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Miércoles de resurrección para un corresponsal de guerra

Al periodista opositor ruso Arkady Babchenko lo asesinaron en Kiev el martes, pero apareció vivo al otro día. Todo era un misterioso montaje que puso en duda la credibilidad de Ucrania y tendrá consecuencias aún inciertas en el tenso panorama internacional.

2 de junio de 2018

El asesinato le dio la vuelta al mundo instantáneamente. Mientras los grandes medios registraron la muerte a tiros del corresponsal de guerra y crítico del Kremlin Arkady Babchenko, las primeras sospechas apuntaron directamente a Moscú. Los portavoces del gobierno ucraniano no tardaron en acusar al presidente Vladimir Putin de estar detrás del crimen y la Unión Europea exigió una rápida y transparente investigación. Otra vez Rusia parecía estar implicada en la desaparición de uno de sus opositores. Pero el miércoles, menos de 24 horas después, Babchenko apareció en una rueda de prensa. Estaba vivo y completamente sano.

Ante la mirada de asombro de los asistentes, Babchenko explicó cómo y por qué había fingido su propia muerte. Según la historia oficial, la esposa del periodista lo encontró tirado en la sala de su casa con tres disparos en la espalda y murió en una ambulancia camino al hospital. En efecto, después de un mes de planearlo y con la ayuda de un maquillador que usó sangre de cerdo, Babchenko montó perfectamente la escena de su muerte. Lo hizo con la ayuda del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por sus siglas en ucraniano), la autorización del presidente Petró Poroshenko y, según él, con el único propósito de proteger su vida y la de su familia.

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El periodista de 41 años es uno de los opositores más acérrimos de Putin. Combatió con las tropas rusas en la primera y la segunda guerra de Chechenia y luego se dedicó a contar los horrores que vivió en su primer libro, La guerra más cruel. Empezó la carrera periodística como corresponsal en zonas de conflicto y siempre se mostró muy crítico de la intervención rusa en Siria y, especialmente, en Ucrania. En este país, en 2014 se salvó de morir luego de que por falta de espacio no le permitieran abordar un helicóptero derribado por rebeldes prorrusos unos minutos después de despegar. Las intimidaciones más fuertes llegaron en 2016, luego de publicar en redes sociales un texto en el que calificó al Kremlin de agresor y entrometido. Ante las amenazas, Babchenko huyó de Rusia y se exilió en Praga, luego en Israel y finalmente llegó a Kiev a principios de 2017.

Hace dos meses lo contactó la inteligencia ucraniana. Al parecer, con ayuda de la CIA había descubierto que el Kremlin tenía una conspiración para asesinarlo y le había pagado cerca de 40.000 dólares a un hombre conocido como Mr. G para coordinar y ejecutar el crimen. Una foto de su viejo pasaporte, que según él solo tenía el gobierno ruso, y las grabaciones del supuesto Mr. G fueron pruebas suficientes. “Pensé en recoger mis cosas y desaparecer. Pero luego me di cuenta, ¿dónde me escondo? Serguéi Skripal también trató de esconderse”, dijo Babchenko en la rueda de prensa. Así que decidieron que la mejor forma de salvarle la vida era simular su muerte y hacerles creer a sus asesinos que el plan había sido exitoso.

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Una vez pasada la sorpresa de su resurrección, los cuestionamientos empezaron a aparecer. Aunque para el SBU la trama llevó a la captura de Mr. G, nadie entiende por qué era necesario fingir la muerte del reportero si el gobierno ucraniano ya sabía desde hace dos meses quién era el responsable de la conspiración. ¿Por qué no simplemente capturarlo? Como dijo a SEMANA Florent Frasson, analista de seguridad internacional de la Universidad de Lyon, “Ucrania es relativamente mucho más débil frente a Rusia y la idea es tratar de garantizar un nivel de seguridad mayor dentro de sus fronteras en un periodo de gran inestabilidad. En una situación de estas cualquier tipo de estrategia, siempre y cuando no viole ningún tratado, es válida”.

El mismo gobierno se defendió argumentando que “la guerra híbrida librada por Rusia contra Ucrania exige enfoques poco ortodoxos al tiempo que se toman medidas defensivas”. Si bien los colegas de Babchenko celebraron eufóricamente su vida cuando apenas unas horas antes lo creían muerto, la comunidad internacional, organizaciones no gubernamentales y especialmente el Kremlin criticaron el complot. El director de Reporteros Sin Fronteras, Christophe Deloire, calificó de lamentable que la Policía ucraniana hubiera jugado con la verdad. Mientras tanto, los portavoces de Putin lo calificaron como una provocación que evidencia la campaña internacional de desprestigio antirrusa.

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La participación de Ucrania en esta mentira en plena era de las fake news no deja bien parado al gobierno. Aún no está claro si la trama sirvió para evitar un mal mayor o si el periodista fue instrumentalizado en un juego sucio de desinformación. Sin embargo, lo cierto es que de ahora en adelante Rusia tendrá los argumentos suficientes para rechazar las acusaciones, desacreditar las pruebas en su contra y calificar todo como un montaje.