Home

Mundo

Artículo

PERES COQUETEA

El premier israelí envía propuesta de diálogo al rey Hussein de Jordania

25 de noviembre de 1985

Después de los golpes de mano (bombardeo en Túnez, desvío del avión egipcio) vinieron --con no menor agilidad-- los "golpes diplomáticos" del bloque USA-Israel para reencauzar las "iniciativas de paz" en el Medio Oriente y aislar, aún mas, a la maltrecha Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El primer paso fue dado por el mandatario israelí Shimon Peres, quien ofreció a comienzos de la semana pasada terminar "de inmediato" el estado de guerra vigente con Jordania desde hace 37 años, cuando surgió el Estado de Israel. Ese lunes en la tarde, ante una sala semivacía, Peres aseguró a la Asamblea General de Naciones Unidas que su gobierno estaba dispuesto a iniciar negociaciones de paz antes de fin de año "si el rey Hussein tiene la voluntad de hacer recíproco este paso". Las negociaciones podrían ser emprendidas, preciso Peres, por una delegación de Israel, por un lado, y por una de Jordania --o una jordano-palestina-- por el otro, cuyos miembros "representen la paz y no el terror": es decir, que excluya terminántemente a miembros de la OLP.
Dos días más tarde llegaba desde Amman la respuesta del monarca jordano. El rey Hussein acogía con entusiasmo y una buena dosis de cautela "el espiritu" de la propuesta de Peres, aunque enfatizaba que una conferencia internacional bajo los auspicios de las Naciones Unidas era la única manera de resolver el conflicto árabe-israelí. Antes de reunirse en esa ciudad con el Presidente egipcio, con quien discutiría las perspectivas de las negociaciones con Israel, el rey Hussein expresó su confianza en que las palabras de Peres signifiquen "el comienzo de un movimiento en la dirección correcta".
Las reacciones adversas vinieron paradójicamente de Tel Aviv, donde los ministros del derechista partido Likud, Ariel Sharon, David Levy e Isac Modayi, rechazaron la propuesta del líder laborista calificándola de "desafío dirigido tanto al rey Hussein como al propio Likud". "Nunca cederemos territorios a cambio de la paz": advirtió Levy, quien es el viceprimer ministro israelí.
Si bien la prensa norteamericana y los sectores de centro en Israel vieron la fórmula de Peres como una "apertura valiente", o como un "giro" respecto de la resistencia israelí a participar en una conferencia internacional de paz, el proyecto de Peres, lejos de constituir un "nuevo camino" hacia ésta recuerda el enfoque que dio lugar en marzo de 1979 a los acuerdos de Camp David, entre Israel y Egipto, bajo los auspicios del presidente Jimmy Carter.
El principio guía de la propuesta de Peres, el mismo sobre el cual han descansado todos los gobiernos israelíes desde 1948, es que el pueblo palestino no existe como nación por lo tanto no tiene derecho a erigir un Estado propio. En consecuencia --y esto es lo característico de la tesis de Peres-- las eventuales negociaciones no pueden ser realizadas más que con los Estados árabes existentes. Así como en 1978 la negociación se hizo por separado con Egipto --lo que causó un verdadero cisma en la comunidad árabe-- hoy Peres pretende reeditar dicha práctica con Jordania y llegar así a una partición definitiva de Palestina.
El régimen sirio, consciente de que el gobierno laborista israelí se encamina hacia una nueva versión de Camp David, se olvidó de los viejos resquemores con Jordania y dio un paso de acercamiento hacia el rey Hussein.
De ese modo, con la mediación de Arabia Saudita y de la Liga Arabe, los Primeros Ministros de Jordania y de Siria se reunieron en Riad para suscribir un comunicado conjunto en el que lo central es el rechazo a cualquier posibilidad de suscribir acuerdos parciales o separados con Israel. Desde 1982, el consenso general entre los árabes y palestinos --codificado en el plan de paz de Fez de ese año-- es que las negociaciones de paz en la región sólo podrán ser globales, es decir, celebradas en una conferencia internacional. Tal criterio, que pretende salvaguardar la pretendida "unidad" árabe, es el principal obstáculo que deberá encarar Hussein, si decide "cogerle la flota" al Primer Ministro israelí.
Por otra parte, si las cosas han de marchar al son que postula Shimon Peres, el monarca jordano tendrá que superar las diferencias que subyacen entre ellos. Por ejemplo, el Mandatario israelí invita a participar a los palestinos en las conversaciones, a condición de que no sean de la OLP. El rey Hussein, en cambio, está bajo la presión del mundo árabe y de la OLP para que incluya a ésta en la delegación, en su calidad de representante legítimo del pueblo palestino. Hussein, además, propone unas negociaciones bajo el auspicio de la ONU y con todas las partes involucradas en el conflicto, incluida la URSS, mientras que Peres sólo plantea que las conversaciones pueden empezar con el "apoyo inicial" de una conferencia internacional y tácitamente excluye a la Unión Soviética, a menos de que ésta restablezca las relaciones diplomáticas con Israel, interrumpidas desde hace 18 años.
Hasta antes del ataque israelí al cuartel de la OLP en Túnez y el incidente del "Achille Lauro", la OLP iba y venía del brazo de Jordania ganando paulatinamente la voluntad de los gobiernos de Europa. Su meta era venderle la idea a la administración Reagan de una negociación de paz con Israel que reportaría beneficios mutuos, para que Washington convenciera a su vez a Tel Aviv de ir al diálogo con una delegación jordanopalestina (que incluía gente de la OLP). En cosa de dos semanas esa maniobra se arruinó. El incidente del "Achille Lauro" permitio declarar al Presidente norteamericano y a su secretario de Estado, George Shultz, que la OLP no tendría un sitio en la mesa de negociaciones días antes del discurso de Peres en la ONU. Londres también echó marcha atrás y desbarató habilidosamente una proyectada reunión con delegados de la OLP. Arafat no pudo más que desafiar la opinión de Reagan y Peres al declarar que "es imposible llegar a ningún acuerdo sin la participación de la OLP".
En cuanto al rey Hussein --quien ha sido víctima del cabildeo de Peres ante el Senado norteamericano, pues éste ha congelado hasta el momento un nuevo paquete de ayuda militar a Jordania por valor de 1.900 millones de dólares, bajo la condición de que dará luz verde para esto sólo cuando Jordania inicie conversaciones con Israel-- va a tener que elegir entre intentar un acuerdo en el que sólo estén representados los palestinos de Gaza y Cisjordania, o regresar al punto de partida de su gestión mediadora.
Hasta el momento el monarca sigue respaldando a la OLP y no ha roto el acuerdo del 11 de febrero con Arafat. "Si va a haber una solución al problema palestino los palestinos deben ser parte del arreglo, y ellos tienen un representante legítimo", precisó el rey. Hussein, sin embargo, parece estar distanciándose de Arafat, pues reconoció que el fracaso de la reunión con los ingleses y el incidente del barco italiano "afectó adversamente" a la OLP. Al mismo tiempo, Arafat predecía desde Kuwait que una nueva matanza de palestinos en Beirut y Trí-poli estaba a punto de ser lanzada por Siria. Así, mientras la esperanza de una solución negociada parecía alejarse otra vez, nuevos actos de barbarie asomaban en el horizonte.--
Eduardo Mackenzie,
corresponsal de SEMANA,
en París