguel Terrazas, quien conducía uno de los vehículos, murió en el acto.

Según los primeros reportes del Ejército, los marines fueron atacados por francotiradores y, para defenderse, abrieron fuego sobre las casas a ambos lados del camino, desde donde presuntamente venían los disparos. Así mismo, les ordenaron a los ocupantes de un taxi, que segundos antes se había acercado al convoy, tenderse sobre el suelo, ya que los relacionaron con el atentado que acababa de ocurrir. Los cinco ocupantes del vehículo, en vez de acatar la orden, habrían tratado de escapar y fueron abatidos en la huida. El reporte oficial del incidente decía que 15 civiles murieron a causa de la explosión y que en el contraataque, los marines habían dado de baja a ocho insurgentes.

Hasta ahí, lo ocurrido en Haditha sería una maniobra normal de las fuerzas destacadas en Irak. Sin embargo, una cinta de video proporcionada por un grupo defensor de derechos humanos a la revista Time, y grabada por el estudiante de periodismo Taher Thabet un día después de los hechos, sugería que las cosas habían ocurrido de una manera muy diferente. La revista contactó a altos mandos militares para ponerlos al tanto, y éstos, ante las nuevas evidencias, iniciaron una investigación que desmintió los primeros reportes y dejó al descubierto un nuevo acto de brutalidad y venganza protagonizado por las fuerzas ocupantes en Irak, que se sumaba a los de la prisión de Abu Ghraib y los ataques sobre la ciudad de Faluya, entre otros.

La versión de las víctimas

En los escalofriantes relatos de varios testigos, entre quienes se encontraban oficiales del Ejército y familiares de las víctimas, se afirma que después de ejecutar en el piso a los ocupantes del taxi, algunos miembros de la compañía Kilo se dirigieron hacia la zona residencial cercana, incursionaron en tres casas e iniciaron una matanza indiscriminada en la que murieron 19 personas, entre ellas tres niños y siete mujeres.

Eman Waleed, de nueve años, fue una de los testigos cuyos familiares murieron ese día. Ella declaró que "primero fueron a la habitación de mi padre que estaba leyendo el Corán y escuchamos los disparos… los vi disparándole a mi abuelo primero en el pecho y después en la cabeza, después mataron a mi abuela" . En la casa de Eman murieron siete personas ese día, ella y su hermano menor sobrevivieron, pues sus familiares les sirvieron de escudos. Después de la de Eman, los soldados irrumpieron en otras dos viviendas y procedieron de manera similar. En la segunda se les acusa de haber matado a ocho personas, entre ellas un niño de 2 años, y en la tercera uno de los testigos afirma que sus hermanos fueron apiñados en un clóset, y allí, indefensos, fueron acribillados. Algo muy distinto de lo que declararon los soldados, quienes señalaron que en esta última casa había hombres armados con fusiles AK-47.

A pesar de lo expresado por los testigos, en un principio el Ejército norteamericano calificó la muerte de estas personas como un "daño colateral" y no como el resultado de un homicidio deliberado, ya que la versión de los soldados decía que estuvieron todo el tiempo bajo fuego enemigo. Ello significaba que aunque se pudieron cometer errores, estos ocurrieron mientras actuaban bajo presión y en legítima defensa.

Pero esta teoría cada vez parece más inverosímil. Las explicaciones de los militares son confusas y no aclaran por qué no se encontraron agujeros de bala en el exterior de las casa, si se supone que después de la explosión hubo un feroz cruce de fuego. Por otro lado, después de las cinco horas que duró el operativo, los marines llevaron los cadáveres al hospital local de Haditha. Según Time, el propio director de este centro afirmó que la mayoría de los cuerpos aparece con tiros a quemarropa en pecho y cabeza.

A lo anterior se le suma que después de la masacre, tanto los soldados que participaron en ella como los comandantes de la compañía y del batallón incurrieron en una maraña de falsas informaciones y ocultamiento de la verdad. Tres oficiales fueron relevados de servicio y se da por sentado que otros serán implicados en el caso, mientras prosiguen las investigaciones del Ejército. "Dejando a un lado la masacre, lo peor del incidente de Haditha es que los militares hayan mentido al respecto y hayan intentado encubrirlo. Han sido muy lentos en investigar los hechos y esto sugiere que el Ejército tiene problemas para fiscalizarse a sí mismo", le dijo a SEMANA John Sifton, investigador de la organización Human Rights Watch.

Pero ¿por qué un grupo de soldados que se supone que están bien entrenados y que están ayudando a pacificar un país actuó de manera tan irracional? La explicación que da Paredes es que "hay cientos de miles de jóvenes con poca educación sirviendo en un país en el que todo es extraño. A ellos les enseñan a odiar y temer las cosas árabes, lo que, sumado al estrés de la guerra, provoca un ambiente de racismo, violencia y agresión".

Las críticas más duras han sido pronunciadas desde suelo norteamericano, mientras que las declaraciones oficiales del gobierno iraquí parecen tibias. Mientras el congresista demócrata y ex militar de Estados Unidos John Murtha calificó el hecho como "asesinatos", Nuri Maliki, el recién nombrado primer ministro iraquí, se limitó a decir que "…las fuerzas multinacionales deben respetar los derechos humanos del ciudadano iraquí".

Al final de la semana, a las denuncias de Haditha se le sumó otra similar. El jueves, la BBC mostró un video en el que aparecen varios cadáveres con heridas de bala. La grabación fue hecha en la ciudad de Ishaqui, en donde, en marzo pasado, el Ejército anunció que cuatro personas habían muerto al desplomarse una casa en un operativo en el que se buscaba capturar a un miembro de la organización terrorista Al Qaeda. La Policía iraquí había señalado que los muertos fueron 11 y no cuatro, y que estos fueron ejecutados por los marines, algo que los videos parecen confirmar. El Ejército confirmó que este es uno de tres o cuatro casos más que se están investigando. Los efectos sobre la opinión pública musulmana alrededor del mundo podrían ser devastadores para la imagen de Estados Unidos, sobre todo si, como ha ocurrido en otros casos, como My-Lai, los responsables no reciben una condena adecuada.

Irak cada vez más se convierte en una encrucijada para el gobierno de Bush que, después del de Nixon, tiene uno de los niveles más bajos de popularidad de la historia. La masacre hará que los iraquíes desconfíen aun más de los objetivos de 'liberación' de las tropas norteamericanas, y para que la opinión pública de Estados Unidos será más difiícil seguir apoyando la invasión. La presión para las tropas vuelvan a casa todavía no es tan fuerte como la que se vivió en Vietnam, pero si las cosas siguen así, no es de extrañar que en este sentido la historia se repita.